Peliculón con todas las letras. Le dieron el Oso de Oro en 2008 y, por una vez, el premio aquí sí significa algo.
Todo el mundo la compara con la maravillosa Ciudad de Dios, quizá porque la comparación es evidente:
En primer lugar, el tema es más o menos el mismo: la droga, la corrupción, la violencia, las favelas y, en definitiva, el aspecto social del filme. Pero aquí contada desde el punto de vista de la policía. Dice Filmaffinity:
Brasil, año 1997. El capitán Nascimento (Wagner Moura) está al mando de un escuadrón del Batallón de Operaciones Policiales Especiales (BOPE), un cuerpo de élite de la policía de Río de Janeiro. Su misión es actuar en las favelas, en las que la policía, por miedo o por corrupción, no interviene. Nascimento quiere dejar su puesto, ya que está a punto de ser padre, pero antes necesita encontrar un sustituto adecuado. Con ese fin comienza a instruir a dos policías honestos y amigos desde la infancia: Neto, que es un hombre de acción, y Matías, que estudia Derecho porque cree en la ley. Juntos entrarán en el BOPE y cumplirán sus misiones hasta las últimas consecuencias.
Sin embargo, a diferencia de Ciudad de Dios, esta película nos ofrece el punto de vista de la policía, lo que, por momentos, podría interpretarse como que es un poquito facha. El discurso que da Matías a los universitarios progres de clase media alta, llamándolos burgueses de pisitos de clase media y acusándolos de contribuir al mundo de la violencia fumando marihuana podría verse así. Pero yo no creo que se trate de eso. Tropa de élite es una película violenta, muy dura, que no da respiro al espectador y que lo obliga a posicionarse continuamente sin ser maniquea. Si Matias suelta un speech como aquel, es porque quiere sacar a la luz la hipocresía del buenrrollismo de los pijos progres que colaboran con ONGs en las favelas. Como digo, Tropa de élite no es una película maniquea y te obliga a posicionarte continuamente.
Otra de las razones por las que la comparan con Ciudad de Dios es por la calidad. Quizá la obra de Padilha no esté al nivel de la de Meirelles, pero poco le falta. No sólo por el contenido, sino porque además está muy bien contada, con un par de saltos temporales muy bien metidos para generar tensión y una voz en off en los momentos justos que configura al capitán Nascimento hasta convertirlo en uno de los personajes más redondos de la historia del cine sudamericano.
Conclusión: que la vea todo el mundo.
Está bonita que diría Pumares, pero verla doblada es como un capítulo de "Amarte así frijolito".
ResponderEliminarLa versión original subtitilada es obligatoria en este caso.
Pues la verdad es que yo la vi doblada. Pero la volveré a ver en V.O. Seguro que merece la pena.
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