La forma en concebimos y vivimos el sexo en Occidente hoy en día está determinado por cinco fenómenos: la desvinculación del sexo de la familia, la liberación de la mujer, una sociedad hedonista, una sociedad científica y la modernidad líquida.
Giddens sostiene que el cambio más importante con la concepción de la sexualidad del periodo anterior es la liberación de la mujer y la desvinculación de la reproducción y la familia del sexo. Ahora podemos tener hijos sin tener relaciones sexuales y, sobre todo, podemos tener relaciones sexuales sin que eso acaba nueve meses después con un recién nacido.
La primera consecuencia que tiene esta desvinculación es que no sancionamos como negativas prácticas que antes sí, como la homosexualidad, la masturbación, la felación, el coito anal o la pornografía. Hace cien años se proscribían estas prácticas porque no terminan con la reproducción y tienen lugar al margen de la familia heterosexual burguesa. Ahora eso nos parece indiferente, por lo que practicamos, o al menos aceptamos, dichas prácticas.
La segunda consecuencia es que el sexo se convierte en un estilo de vida. Para entender esto es necesario remitirnos a uno de los conceptos claves de Giddens: la reflexividad.
El conocimiento se vuelve reflexivo. Sabemos que no hay conocimiento definitivo, que todo está sujeto a ser revisado. Esto no era de ninguna manera así en las sociedades tradicionales. Había una serie de saberes estables, tanto religiosos como de relación con la Naturaleza. Hoy en día cualquier saber es cuestionable. Esto nos pone en duda continua ontológica. Estamos permanentemente cuestionando y redefiniendo el conocimiento, lo que provoca que no tengamos asideros seguros a los aferrarnos. Esto afecta a la identidad. La duda provoca una construcción continua de la identidad.
La reflexividad también afecta a las elecciones de las personas. En las sociedades tradicionales apenas si se tomaban decisiones y no se tenían dudas. Uno no podía escoger su trabajo, ni tan siquiera las personas con las que relacionarse. Si nacías campesino, eras campesino y te casabas en el pueblo. Y durante los tiempos de ocio tampoco había mucho donde escoger. Ibas a la romería como todo el pueblo o la fiesta de la cosecha o lo que fuese. No había otra opción, otra cosa que hacer. Con la modernidad las posibilidades de elección se multiplican exponencialmente. No solo tenemos cientos de trabajos entre los que elegir,sino que también podemos decidir qué hacemos con nuestro tiempo libre. Esto, lógicamente, afecta a nuestra identidad. Podemos construir activamente nuestra identidad a partir de esas decisiones que tomamos.
El sexo en la actualidad forma parte de una de esas decisiones que tomamos las personas para construir nuestra identidad. Podemos escoger nuestra identidad sexual, de ahí la importancia que le damos en nuestras vidas. Ya no es una práctica ajena o impuesta. Lo que nos gusta y lo que no, lo que hacemos y lo que no, es algo nuestro y, por tanto, constitutivo de nuestra identidad.
Esto no quiere decir que vivamos la sexualidad de una forma aproblemática. Todo lo contrario. Precisamente porque hacemos del sexo algo fundamental en nuestras vidas, no tener una vida sexual satisfactoria se convierte en un drama. Desde el momento en que la sexualidad forma parte de nuestro estilo de vida, de eso que se supone que nos tiene que dar la felicidad, no tener una vida sexual feliz se vive como un fracaso.
Interesantísimo. Me he quedado con ganas de saber qué es la modernidad líquida, me suena a grupo que actuaría en un festival de música: y en el escenario principal... ¡Modernidad líquida!
ResponderEliminarLa modernidad líquida es:
ResponderEliminarEn la modernidad líquida, la sociedad del capitalismo, todo cambia y nada es estable, porque así lo demanda el sistema. Hay que moiverse continuamente, para adaptarse a las necesidades del mercado y para desechar los productos que hemos comprado y adquirir otros. El sistema necesita que nos mantengamos en cambio perpetuo tanto como productores/trabajadares como como consumidores.
Y sí que suena grupo de rock progresivo.