martes, 24 de julio de 2018

Manu Larcenet: Los combates cotidianos.


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   Marco es un fotógrafo que pasa por una crisis existencial y se retira al campo para pensar, encontrarse a sí mismo o simplemente para que pase el tiempo. 

  Con esta sinopsis, y con una lectura superficial, puede parecer que en este cómic no pasa nada, que se limita a contar la cotidianeidad o la vida intrascendente de un personaje. Pero, si nos detenemos en su lectura, nos daremos cuenta de que Los combates cotidianos es un cómic tremendamente rico, que, bajo una apariencia de intrascendencia, toca muchísimos temas y casi me atrevería a decir que es una radiografía de nuestra sociedad contemporánea. 

   Los combates cotidianos se pregunta por el sentido de la vida en una sociedad que parece dárnoslo todo. ¿Qué motivación podemos encontrar para vivir vidas en las que no tenemos que esforzarnos para conseguir nada? Como decía Schopenhauer, la vida oscila entre el tedio y el dolor. Dolor porque carezco de algo y sufro para conseguirlo; y tedio tras un breve periodo de júbilo cuando esa meta que había conseguido deja de llenarme. Eso es lo que nos pasa a las personas en nuestra sociedad. No hay grandes guerras, basta con bajar al supermercado para conseguir comida, etc... Cuando el motor de la vida deja de ser el instinto de supervivencia, cuando ha desaparecido el consuelo de la religión para darle sentido a todo esto, la felicidad es el único objetivo que podemos tener para seguir viviendo. Pero no es tan fácil. No hay un manual que nos diga como ser felices. Y ese el problema de Marco. 

   Pero Larcenet no se detiene ahí, reflexiona sobre las relaciones entre padres e hijos en una sociedad que hipervaloriza lo nuevo y reniega de la tradición; sobre el miedo a comprometerse en una relación estable cuando el modelo de familia tradicional burguesa se ha descompuesto; sobre la hipocondría, el sino de la sociedad científica; etc...

   Incluso se atreve con la política, con las cicatrices de la guerra de Argelia y con el auge del Frente Nacional. En este último punto el cómic me pareció muy original y muy humano. Lo fácil hubiese sido ridiculizar a los votantes del Frente Nacional. Sin embargo, Larcenet los entiende. Entiende -y contempla con ternura- a esa gente que necesita una esperanza y se agarra a los únicos que le ofrecen una vida mejor, aunque sepan que las promesas del paraíso perdido de la extrema derecha son mentira. Larcenet entiende que necesitan esperanza, y sus dardos van más contra esos políticos que se aprovechan de la desesperación de la gente. De verdad que solo por el sutil análisis del proceso psicológico del estibador votante del Frente Nacional merece gastarse la pena en los euros que cuesta este cómic. 

   Y todo ello con un dibujo sencillo, caricaturesco, muy adecuado al tono y contenido de la obra. 

  Nota: 9.5 sobre 10. 

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