sábado, 26 de julio de 2014

Los Tenenbaums (Wes Anderson)






   Los Tenenbaums es la metáfora perfecta de lo que pudo ser y no fue. Una familia rica, con tres hijos genios y un vecino escritor, lo tenía todo para triunfar y, sin embargo, algo se torció y las cosas acabaron mal. Exactamente igual que la película. El fracaso de la familia Tenenbaum es el fracaso de la película. Lo tenía todo para gustarme. Un director con un estilo propio a prioiri, una estética personal, una exquisita realización formal, casi obsesiva, y un reparto de lujo y las consiguientes actuaciones magistrales. Sin embargo, como la familia Tenenbaum, la película se diluye como un azucarillo. Empieza potentísima, con la presentación de los personajes en forma de falso documental con un ritmo atronador y unas imágenes tan cuidadas y bellas que valía la pena verlas sólo por lo trabajado del encuadre, por la estética. Y, sin embargo, la película no va más allá. A medida que pasan los minutos, nos encontramos con unos personajes que de raros son inverosímiles, y un guión que va a la deriva. Ya desde la media hora de película me preguntaba a dónde demonios quería ir a parar este hombre con la historia que me estaba contando. Por lo que vi en pantalla, Gene Hackman, el patriarca de los Tenenbaum, que es un abogado caradura que se ve sin blanca y en la calle y decide engañar a su familia para que lo acoja fingiendo que tiene un cáncer terminal. La familia se entera y lo echa de casa, pero la llama ya ha prendido. El patriarca Tenenbaum ha descubierto los valores de la familia y se propone recuperarla, El mensaje es de lo más ñoño y podría ser el argumento de cualquier peliculilla de Nicolás Cage. Sin embargo, Wes Anderson recurre a un tono satírico que no pega ni con cola, de modo que el espectador no sabe a qué carta quedarse. 
    Ayer, hablando con un amigo muy cinéfilo en el bar, me dijo que con Wes Anderson sabes lo que vas a ver: una colección de personajes muy muy raros y una película que no tiene mucho sentido, pero que estéticamente es una pasada. Pues bien. Si Wes Anderson es eso, a mí no me llega. Una película cuenta una historia. Sin historia lo que ves es una sucesión de cuadros y para eso prefiero irme al Museo del Prado. En cualquier caso, parece que ahora está muy de moda entre el público hipster, lo cual es perfectamente explicable, porque entre este sector de la población se pone de moda todo lo que sea comercial, pero que nos lo vendan como alternativo -como su estética, que han comprado en una campaña publicitaria-.
    Aunque Los Tenenbaum me parece una película prescindible, recomiendo verla, aunque sea para tener argumentos para opinar sobre lo que se ha convertido en un tema de conversación de los culturetas.

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