viernes, 20 de julio de 2018

Marc Augé: El tiempo en ruinas.



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      El mundo está en permanente construcción, destrucción y reconstrucción. El resulto de esto son las ruinas, que conservan parte de la memoria, y el escombro, que la anula. 

   Augé se plantea la contemplación de las ruinas no como un viaje en el tiempo, sino como la contemplación del tiempo puro. 

   Reivindica la ruina para combatir el fin de la historia en un mundo que ha convertido todo en espectáculo. 

   Frente a la homogeneización del paisaje urbano, frente a la falsificación de los paisajes, frente al turismo que planifica cada una de las emociones de su recorrido, las ruinas son un testimonio de verdad y, paradógicamente, de vida. 

    Las ruinas y el arte:

    El arte es una ruina o un anuncio de ruina. Por eso necesita de la mirada de Europa. 

   La obra de arte habla de su tiempo, pero los que la contemplan hoy jamás lo harán como los hacían los contemporáneos de la obra. Lo que hoy expresa la obra original es esa carencia, ese vacío, esa distancia entre la percepción desaparecida y la actual. 

   Si nos gustan las tragedias griegas es porque nos hacen sensibles a un sentido pasado, abolido, y a una percepción actual incompleta. 

   Una perturbación en el recuerdo en la Acrópolis:

   Lo que Freud contempla veinte siglos después y lleva a preguntarse ¿todo esto existe como en el colegio? no es lo que ve en las ruinas. Lo que ve son unas ruinas más de veinte siglos después. A partir de ellas hace un ejercicio de imaginación de lo que pudo ser. 

   El tiempo y la historia:

   La Naturaleza es tiempo puro. Las ruinas en la Naturaleza introducen el tiempo histórico. Pero la Naturaleza lucha contra ellas, las recubre y el tiempo puro retoma su espacio. 

   Las ruinas están ahí para recordarnos que somos historia en una sociedad que dice que se ha acabado la historia. 

   Turismo y viaje. Paisaje y escritura. 

   La sobremodernidad complejiza y acelera los fenómenos de la modernidad de los siglos XVIII y XIX. 

   La sobremodernidad es el efecto combinado de:

   a) La aceleración de la historia. La historia se acelera porque cada día tenemos noticia de nuevos acontecimientos. 

  b) Retracción del espacio: Los medios de transporte, la circulación de imágenes y la toma de conciencia planetaria nos llevan a la sensación de que el planeta encoge.

  c) Individualización de los destinos: El individualismo contemporáneo está en relación con el sistema económico global y las nuevas formas de consumo y comunicación. 

  El turismo ilustra cientos de aspectos de esta sobremodernidad:

   a) Es consecuencia de la revolución de los medios de trasnporte, que acercan los lugares y nos permiten llegar a ellos fácilmente. 

  b) La facilidad de circulación de imágenes, que nos presentan y nos hacen desear llegar a esos sitios y, sobre todo, construyen una imagen estereotipada de los mismos. 

  c) Los países se presentan como un producto más o menos elaborado que los turistas pueden consumir. 

  Ambivalencias del turismo:

  a) Se supone que los viajes son para conocer, pero son organizados para que no veamos el aspecto negativo de los sitios que visitamos. 

  b) El turismo conjuga lo local y lo global. Se resalta la particularidad y se destacan los encantos de los destinos más lejanos. 

  c) El turismo es una actividad de ocio limitada en el tiempo. Ayuda a las personas a soportar la vida diaria, pero es un periodo medido. 

   Tensión entre espera y recuerdo. La espera condicionada por las imágenes de la publicidad, los folletos y los recorridos virtuales. Así, el viaje se convierte en una verificación. Para no decepcionar debe parecerse a su imagen. 

   Pero la fabricación de recuerdos sigue siendo una parte importante del turismo. De ahí la proliferación de cámaras de foto y de vídeo. No se trata de revivir el pasado, sino de relatarlo. Le da una tonalidad mítica. 

  Viajamos entre dos series de imágenes, las que vimos antes dde la partida y las que vemos a la vuelta. El tiempo intermedio es el de la fabricación de imágenes. Es un espacio también intermedio en el que lo que se ve es a través del objetivo o de la pantalla. 

   Lo que se filma no es más que una ilusión que responde al deseo de los visitantes. Ilusión de tipismo, de lo pintoresco. 

  d) Ambivalencia entre lo real y la copia. El turismo es la ficción propia de la sociedad de consumo, que convierte al mundo en espectáculo. 

  Nosotros creemos saber algo del mundo, pero lo hacemos a partir de abstracciones. La violencia, el subdesarrollo, etc... que no resisten la evidencia concreta, local y momentánea del confort, del sol, las playas y el paisaje. 

  El mundo se divide en dos espacios: los no lugares del refugio (campamentos, los de la migración, la huida...) y los no lugares de la imagen, que sustituye a la imaginación a través de simulacros y copias. 

  Se puede salir de este círculo del viaje. Todo viaje tiene algo de iniciático, por lo que se parece a un relato. Así debe ser. 

   Lo demasiado lleno y lo vacío:

   Augé contempla las ciudades como resultado de la expansión de la violencia política, económica y social. 

  En los no lugares de lo demasiado lleno se da una saturación de seres humanos. 

   Las salas de espera, los aeropuertos, etc... son lugares de tránsito, de paso, pensados para estar vacíos. Sin embargo, están siempre llenos. El mundo de la instanteidad y la rapidez se colapsa. 

  Los espacios de lo demasiado vacío se entremezclan con los espacios de lo demasiado lleno. A veces, incluso, son los mismos a distintas horas: aeropuertos por las mañanas o parkings de noche. 

  Espacios de lo demasiado vacío son los eriales, zonas vacías que aparecen en las ciudades. Este vacío residual se instala entre las vías de comunicación y entre las viviendas de los ricos y los pobres. 

   La ciudad actual es un eterno presente. Edificios que se hacen para ser reformados, sabiendo que no van a durar. Los edificios no se hacen para envejecer. 

  Transformamos la Naturaleza como las ciudades. Reservamos espacios que convertimos en imágenes espectáculo, y repoblamos otras como reconstruimos edificios. Pero la Naturaleza se resiste (desastres, cambio climático, etc...). 

   Paisaje romano:

  ¿Qué paisaje hay que reconstruir? ¿Qué época sacrificar? ¿Qué época rescatar? El espacio está demasiado lleno y no cabe todo. 

  Reconstruir supone sacrificar el presente al pasado. 
   
  El muro de Berlín:

   La arquitectura sigue a la historia como su sombra. La ciudad lleva la marca de sus heridas. 

   París:

  Augé ahora percibe tres París distintos: el que no ha cambiado, el transformado y el subvertido. 

  El que no ha cambiado no está constituido por recuerdos ni descubrimientos. Como sucede con las ruinas, escapa a la historia. Es una obra de arte intemporal y él la contempla como tal. Su miedo es que sus barrios se transformen en esos barrios uniformes de la modernidad. 

  Percibe la invasión de la ciudad genérica desde la periferia a través de los boquetes abiertos por el ferrocarril. 

  Lo que le reprocha a esa uniformidad es que diseña una ciudad comodín. 

   París, para seguir siendo París en la sociedad de consumo, tiene que parecerse a cómo la representan en las películas de Hollywood. Hay que construir un decorado que los turistas puedan reconocer. Es el mecanismo normal en la sociedad de la imagen, que lo real se parezca a su imagen. 

   La conversión del mundo en imagen quiera significar el fin de la historia. Las ruinas, por su parte, dan señales de vida. 

  La arquitectura siempre ha ido de la mano del poder. En esto de las ruinas y los espacios convertidos en espectáculo vemos las relaciones de poder de nuestra sociedad. 

  La historia venidera no generará ruinas porque no tiene tiempo. 
   

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