TEOLOGÍA

 

 

 

 

 

En la teología platónica, no se concibe un Dios omnipotente, trascendente y personal como en la tradición católica. En su lugar, lo divino se identifica con las ideas, las cuales se consideran omnipresentes y se manifiestan en innumerables formas, evocando en cierta medida el animismo presocrático.

La idea suprema de lo divino es la idea del Bien, que se sitúa en la cúspide de la perfección y divinidad, irradiando su influencia hacia abajo en diversos grados de manifestación. Sin embargo, toda manifestación participa de alguna manera en lo divino.

Aunque Platón consideraba obvio el hecho de la existencia divina al percibir lo divino en todas partes, algunas pruebas han sido sugeridas:

1. A través de la dialéctica, se puede llegar a la idea de Bien, que constituye lo divino supremo.
2. El amor también puede ser considerado como una manifestación de lo divino.
3. Todo fenómeno debe tener una causa, y en la cosmología platónica, esta causa es el Demiurgo, quien creó primero el alma cósmica, que permea toda la realidad.
4. La armonía del universo también puede ser interpretada como una manifestación de lo divino.
5. El movimiento en el universo es otro indicio de lo divino, relacionado nuevamente con el Demiurgo y el papel del alma cósmica.
6. La noción de que todo nace y muere sugiere la existencia de una fuente de vida, que según Platón sería el alma cósmica presente en todo.

Los atributos de lo divino según Platón se derivan principalmente de su inmutabilidad, lo que incluye la eternidad y la perfección. Platón muestra respeto hacia los dioses griegos, pero no hacia los poetas, ya que considera que estos últimos relatan inmoralidades sobre los dioses.

En la cosmología platónica, se postula que la idea de belleza es tan perfecta que no sería lógico que creara algo imperfecto, como el mundo sensible. En su lugar, se atribuye la creación del mundo material al Demiurgo, quien actúa como un ser intermedio entre los dioses y las ideas. Este Demiurgo es considerado eterno y feliz, ya que su felicidad proviene de contemplar las ideas eternas.

En el diálogo "Timeo", Platón presenta la obra del Demiurgo en la creación del mundo sensible, planteando tres entidades eternas desde toda la eternidad: las ideas, el Demiurgo y una materia caótica donde todo era devenir y desorden.

El papel del Demiurgo no es de creador absoluto, sino de organizador. Copiando las ideas eternas, el Demiurgo impone orden y delimita la masa caótica de la materia, dando forma al mundo sensible. Este acto de ordenamiento y definición transforma la materia caótica en un cosmos organizado y estructurado.

Una vez completada su labor, el Demiurgo coloca el resultado en el espacio, aunque Platón describe el concepto del espacio como una noción confusa y ambigua. Este espacio actúa como un puente entre el mundo de las ideas y el mundo de la materia, permitiendo la interacción entre ambos y sirviendo como el medio a través del cual todos los seres del mundo sensible entran y salen.

Aunque el espacio es infinito e indestructible, actúa como un recipiente que delimita y distingue las entidades del mundo sensible, proporcionando el escenario para la existencia y la manifestación de la realidad física.