miércoles, 9 de marzo de 2016

Camilla Lackberg: La princesa de hielo.



    Todo tiene lugar en un pueblicito pequeño. Una mujer asesinada, una escritora y un policía. Los tópicos del género para hacer la primera novela de una saga que ya va para nueve entregas.

    Por propia iniciativa no me hubiese leído esta obra ni de coña. No es mi tipo de novela negra. Pero circunstancias profesionales me obligaron a ello -malditos alumnos-.

   No me volvió loco. Me pareció una novela más, nada nuevo, una obra leída una y mil veces. Entonces me pregunté cuál es la razón por la que tiene tanto éxito la saga y he llegado a las siguientes conclusiones:

   Los personajes son estereotipos perfectamente identificables. El lector los reconoce apenas si ha leído un par de líneas, de modo que la lectura no requiere el más mínimo esfuerzo. Además están pensados para que el lector/a se identifique o sueñe con ellos. Están:

     a) La protagonista. Chica lista, pero insegura. Le cuesta embarcarse en relaciones amorosas y se come la cabeza con las mismas chorradas que la mayoría de la gente, como que hemos engordado, que envejecemos y se nos pasa el arroz para tener marido e hijos, o que hay ropa que nos queda mal. 

     b) El protagonista. Un hombre sencillo, jovial, al que ha abandonado su mujer. Le gusta el deporte, adora los niños y todo eso. Es un dejado, su casa está un poco sucia, porque ya se sabe que los hombres solos... También le preocupa que se le pase el arroz.

     Los dos parecen sacados de una comedia romántica. Ella podía hacerla Jennifer Anniston y él Patrick Dempsey.

   c) La vieja rica que domina el pueblo y es una buena harpía. Esta podía hacerla una Glenn Close que se abandonado a papeles por dinero.

   d) El borracho del pueblo. Pero este, fiel a la tradición romántica del artista maldito, es un pintor genial. Una vanalización total.

   e) El jefe capullo e inútil que siempre mete la pata y se apropia del trabajo de los demás. Además es un machista baboso. ¡Qué horror!

   f) La hermana maltratada y el cuñado maltratador. Estos son fantásticos, porque introducen un toque de conciencia social para que nos escandalicemos, etc... Bastante morbo, que al final es lo que mola.
  
    Etc...

    Y esto último me lleva al tema, que también está perfectamente escogido para triunfar -no leas más si no quieres encontrarte con un spoiler-.

    El tema: la pederastia. Mucho más morbo aún. Y cierto feminismo suyacente, que también está de moda. Con esto no quiero decir que no simpatice con las reivindicaciones de las mujeres, sólo digo que ahora está bien visto. Pederastia y feminismo, lo políticamente correcto. Ni siquiera tenemos que plantearnos ninguna cuestión moral, porque nos reafirma en nuestras convicciones. Insisto en que la pederastia es asquerosa y el machismo es una mierda, sólo quiero decir que estos temas no requieren esfuerzo y como opina lo mismo que nosotros, nos gusta porque estamos de acuerdo.

    De todos modos, tampoco puedo decir que la novela sea un desastre. Me la leí bastante ràpido y creo que a mis alumnos les va a gustar. Además tiene un punto bastante bueno. Se nota que Camilla Lackberg es de pueblo y conoce muy bien cómo funciona el tema ahí -yo también vivo en uno-. Que el móvil del crimen sean las apariencias y el qué dirán me parece que está muy bien traído y quizá sólo por eso merezca la pena leer la novela. 

   En definitiva: literatura de consumo. Gustará a los fans de la novela negra a los que les guste Patricia Cornwell o cosas por el estilo. A mí no.
   

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