domingo, 10 de agosto de 2014

Nos vemos allá arriba: Pierre Lemaitre



    Nos vemos allá arriba es la ganadora del premio Goncourt 2014. También leí en El País una crítica en la que decían que era una de las mejores novelas sobre la Primera Guerra Mundial (si quieres leerla pincha aquí). Pero ni ganar un premio ni obtener una buena crítica es sinónimo de nada. Todos sabemos cómo funciona el mundillo literario. Los premios se dan por intereses comerciales entre amigos y las buenas críticas se compran. Aún así, la novela despertó mi curiosidad y me la leí. 
    Nos vemos allá arriba es una novela de aventuras de toda la vida. En esa crítica del país la resumían así:

    (...) en los últimos meses de la guerra, un soldado francés es sepultado por un obús y un compañero suyo logra desenterrarlo a punto de asfixiarse, con tan mala fortuna que un trozo de metralla le desfigura el rostro. La culpa es del teniente Pradelle, que les ha lanzado a una ofensiva absurda y asesina con el fin de sacar algún beneficio personal. Albert se siente en deuda con Édouard, hasta el punto de que le ayuda a cambiar de identidad y que sea dado por muerto. En la espera de la desmovilización, la hermana de Édouard aparece para llevarse el cuerpo al panteón familiar. Pradelle interviene y al final se casa con Madeleine, hija de familia rica. La pareja de exsoldados malvive en París mientras el oficial se va enriqueciendo con negocios turbios, como la construcción de cementerios en toda Francia, con la consiguiente exhumación de cadáveres y nuevos enterramientos. Es igual si en lugar de franceses los caídos sepultados son alemanes y si los féretros son tan pequeños que hay que romper piernas y repartir huesos. Por su parte, el monstruoso Édouard, dotado para el dibujo, proyecta un negocio de monumentos patrióticos que Albert se presta a financiar.

    Cuando más arriba dije que Nos vemos allá arriba era una novela de aventuras de toda la vida es porque me recordó muchísimo a Alejandro Dumas o Victor Hugo, incluso en la morosidad con la que se desarrollan las peripecias. Hoy en día, el lector de best seller quiere una acción trepidante, con giros continuos y tensión sin parar. De Nos vemos allá arriba no se puede decir que sea lenta. No es eso. Es simplemente que se recrea más en las situaciones y las acciones que la narrativa de aventuras actual, y es por eso por lo que me recuerda a los novelistas del siglo XIX. Si  el lector acude a ella esperando leer un best seller más como los de Noah Gordon o Ken Follett, que se olvide. Aquí no hay nada de eso. Solo hay una historia como las de siempre. No mas, pero tampoco menos.
    Sin embargo, siento tener que decir que Pierre Lemaitre carece de la fuerza de Dumas o Hugo. Su personaje estrella, el exsoldado homosexual que pierde la mitad de la cara y se esconde tras una colección de máscaras y la morfina, no está ni de coña al nivel del abuelo antiguo oficial bonapartista y paralítico que mantiene a su nieta con vida con pequeñas dosis de veneno de El conde de Montecristo. Es una pena, porque le reconozco a Lemaitre el intento. No se limitó a ofrecer un best seller más con todas sus convenciones, Quiso hacer algo más. Pero no le salió del todo bien. Nos vemos allá arriba se lee bien, pero no va a escribir ni media letra de la historia de la literatura. Es literatura para entretenerse un rato y olvidar. Si es, como dice el premio Goncourt, la mejor novela francesa del 2013, las letras galas están en las últimas. Pero el Goncourt es sólo un premio y todos sabemos cómo se dan los premios.

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