Todos los pueblos, muy primitivos que sean, tienen magia y religión. Pero también ciencia. El dominio de la magia y la religión es lo sagrado, mientras que el dominio de la ciencia es lo profano. La magia y la religión se basan en creencias en seres sobrenaturales. Por el contrario, la ciencia y el dominio de lo profano se basan en la capacidad de razonar. La caza, la recolección, hacer una choza, etcétera son los rudimentos de lo que es la ciencia.
Tylor sostenía que el origen de la religión estaba en el animismo, en la creencia en seres espirituales. Esta creencia se ha originado de una interpretación equivocada de los sueños, las visiones, las alucinaciones, etcétera. El hombre primitivo, al reflexionar sobre tales cosas, dio en distinguir entre cuerpo y alma. Le pareció obvio que el alma continuaba viviendo tras la muerte puesto que se aparecía en los sueños, etcétera, y parece influir en los destinos de los hombres. El hombre tiende a imaginar el mundo externo a su propia imagen. Si los animales, plantas y objetos le ayudan o le son adversos, habrán de estar animados por un alma o espíritu.
A Malinowski le parecía que esta concepción de la religión primitiva otorgaba al salvaje una capacidad de observación y racionalización demasiado alta. Según él, el primitivo estaba más preocupado por la pesca y la agricultura y en los festejos de su tribu que en especulaciones o explicaciones de dobles o estados catalépticos.
En lo que se refiere al origen de la religión, Malinowski está mucho más cerca de sir James Frazer que de Tylor. Para el autor de La rama dorada los tres problemas base de la religión primitiva eran la magia y su relación con la religión y la ciencia, el totemismo y el aspecto sociológico del credo salvaje, los cultos de la fertilidad y la vegetación. Frazer sostiene que el animismo no es la única, ni tampoco la dominante creencia de la cultura salvaje. El primitivo busca ante todo consultar el curso de la naturaleza para fines prácticos y lleva a cabo tal cosa de modo directo por medio de rituales y conjuros, obligando al viento y al clima, a los animales y a las cosechas a obedecer su voluntad. Sólo mucho después, al toparse con las limitaciones del poder de su magia, se dirigirá a seres superiores. Frazer ve aquí la distinción entre magia y religión. La segunda se basa en la mediación de seres sobrenaturales, mientras que la primera lo hace en la confianza del hombre en poder dominar la naturaleza de modo directo. En este sentido, la magia es pariente de la ciencia. La religión es la confesión de la impotencia humana en ciertas cuestiones. Eleva al hombre por encima del nivel de lo mágico y más tarde logra mantener su independencia junto a la ciencia, frente a la cual la magia tiene que sucumbir.
Malinoski recoge algunas de las críticas que se le han hecho a Frazer: La ciencia nace de la experiencia y la magia está fabricada por la tradición; la ciencia se guía por la razón y se corrige por la observación, mientras que la magia es impermeable a ambas y vive en una atmósfera de misticismo; la ciencia está abierta a todos los miembros de la tribu, mientras que la magia es oculta; y la ciencia se basa en las fuerzas naturales y la magia en un poder místico.
Otro de los grandes temas que se derivan de La rama dorada y a los que Malinowski presta atención es el de totemismo. En este punto cita a Durkheim. Para el sociólogo francés el totemismo surge de la necesidad práctica que tiene el hombre salvaje de controlar la naturaleza y del interés por ciertos animales o cosas con las que se identifican y los que le ayudarán a controlar la naturaleza. Además, el totemismo tiene una función social: sirve para organizar la tribu clanes, etcétera.
Y, por último, el otro gran tema que se deriva de La rama dorada es el del culto a la fertilidad. El hombre primitivo ve en los ocasos, las muertes, etcétera, un preámbulo a volver a nacer (de aquí surgen los estudios por ejemplo de Van Gennep). Frazer cree que la religión surge de las grandes crisis de los hombres, como el matrimonio, la entrada en el mundo adulto, la muerte etcétera. Éstas crisis están íntimamente relacionadas y se expresan simbólicamente por medio de los ritos de paso.
A continuación, Malinowski se centra en el programa del conocimiento de los primitivos. Sostiene que hay dos tendencias o posturas antitéticas a este respecto: la que lidera Levi Bruhl que cree que los primitivos eran absolutamente irracionales, completamente mediatizados por la religión e impermeables a la ciencia, y los que creen que no, que los hombres primitivos también poseían un conocimiento práctico. Malinowski apela a sus experiencias en las islas Trobiand y cree que este ejemplo es universal, que puede exportarse cualquier cultura. En estas islas convivían la ciencia y la religión. Para algunas cosas los trobiandeses tenían saberes prácticos fruto de la observación, y en otras ocasiones recurrían a la religión. El salvaje tiene dos dominios de la realidad: el de la región sacra del credo y el culto, y el del mundo profano de las acciones prácticas y puntos de vista racionales.
Malinowski es un funcionalista, de modo que le busca una función a cualquier institución o manifestación cultural. La supervivencia de las sociedades necesita de la tradición, necesita que se mantengan los saberes que se han venido acumulando a lo largo de los años. Los ritos de paso son hechos culturales por medio de los cuales los novicios aceptan esa tradición. La religión sacraliza los ritos de paso y convierte así en cultural un hecho biológico. De este modo, Malinowski llega a la conclusión de que la función de la religión es mantener la sociedad.
Malinowski ve dos cuestiones fundamentales en la vida humana: el sexo y la nutrición. La religión los regula y los sacraliza.
El hombre salvaje concibe la naturaleza como una inmensa despensa. Los entornos determinan qué es importante para las personas. El totemismo es fruto de la relación del hombre con esas cosas del entorno que les son necesarias. Por medio del totemismo se sacralizan sus necesidades y expresan la voluntad o el deseo de dominar esas cosas importantes.
La religión tiene dos funciones fundamentales en lo que se refiere a la muerte:
A) morir es una desgracia terrible que afecta mucho y negativamente a las personas. La religión nos ayuda psicológicamente y hace soportable la existencia con la idea de la vida eterna.
B) cuando se muere un ser querido, es muy fácil venirse abajo, desmoronarse y mandar todo al cuerno. Eso acabaría con la sociedad. La religión impide este derrumbe y mantiene así la sociedad.
La religión también funciona como forma de cohesión social por medio de los ritos cíclicos. En estos ritos participa toda la comunidad, las personas se igualan y se sienten miembros de una misma comunidad.
Cuando se muere ser querido, el salvaje esta tan dolido que no sabe qué hacer. El resto de la sociedad y la religión le ofrecen la seguridad del ritual.
La diferencia entre magia religión estriba en que en la magia el salvaje sabe exactamente para qué la hace, tiene un fin concreto. La religión no. Como Frazer, Malinowski cree que magia y ciencia se parecen muchísimo y llega a definir la magia como una pseudociencia. Sin embargo, "la ciencia… se basa en la experiencia normal y universal de la vida cotidiana, en la experiencia que el hombre adquiere a luchar con la naturaleza en aras de su supervivencia y seguridad, y está fundamentada en la observación y fijada por la razón. La magia se basa la experiencia específica de estados emotivos en los que el hombre no observa la naturaleza, sino a si mismo, y en los que no es la razón, sino el juego de emociones sobre el organismo humano el que desvela la verdad".
Tanto la magia como la religión surgen en las crisis vitales. Ayudan o creemos que nos ayudan a superarlas. No se basan como la ciencia en la observación racional, sino la fe, el rito, etcétera.
Sobre el mito:
"Estudiado en vida, el mito, como veremos, no es simbólico, sino que es expresión directa de lo que constituye su asunto; no es una explicación que venga a satisfacer un interés científico, sino una resurrección, en el relato, de lo que fue una realidad primordial que se narra para satisfacer profundas necesidades religiosas, anhelos morales, sumisiones sociales, reivindicaciones e incluso requerimientos prácticos. El mito cumple, en la cultura primitiva, una indispensable función: expresa, da bríos y codifica el credo, salvaguarda y refuerza la moralidad, responde de la eficacia del ritual y contiene reglas prácticas para la guía del hombre. De esta suerte el mito es un ingrediente vital de la civilización humana, no un cuento ocioso, sino una laboriosa y activa fuerza, no es una explicación intelectual ni una imaginería del arte, sino una pragmática carta de validez de la fe primitiva y de la sabiduría moral".
"En las observaciones con las que abrirnos nuestra exposición desechamos y quitamos crédito a dos teorías en boga sobre el mito: la opinión de que éste es una traducción poética de fenómenos naturales y la doctrina de Audrew Lang según la cual el mito es esencialmente una explicación, o sea, una suerte de ciencia primitiva. Nuestro enfoque ha mostrado que ninguna de esas dos actitudes mentales domina en la cultura primitiva; que ninguna de las dos puede explicar la forma de los relatos sacros de los salvajes, su contexto sociológico y su función social. Pero una vez que hemos advertido que el mito sirve principalmente para establecer una carta de validez en lo sociológico o un modelo retrospectivo de conducta, en lo moral, o el supremo y primordial milagro de la magia, está entonces claro que ambos elementos, el de explicación y el de interés por la Naturaleza, habrán de encontrarse en las leyendas sacras. Y ello es así porque un precedente explica los casos consiguientes aunque haga esto en un orden de ideas del todo distinto de la relación científica de causa y efecto, motivo y consecuencia. También el interés por la naturaleza es evidente si advertimos hasta qué punto es importante la mitología de la magia, y cuán definidamente apunta ésta a las preocupaciones económicas del hombre. Con todo, la Mitología está en esto muy lejos de ser una rapsodia contemplativa sobre los fenómenos de la naturaleza. Entre ésta y mito han de interpolarse dos eslabones: el interés pragmático que el hombre siente por ciertos aspectos del mundo interno y su necesidad de suplir, mediante la magia, el control racional y empírico de ciertos fenómenos".
"Ahora ya he completado mi exposición de los hechos y el conjunto de mis conclusiones; sólo me resta resumirlos brevemente. He intentado mostrar que el folklore, esto es, esos relatos que maneja una comunidad primitiva, vive en el contexto cultural de la tribu y no sólo en su narrativa. Entiendo por lo dicho que las ideas, las emociones y los deseos asociados con un relato dado no son experimentados únicamente cuando se narra la conseja, sino también cuando en ciertas costumbres, reglas morales o procedimientos rituales se da consenso a su imagen. Y aquí es donde se descubre una diferencia entre los distintos tipos de relato. Mientras que en el puro cuento que se narra junto a la hoguera el contexto sociológico es angosto, la leyenda ya penetra con mucha mayor profundidad en la vida social de la comunidad y el mito desempeña una función social mucho más importante. El mito, como constatación de la realidad primordial que aún vive en nuestros días y como justificación merced a un precedente, proporciona un modelo retrospectivo de valores morales, orden sociológico y creencias mágicas. No es, por consiguiente, ni una mera narración, ni una forma de ciencia, ni una rama del arte o de la historia, ni un cuento explicativo. El mito cumple una función sui generis íntimamente relacionada con la naturaleza de la tradición y con la continuidad de la cultura, con la relación entre edad y juventud y con la actitud del hombre hacia el pasado. La función del mito, por decirlo brevemente, consiste en fortalecer la tradición y dotarlo de un valor y prestigio aún mayores al retrotraerla a una realidad, más elevada, mejor y más sobrenatural, de eventos iniciales".