Dos hermanos de clase burguesa se encuentran en una situación desesperada y necesitan conseguir dinero sea como sea: Andy (Philip Seymour Hoffman), un ambicioso ejecutivo adicto a la heroína le propone a su hermano Hank (Ethan Hawke), cuyo sueldo se va casi íntegramente en pagar la pensión de su ex mujer y su hija, dar un golpe perfecto: atracar la joyería que sus padres tienen en Wetchester, Nueva York. Nada de pistolas, nada de violencia, pero las circunstancias y el azar se conjugan para que nada salga según lo previsto. (FILMAFFINITY)
Soberbia película de que podrían escribirse decenas de párrafos. Yo sólo voy a dar cuatro razones por las que hay que verla:
1. El tema.
Lumet se enfrenta a un tema de tragedia clásica. Si cambiásemos EEUU por Atenas, podriamos estar ante una tragedia Sófocles, Esquilo o Eurípides. Hay quien puede ver ecos shakespearianos, y algo hay porque no deja de ser una tragedia, pero la veo más cerca de los orígenes griegos porque sobre la historia planea la negra sombra del destino. En todo momento parece como si los personajes no pudiesen escapar de su propio destino de destrucción, como si fuesen simples marionetas en manos de los Hados.
2. La forma.
Como en toda gran obra, el contenido es forma y la forma es contenido. El destino trágico de los protagonistas aparece explicitado en la segunda escena. El atraco acaba mal. Lumet nos cuenta la historia de forma desordenada, de modo que la intriga se deriva más de saber cómo llegaron los personajes hasta aquel punto, que de saber cómo termina todo. Cada fragmento de película está concebido para explicarnos cómo llegaron a donde llegaron. Si me permitís la pedantería, en este sentido me recordó a Crónica de una Muerte Anunciada, de García Márquez, un autor que por otra parte no me gusta mucho. Pero le reconozco la maestría en el dominio de la técnica. Anuncia al comienzo de la historia la muerte del protagonista y nos cuenta los hechos de forma desordenada para crear ese ambiente de tragedia, de personajes abocados a la tragedia. Lo que en Pulp Fiction no es más que estética frívola, aquí tiene un sentido.
3. Los personajes.
Esta es una película de dos. Hay secundarios, que son interesantes, pero los dos hermanos se los comen. Difícilmente puedo hablar de ellos sin hacer un spoiler, pero el hermano mayor, destrozado por la relación con su padre, atormentado, que siente que hay algo en él que no le permite encajar, es colosal. Y el menor, inocente víctima de una vida perra y una situación que se le viene enorme, no es moco de pavo.
4. Las actuaciones.
Todo esto que acabo de decir carecería de sentido si estuviese mal interpretada. Un mal actor te echa de la película, hace que no te creas lo que te están contando. De Seymour Hoffman creo que se ha dicho todo después de su muerte. Pero a Ethan Hawke, que iba para gran estrella, creo que no se lo reivindica lo suficiente. Y los dos están magistrales.
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