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Con frecuencia comento -y muchas veces con autores- que uno de los problemas del cómic moderno es que los autores quieren ser artistas totales. Quieren ser ellos los que controlen toda la obra y reconocidos por ello. La consecuencia en muchos casos es que el dibujo está muy trabajado, pero la historia flojea. Aquí se han repartido los papeles y el resultado es una novela gráfica excepcional. Una historia negra, clásica de la mafia. Un hombre que trata de huir de su pasado, pero este vuelve a su encuentro. Una historia de venganza, de redención y expiación con unos personajes muy potentes.
El título avisa: Una historia violenta. Y es violenta de verdad. De principio a fin. Pero no una violencia gratuita o estética como en las películas de Tarantino. Aquí la violencia juega un papel fundamental, casi es el tema principal de la obra. La violencia es el motor de la acción, lo que lleva a cometer el pecado del pasado y lo que desencadena el posterior castigo y redención.
Pero no nos equivoquemos. Esto no es una exaltación de la violencia. Ni siquiera es la fascinación que podemos experimentar hacia el mal. Una historia violenta tiene un punto de denuncia social, porque el pecado original del protagonista no es el resultado de su inclinación hacia el mal, sino consecuencia de la marginación y la violencia estructural en la que vive.
Hasta aquí el trabajo de John Wagner. Luego, toda esta historia la coge Vince Locke y la plasma en una colección de viñetas en las que forma y contenido van de la mano. Un dibujo detallista, a la par que oscuro, a veces un poco sucio, que refleja perfectamente el mundo en el que se mueven los personajes.
Nota: 8,5 sobre 10.
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