En Julio alguien me sugirió que podía hacer una crítica de Petros Márkaris porque estaba en la cresta de la ola y eso tal vez atrajese gente a mi blog. Luego añadió "es una sugerencia". Y yo ahora aprovecho para deciros que, además de sugerencias, acepto peticiones. Como los que me leéis sois casi todos gente que conozco personalmente, no sólo no me importa, sino que me motiva. Con la saga de Kostas Jaritos tardé un poco porque son nueve novelas.
Centrándonos en Petros Márkaris y no en las estrategias publicitarias de mi blog, lo primero que tengo que decir es que me sorprendió realmente enterarme de que Petros Márkaris, que ha alcanzado la fama mundial como escritor de novela negra, es o fue estrecho colaborador de Theo Angelopoulus, porque pocas cosas en el mundo se parecen menos que La eternidad y un día o La mirada de Ulises y la saga de Kostas Jaritos. Por si esta versatilidad no fuese suficiente, resulta de Márkaris también es dramaturgo, economista y escribió una serie de artículos sobre la crisis griega para Alemania. Esto es un punto a su favor, porque no es fácil tocar tantos palos y hacerlo dignamente.
La saga de Kostas Jaritos es una serie de novelas negras protagonizadas por Jaritos, un detective funcionario de la policía griega que, novela a novela, va ascendiendo en el escalafón. Por ahora, la saga consta de nueve títulos. Las seis primeras no se apartan un punto de las convenciones de género:
- Un crimen, que debe ser resuelto.
- Un detective con una personalidad particular.
- Una narración trepidante, con muchos cliff-hungers (picos de tensión no resueltos).
- Se le esconde información al lector, de modo que la acción avanza a medida que el detective, y con él el lector, va descubriendo esa información.
- Una pista falsa a mitad de novela, que despista un poco.
- Una resolución final donde se enlaza todo y donde se sorprende al lector con un culpable inesperado.
- Breves interludios en los que la resolución del crimen deja paso a la vida personal del detective.
Como digo, las seis primeras novelas no se apartan un punto de estas convenciones. Y tienen la rara virtud de no caer en la exageración o intentar darles vueltas al género para sorprender al lector. Kostas Jaritos, como todo detective del género negro, tiene un pequeña particularidad: lee diccionarios. Pero no va más allá. Con eso basta. Si lo hubiese exagerado más, como por ejemplo en True Detective, podría haber construido un personaje inverosímil. Pero no lo hace y Jaritos es tremendamente humano, cercano al lector.
La narración es muy, muy rápida. Márkaris cuenta lo justo que tiene que contar. Ni se entretiene con prolijas descripciones, ni nos marea con subtramas que no vienen a cuento. En este sentido, una de las cosas que más me gusta es que no se recrea contándonos la vida de Jaritos, ni nada de eso. Da los datos justos. En la primera novela está peleado con su mujer, quiere mucho a su hija, es un perro viejo en el cuerpo lo que le vale la continua acusación de facha y poco más.
Puestos a ponerle pegas a las primeras novelas de la serie, la resolución del crimen es un poco chapucera. Quiere mantenerse fiel a esa convención del género de sorprender al lector con el final. Pero Jaritos es un policía que investiga en Atenas, de modo que los sospechosos son todos sus habitantes. Para sorprender al lector es necesario que este mismo lector haya conocido antes al asesino y resulta un poco forzado que, de los no sé cuántos millones de habitantes que tiene Atenas, el asesino vaya a ser ese señor con el que habló el comisario a principio de la novela.
Las tres últimas novelas de la saga son las que le han dado más fama. En ellas, la investigación policíaca se mezcla con la crisis económica, que se ceba especialmente con Grecia. En la séptima novela -Con el agua al cuello-, la crisis es el marco, el contexto en el que tienen lugar los crímenes. No tengo nada en contra de eso y la verdad es que esta novela se lee muy bien, al menos tanto como las seis primeras. El problema de la octava -Liquidación final- y de la novena -Pan, educación y libertad-, es que la crisis económica y sus consecuencias cada vez tienen más peso. Deja de ser el contexto, para ser uno de los temas fundamentales. Y eso lastra mucho la narración. Ya no va como un tiro. Hay grandes interludios, especialmente en la última, en los que Márkaris habla de cómo vive la gente, qué hace, qué dice, y pasa olímpicamente del crimen. No debemos olvidar que son novelas de género. Lo que el lector quiere es lo de siempre. Si quería hacer una novela social, me parece perfecto. Que la haga. Pero mezclar el crimen con la reivindicación política a veces resulta un pegote. De hecho, en la novena creo que el crimen directamente sobra. El contexto de Pan, educación y libertad es un escenario de política ficción en el que España, Grecia e Italia han abandonado el euro. Los griegos las están pasando canutas y surgen movimientos de extrema derecha muy violentos, continuas protestas sociales, etc... La conexión entre esto y los crímenes es un tanto difusa. Hubiese sido más honesto que Márkaris hubiese utilizado a sus personajes, ya conocidos por todos, para contar cómo es su vida es este escenario ficticio, que forzar la trama para meter un crimen que al final acaba importando un pepino.
En cualquier caso, tampoco quiero cebarme con esto. También es interesante leer cómo los griegos se enfrentan a la crisis y comprobar que las reacciones son exactamente igual que en España.
Me remito a un comentario más o menos habitual sobre la literatura de género y cierto complejo de sus lectores para reconocer que leen dichas obras. Si es un lector de un nivel alto, dirá que lee género (ciencia ficción, fantasía, negro...) como evasión (que si en la playa, el autobús, para dormirse, cuando está muy agobiado/a en lo que sea que haga...), pero con cierta sonrisa que pide su absolución ante estas faltas, ya ni te digo si reconoce no sólo que lee sino que disfruta.
ResponderEliminarCon el éxito de la trilogía Millenium, el género negro salió del armario de forma brutal (con todos los nórdicos hasta el actual hit de Jo Nesbo), como antes la novela histórica y los lectores buscan, una vez más, su justificación... Es la novela que mejor analiza la sociedad actual, es una muestra clara del mundo en que vivimos... ¿Entonces qué es lo que buscan? ¿Evasión o un análisis social que, deberían encontrar, en un ensayo al uso?
Como sabes, este verano me he puesto con el género y, cuanto más se acercan al canon Hammett/Chandler más me interesan, como se pongan estupendas queriendo demostrar cosas que no son propias del género, me disperso hasta que me aburro.
No quiero decir que una investigación policíaca no vaya a demostrar nuestras miserias, al fin y al cabo, creo, -y eso tú lo sabes mejor que yo- el policía/detective recoge muchas características del protagonista de las novelas picarescas-, pero sé fiel a lo que propones aunque sea para subvertir los tópicos de género, no pretendas contarme mil cosas distintas, mezcladas y con una ligereza absoluta porque tampoco crees que tus lectores necesiten algo más allá de lo que puede ofrecer una de esas agendas con 365 frases y conocimientos ingeniosos.