Un matrimonio inglés viaja a Italia para vender una villa que ha heredado cerca de Nápoles. Al alejarse del ambiente londinense y encontrarse en un paisaje y en un mundo ajenos, la pareja experimenta sentimientos olvidados, como los celos y el resentimiento. (FILMAFFINITY)
Con ella empezó todo. Y no sabéis cómo me molesta consultar en internet páginas especializadas en cine que le dan a la segunda temporada de Fargo un ocho con tres y a Te querré siempre un siete con cinco. Todos sabemos que en estas páginas votan muchos chavales jóvenes que, o no han visto la película, o no están acostumbrados a otra forma de narración que no sea estrictamente la actual. También sabemos que detrás de estas notas hay un interés comercial y que a las grandes productoras les interesa mucho más que se valore lo que está actualmente en el mercado. Pero todo tiene un límite. Te querré siempre rompió con la tradición del cine y, a partir de ella, ya no resulta impensable hacer una película en la que se cuenta la vida cotidiana de gente normal. Me viene a la cabeza, así, sin estrujármela mucho, que la trilogía Before o Revolutionary Road serían impensables si antes no se hubiese hecho Te querré siempre. Y sólo por eso se merece que en Filmaffinity le pongan, por lo menos, un nueve y medio. También porque Ingrid Bergman ya era un galgo con muchos kilómetros en las piernas que se echa a las espaldas una película que no era nada fácil, o porque el final es lo suficientemente sugerente como para estimular acalorados debates con los amigos. Pero todo eso son "tambienes". Con lo que innovó en su momento basta.
Con ella empezó todo. Y no sabéis cómo me molesta consultar en internet páginas especializadas en cine que le dan a la segunda temporada de Fargo un ocho con tres y a Te querré siempre un siete con cinco. Todos sabemos que en estas páginas votan muchos chavales jóvenes que, o no han visto la película, o no están acostumbrados a otra forma de narración que no sea estrictamente la actual. También sabemos que detrás de estas notas hay un interés comercial y que a las grandes productoras les interesa mucho más que se valore lo que está actualmente en el mercado. Pero todo tiene un límite. Te querré siempre rompió con la tradición del cine y, a partir de ella, ya no resulta impensable hacer una película en la que se cuenta la vida cotidiana de gente normal. Me viene a la cabeza, así, sin estrujármela mucho, que la trilogía Before o Revolutionary Road serían impensables si antes no se hubiese hecho Te querré siempre. Y sólo por eso se merece que en Filmaffinity le pongan, por lo menos, un nueve y medio. También porque Ingrid Bergman ya era un galgo con muchos kilómetros en las piernas que se echa a las espaldas una película que no era nada fácil, o porque el final es lo suficientemente sugerente como para estimular acalorados debates con los amigos. Pero todo eso son "tambienes". Con lo que innovó en su momento basta.
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