Durante mi
primera juventud fui un fan incondicional de los hermanos Coen. Quizá
fuese porque por aquella época tuve la suerte de ver sus cuatro
obras maestras: Sangre fácil, Fargo, Muerte en las
florew y El gran Lebowski. Luego ellos siguieron
haciendo cine y yo creciendo. Hicieron Crueldad intolerable,
Oh Brother, Lady Killers, El hombre que nunca estuvo allí, Quemar
después de leer, Valor de ley y No es país para
viejos, todas ellas películas que me dejaron frío. No
puedo decir que sean una porquería, pero no me dijeron nada. Y
finalmente vino la etapa de Valor de ley, Un tipo
serio, A propósito de Llewyn Davis y Hail Caesar,
que ya ni siquiera vi, porque tenía la sensación de que los Coen ya
habían dicho todo lo que tenían que decir. No es un crítica. Les
pasa a los más grandes. Andan toda la vida rondando una gran obra,
como si se acercasen a ella. La escriben y se quedan vacíos. Es
normal. La vida y los hombres somos limitados y no tenemos ideas
geniales cada cinco minutos. Le pasó a Cervantes y le pasó a
Tolstoi, los dos más grandes en literatura. ¿Cómo no va a pasarle
lo mismo a los directores de cine? Sin embargo, había dos películas
de la etapa dorada de los Coen que no había visto: Barton
Fink y El gran salto. Ayer de noche decidí
darle una oportunidad a Barton Fink. La verdad es que
estaba un poco nervioso porque esperaba disfrutar a lo grande, como
lo hice los millones de veces que vi de postadolescente Muerte
entre las flores o El gran Lebowski. Y la verdad
es que me quedé un poco frío. No sé si porque la película no es
de las mejores, si porque esperaba demasiado y eso inevitablemente
defrauda un poco, o quizá porque me he hecho mayor y ya no estoy
para este tipo de películas.
Filmaffinity, la página a la recurro cuando no tengo ganas
de resumir las películas dice de Barton Fink:
En
1941, Barton Fink viaja a Hollywood para escribir un guión sobre el
luchador Wallace Berry. Una vez instalado en el Hotel Earle, el
guionista sufre un agudo bloqueo mental. Su vecino de habitación, un
jovial vendedor de seguros, trata de ayudarlo, pero una serie de
circunstancias adversas hacen que se sienta cada vez más incapaz de
afrontar su trabajo.
Y
a continuación detalla todos los premios que recibió la película
en su momento y recoge dos críticas:
Carlos
Boyero la define como "Inquietante,
sombría, alucinada y sarcástica" y
la propia página dice que "En
el Festival de Cannes se rompió, con esta película, un viejo
récord: hacía 44 años que una misma película no se llevaba los
tres premios principales.". (si
quieres verlo todo pincha aquí)
Como
digo, creo que me he hecho mayor para este tipo de cine. Para
empezar, porque el conflicto empieza tarde. Se demora mucho y, cuando
aparece, el espectador ya está desencantado con la película, ya no
espera que pase nada. En segundo lugar, la película me parece vacía
de contenido. Cuenta la historia de un escritor que llega a Hollywood
y un crimen posterior, pero ni incide en un estudio pormenorizado de
la psicología de los personajes, ni tiene un mensaje, ni nada de
nada. Simplemente es una estética vacía de contenido, sin más que
unos escenarios y unos personajes que son cool, molan o como quieran
llamarlo los adolescentes actuales. En este sentido, la película no
se diferencia mucho de un videoclip de la MTV. ¿A dónde quieren
llevarnos los Coen con esta cinta? ¿Qué plantean? Mucho me temo que
nada más que una estética. Es lo que Finkielkraut, a quien ya he
citado en este blog (aquí),
es lo que llama la cultura de los feelings, una cultura adolescente
que sanciona algo como bueno o malo porque sí, sin más razón que
uno siente que algo es cool o que algo sucks, como decían
continuamente Beavis and Butt Head en aquellos dibujos de la MTV.
No
me gustaría dar la impresión de que Barton
Fink es
una mierda de película como Snowpiercer (aquí).
No es eso. Es simplemente que me defraudó un poco porque no le vi
contenido alguno. Quizá me gustaban tanto los hermanos Coen cuando
era un postadolescente porque a esas edades la forma de razonar de
uno es precisamente la de la cultura de los feelings, y tengo que
reconocer que los Coen han sabido crear una estética propia muy
atractiva. Pero, por lo menos en lo que atañe a Barton
Fink,
poco más. Por lo de pronto, no voy a volver a ver ninguna de
aquellas cuatro grandes películas que les recuerdo de mi primera
juventud. Si no me equivoco, El
gran Lebowski era
un canto a la filosofía hippie, pero me aterra volver a verla y
comprobar que lo que me parecía genial a los dieciséis años, no es
más que un artificio vacío.
Conclusión: Barton
Fink está
bien, pero no es para tirar cohetes.
Al final, creo, todos siendo postadolescentes flipamos con los Coen. A mí "Barton Fink" me gustó, pero también es cierto que la vi con veintitantos. Como tú dices, me quedo con las películas suyas que me gustaron mucho, pero no sé si me atrevería a volver a verlas. Y en cuanto a los personajes, menos Fargo y puede, puede, que "El Gran Lebowsky", para mí los Coen inciden más en la estética que en la profundidad de los personajes. Quizá por eso, sus últimas películas no me entusiasman y la última "A propósito de Llewyn Davis", como mucho, entretiene.
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