sábado, 15 de agosto de 2015

Revenge (Mike Kelley)




   La idea de esta serie era hacer una revisión moderna de el conde de Montecristo. A priori gustaba porque recuerdo haber disfrutado como un enano cuando leí la obra de Alejandro Dumas (y no era tan pequeño). Para mi decepción Revenge resultó ser un culebrón en toda regla. No sólo el guión, hasta la estética y la textura es de culebrón. Me recordó muchísimo cuando era niño y me levantaba para ver rituales a las once de la mañana en la Uno o Dinastía y Flacon Crest después de comer.

   Y sin embargo, Revenge engancha. Con ella experimenté lo que se conoce como un placer culpable. Le oí esta expresión por primera vez a mi amigo JL hace algunos años. Por ella entendía disfrutar con productos culturales de ínfima calidad a sabiendas de que lo son. Le llama placer culpable porque no es algo que se reconozca abiertamente. Nos avergonzamos de que nos gusten estas cosas, hasta el extremo de ocultarlas.

   Ayer me pregunté qué es lo que tenía Revenge para engancharme así a la televisión y, por extensión, todos los culebrones. Y llegué a las siguientes conclusiones:

   En primer lugar, todas tienen lugar en un ambiente de lujo, están protagonizadas por gente rica que lleva el estilo de vida que es el ideal y la aspiración de la inmensa mayoría de la población. Los culebrones te permiten soñar y admirar la vida de los ricos.

   En segundo lugar, todos los actores son guapísimos. Físicamente son las personas con las que sueñas y te enamoras en tu intimidad.

   En tercer lugar el guión presenta continuos giros que sorprenden al espectador y lo desconciertan, de modo que no llega a aburrirse nunca.

   Los giros de guión me llevan a la cuarta característica por la cual estoy convencido de que los culebrones triunfan, y es el uso continuo que hacen de los cliff hungers. Casi cada escena acaba con un pico de tensión no resuelto que tienen al espectador en vilo y lo mantienen pegado a la pantalla con la necesidad ansiosa de saber cómo va a terminar eso.

   En quinto lugar las tramas y los personajes son lo suficientemente estereotipados como para que el espectador los conozca de modo inconsciente y no tener que esforzarse lo más mínimo. Y ya se sabe que la mente humana es perezosa y disfruta mucho más con lo que no le requiere esfuerzo que con lo que si.

   Pero realmente Revenge y los culebrones en general son una puta mierda, por eso son placeres culpables. 

   Eso de soñar y admirar el lujo y el modo de vida de los ricos es penoso. Hay que tener muy poca conciencia de clase para babear con los que ocupen la cúspide de la pirámide social y que, en última instancia, son los responsables de tu sometimiento de clase. Es ser un tío Tom. 

   Los giros de guión no son como en Sospechosos habituales, donde todo encaja como un reloj suizo y te sorprende la pericia de los guionistas. En los culebrones los giros de guión son forzados. Los guionistas recurren a pérdidas de memoria o amnesias cuando les hace falta, a personajes que cambian radicalmente de buenos a malos sin ninguna razón aparente, a muertes súbitas, a nuevos personajes que aparecen sólo para resolver una encrucijada de la acción que no sabían cómo hacer, etcétera.

    Los cliff hungers también son forzadísimos. Generalmente apenas si hacen avanzar la acción y sólo consiste en dejar una conversación por la mitad con una música que invita al suspense o con un personaje que descubre algo que afecta de forma determinante a su vida pero no se nos dice cómo va a reaccionar. En este sentido las comparaciones con Perdidos son inevitables. Perdidos tiene muchos defectos, pero hay que reconocerle a los guionistas que eran unos auténticos maestros en el uso de los cliff hungers. Como en los culebrones, cada escena terminaba con un pico de tensión no resuelto, pero, a diferencia de aquellos, en Perdidos la acción sí que avanzaba mucho. El problema con el que se encontraron los guionistas fue que era muy difícil enlazar todos aquellos frentes que habían abierto y por eso el final de la serie defraudó a casi todo el mundo. Esto no va a pasar con Revenge porque, como digo, los cliff hungers aquí apenas si hacen avanzar la acción, no abren nuevos frentes, y resultará muy fácil a los guionistas dar una solución lógica a todo.

   Los personajes y las acciones estereotipadas acaban cansando. Uno tiene la sensación de que esto ya la visto una y mil veces y desconecta. La Madeleine Stone/Victoria de Revenge es la Angela Chaning de Flacon Crest o la Joan Crawford de Dinastía.

   Por eso este placer culpable no aguanta más de cinco capítulos y acabé hasta las pelotas de las aventuras y desventuras de Emily. Si aguanté hasta el final sólo fue por interés sociológico.

2 comentarios:

  1. ¿No es un remake de la película Revenge, con Kevin Costner y, precisamente, Madeleine Stowe?

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  2. No.A mí también me confundió, pero son totalmente distintas,

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