viernes, 14 de agosto de 2015

David Le Breton: Antropología del dolor.




   Este ensayo viene a complementar lo dicho en Antropología del cuerpo en la modernidad
    Nuestra cultura entiende el dolor como algo que solo afecta a los sentidos. Sin embargo, también afecta a la percepción y, si es así, tiene un componente simbólico, imaginario y, en última instancia, cultural. Le Breton no niega que el dolor sea un hecho biológico universal. Ante determinados estímulos externos todos los seres humanos sanos -hay ciertas enfermedades que lo impiden- sentimos dolor. Sin embargo, el umbral ante el que reaccionamos y el modo de respuesta es cultural. Le Bretón habla de soldados rusos a los que amputaron una pierna durante la guerra mundial que rechazaron la anestesia y asistieron a la operación sin inmutarse, mientras que los franceses gritaban y se desmayaban. Pero no hay que ir tan lejos. A los niños en el colegio se les enseña la resistencia ante el dolor, mientras que a las niñas se las educa en la emotividad.  
   Una vez expuesta su tesis, Le Breton traza una panorámica de las diferentes religiones y el modo en que éstas entienden el dolor. 
   El judaísmo cree que el dolor es el resultado del castigo divino. En el Génesis Adán y Eva obraron en contra de los mandatos de Dios y fueron castigados por ello con el dolor. Así, el dolor se concibe como algo justo que Dios da a los malos. Sin embargo, el judaísmo tiene que enfrentarse la paradoja del dolor en los justos, como le sucede a Job. Y, como sucede en El libro de Job, los judíos creen que el ser humano tiene derecho a rebelarse contra el dolor cuando es injusto.  
   Por el contrario, el cristianismo tiene una concepción positiva del dolor. Jesús, el hijo de Dios, vino al mundo a sufrir por nosotros. Padecer dolor nos asemeja al martirio de Cristo y, por tanto, nos acerca a Dios. De ahí toda la tradición en el cristianismo de penitencias, flagelaciones, etcétera -en el siglo XX esta concepción cristiana del dolor está cambiando y ya se acepta la intervención del médico para mitigar el dolor-.  
   El protestantismo de Lutero y su exaltación del trabajo y la creencia en la gracia divina y el reconocimiento de los elegidos por parte de Dios aquí en la tierra se aleja de esta valoración católica del dolor.  
   El islam es sometimiento total ante Dios. El fiel tiene que aceptar el dolor sin revelarse como Job, pero se puede recurrir a los médicos para que lo alivien porque así lo expresa Mahoma en el Corán.  
   El hinduismo y el budismo tienen el sufrimiento en el centro de sus metafísicas. La condición humana es dolor, que no es un castigo de los dioses, sino fruto de la ignorancia humana. Ambas religiones proponen superar este dolor por medio de la disciplina constante, retirándose de la vida mundana y por medio de sofisticadas técnicas de autocontrol.  
   En nuestra sociedad "la facilidad para recibir una respuesta antálgica ante el más mínimo trastorno acostumbra al actor a buscar un modo de tratamiento inmediato y eficaz. La demostración de su resistencia como signo debilidad o de pertenencia al grupo disminuye de valor en una sociedad acuciada por el temor a sufrir, donde los antiguos modos de enfrentarse al dolor han perdido todo arraigo… En nuestras sociedades heterogéneas, abiertas a múltiples influencias y donde el individualismo es una estructura social, las formas personales de relación con el dolor se configuran con mayor o menor libertad sobre los modelos culturales tradicionales, presentándose como un entramado de actitudes". 
    Esta última idea de que no hay una única concepción cultural del dolor le lleva a analizar diversos aspectos del dolor en nuestra sociedad:  
   A) el dolor como moral: de la idea de que el dolor viene a castigar algo que se ha hecho es fácil derivar que el dolor es una cuestión moral.  
   B) en relación con las clases sociales: los pobres siempre interpretan el dolor en relación al trabajo. No se quejan. Consideran el dolor como un impedimento para su trabajo porque podría parecer que están inhabilitados y eso les quitaría su sustento. De ahí que sea más tolerantes con el sufrimiento. Esto, gracias al Estado del bienestar y la existencia de bajas laborales remuneradas está cambiando. Hoy en día podemos encontrar de baja a trabajadores por causas que hace 50 años serían impensables. 
   Por el contrario, los ricos tienen una relación más instrumental con el cuerpo, al que cuidan, lo que, sumado a que no necesitan el cuero para trabajar, los hace menos tolerantes. 
   Por su parte, los campesinos, que tienen muchísimo trabajo y que no pueden dejar de alimentar sus animales, de recoger la cosecha, etcétera, conviven con el dolor y lo toleran aún más que los trabajadores pobres, porque ni siquiera tienen tiempo para pensar en él. 
    C) el deporte: practicar deportes supone darnos pequeñas dosis homeopáticas de dolor para luego ser capaz de aguantar el gran sufrimiento durante la prueba. En el deporte el límite del dolor lo pone el practicante. Ese pequeño dolor que padece le recuerda que está vivo al focalizar su atención sobre su cuerpo.  
   D) el dolor en los ritos iniciáticos: muchos de los ritos iniciáticos en las más diversas culturas suponen provocar un tremendo dolor a los iniciandos. Superando este dolor, se simboliza que la cultura supera a la naturaleza. Además de esta interpretación, David Le Breton recoge la idea de Mirecea Eliade de que el dolor de los ritos iniciáticos acerca a la muerte. El dolor extremo es morir para volver a nacer y expresa simbólicamente la muerte del anterior estado y el paso al nuevo.

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