El estoicismo no es una escuela cerrada. En ella se permite discutir el pensamiento del maestro, por lo que no se puede decir que hay una total uniformidad en el pensamiento.
Asimismo, tradicionalmente se distinguían tres etapas dentro de esta escuela:
1) Antiguo o primer estoicismo, fines del siglo IV al II: donde destacán Zenón, Cleantes, Crisipo.
2) Medio o segundo estoicismo, siglos II a I; en la que se importa la doctrina a Roma y en la que destacan Panecio y Rodio y Posidonio Sirio.
3) Estoicismo del Imperio Romano, sea griego o latino: donde destacan Cornuto, Musonio Rufo, Dión Crisóstomo, Séneca, Epicteto y Marco Aurelio.1
Dadas la naturaleza de este trabajo, no podemos detenernos a analizar pormenorizadamente los detalles de cada pensador estoico porque ello implicaría una extensión muy por encima de las características prescritas. Por eso nos ceñiremos a las características comunes, sin prestar atención a pequeños matices a no ser que sea muy significactivos.
La división clásica de su filosofía es, como en el caso epicúreo, lógica, física y ética. Para ejemplificar esta división, compararon su filosofía con un ser vivo (la lógica son los huesos y tendones, la física es la carne y la ética el alma2), con un huerto en incluso con un huevo3. Todo el sistema de filosofía estoica, otra vez como sucedía en el caso epicúreo, se subordina a la ética4. Esto no quiere decir que la lógica y la física no tengan importancia, sino todo lo contrario. La lógica y la física son el sustento de la ética estoica5. Sin la particular forma de concebir el conocimiento y, sobre todo, la armonía universal de la que hablan en su física, es imposible entender su ética. De ahí que, una vez más, tengamos que hacer una breve exposición de estas dos ramas.
Para la filosofía estoica sólo puede comprenderse el mundo a través de la percepción sensorial, y que no puede existir conocimiento alguno que no dependa de esta. Zenón, como Epicuro, es un sesualista. Sin embargo, ambos filósofos siguieron caminos completamente distintos. Mientras que Epicuro reconocía únicamente una diferencia de grado entre humanos y animales, para Zenón la esencia del ser humano está definida por el logos, el cual se conecta con él por medio de la percepción sensorial6.
El primer paso en el conocimiento pasa, como acabamos de decir, por la percepción sensorial. De ahí, pasamos a representación o phantasia, que es cómo llegan a nuestra mente las cosas que proceden del exterior. La phatasia es la imagen perceptual, conscientemente registrada de la sensación7. El siguiente paso consiste en la aprehensión o katalepsis (representaciones catalépticas), que se produce por el asentimiento de dichas percepciones8. Cuando la phantasia emerge, el logos se activa simultáneamente. Emite un juicio que no determina la verdad objetiva de la representación, pero sí su validez. Puede dar su asentimiento, retirarlo o suspender el juicio, lo que determina la efectividad de la representación para el conocimiento o la acción.
La representación se fija a través del recuerdo, y las imágenes recordadas pueden surgir como imaginación en sueños o locura. En la memoria se acumulan representaciones, y la experiencia se forma a partir de la repetición de imágenes recordadas. Aunque los animales también tienen representaciones, solo el ser humano, por su racionalidad, puede procesarlas lógicamente, formar conceptos universales y establecer así la base para su existencia espiritual y una vida consciente de su propósito.
Además de las representaciones, los estoicos reconocen otros criterios de conocimiento: los conceptos generales (énnoiai). Estos se desarrollan durante el proceso de pensamiento, pero no son meramente subjetivos. Estos conceptos generales actúan como preconceptos (prolépsis) de nuestros juicios. Tienen carácter objetivo porque se forman a partir de nuestra naturaleza. Son fundamentales en el pensamiento de todos los individuos y son universales (koinai énnoiai). En cierto sentido, son innatos, pero no son ideas en el sentido platónico, ya que lo universal no existe independientemente del pensamiento, sino que es generado por el pensamiento a partir de las percepciones9.
Precisamente es el hecho de que los ennoiai sean los que permiten las comunicación, lo que hace que los estoicos pusiesen tanto en la relación entre pensamiento y lenguaje. Para el estoicismo, la claridad en el lenguaje supone un pensamiento claro. En el estoicismo, la racionalidad implica la capacidad de hablar articuladamente, de utilizar el lenguaje. Pensar y hablar son dos aspectos de un proceso unitario de conocimiento en el que se reconoce no solo objetos, sino también conexiones entre cosas y estados de cosas. La base empírica de los estoicos se convierte en una experiencia racional cuando es interpretada discursivamente a través del lenguaje. La verdad de las palabras radica en su correspondencia con la realidad, ya que tanto la realidad como las palabras que la expresan son consideradas "racionales". El universo se percibe como una estructura racional donde las palabras y las cosas están interconectadas, al igual que las proposiciones que las expresan. Estas conexiones entre las cosas y las proposiciones son posibles debido a una ley universal presente en la naturaleza, que refleja un lógos cósmico y divino10.
El universo es concebido por los estoicos como una entidad que abarca tanto lo material como lo divino. En esta visión, la materia primordial del universo es el fuego, el cual experimenta transformaciones en diversos estados físicos a través de la influencia del Logos, un principio racional universal que es considerado como divino. Este Logos, como deidad, guía la transmutación del universo, generando un ciclo regular que culmina en una conflagración cósmica donde el fuego original marca el fin de un período y el comienzo de otro. Cada uno de estos períodos cíclicos es idéntico, lo que implica que todos los eventos del universo se repiten de manera indefinida11. Dado que el ser humano es visto como una parte integral del universo, este eterno ciclo también se manifiesta en la historia humana. Todo se repite infinitamente12.
Como consecuencia de su teoría del conocimiento, la física estoica es una física materialista. Según ellos, existe una única realidad, que no es azarosa ni fatua. Existe un móvil, un rector, un agente pensante y dinámico que todo lo dirige y lo gobierna: el Lógos. Prueba de que existe un orden es la armonía que encontramos en el mundo, desde las plantas hasta el orbe y las estrellas, pasando por la casa, el gimnasio o el foro. Esta armonía es el logos13.
En vez de señalar cuatro causas al modo aristotélico, propusieron solo dos principios: lo que hace (el Lógos) y lo que padece (la materia). La materia es pasiva, es el sustento y lo que subyace a toda entidad material. Pero, para que un ente lo sea, es necesaria una esencia que lo haga ser lo que es. Esto no lo constituye la materia por sí sola. La materia necesita que algo o alguien imprima en ella lo constitutivo. Este principio activo, de naturaleza corpórea e inmaterial, es el Logos14.
El movimiento, la fuerza que hace que las cosas cambien es el pneuma15. Pero El logos es el Dios de todo esto porque es el ordenador y configurador del mundo. Todo lo que es configurado por el Logos guarda dentro de sí algo de él, es decir, conservan en su esencia algunas cualidades del Dios, como lo racional, lo anímico o lo ordenado. El mundo es racional porque su principio (el Logos) es racional. En consecuencia, todos los acontecimientos están férreamente determinados por una necesidad causal inexorable a la que los estoicos llaman destino o providencia. Es un orden necesario, pero totalmente racional. Es la legalidad16.
1 Reyes, A. Op. Cit. pp. 77-78.
2 Cfr. Diógenes Laercio, en Filosofía helenística. Selección de textos. Mas Torres, S. en Curso: Historia de la Filosofía Antigua II | UNED , p. 13.
3 Pero estos [los que defienden la bipartición de la filosofía en física y ética] parecen haber procedido incorrectamente frente a aquellos que, de manera más satisfactoria, dividen a la filosofía en física, ética y lógica. Su iniciador fue, en efecto, Platón, puesto que discutió muchas cuestiones físicas, muchas éticas y no pocas lógicas. A esta división se atienen expresamente Jenócrates, los peripatéticos y también los estoicos. Por ello comparan a la filosofía, no inverosímilmente, con un huerto rico en frutos: a la física con la altura de los árboles, a la ética con la plenitud de las frutas, a la ética con la fortaleza de los muros. Otros dicen que la filosofía es como huevo: la ética es como la yema, que algunos dicen que es el polluelo, la física como la clara, que es el alimento para la yema, y la lógica es como la cáscara externa.
Sexto Empírico, en Filosofía helenística. Selección de textos. Mas Torres, S. en Curso: Historia de la Filosofía Antigua II | UNED , p.14.
4 Cfr. Reyes, A. Op. Cit. p. 79.
5 A propósito del estoicismo cabe hablar de «sistema» en la medida en que lógica (que incluye una teoría del conocimiento), física y ética guardan una estrecha relación entre sí, que toma pie en la suposición de la existencia de una ley cósmica racional y racionalmente cognoscible que abarca tanto el acontecer material como el pensamiento humano.
Mas Torres, S., Op. Cit., p.213.
6 Cfr. Pohlenz, M., La Stoa. Historia de un movimiento espiritual, Madrid, Taurus, 2022, p. 59.
7 Cfr. Mas Torres, S. Op. Cit., p.214; Pohlenz, M. Op.Cit. p. 59.
8 Martínez Fernández, I. El estoicismo en https://canal.uned.es/video/5de6610b5578f23814257e12; Mas Torres, S. Op. Cit., p.214; Pohlenz, M. Op. Cit. p. 60.
9 Cfr. Mas Torres, S. Op.Cit. pp. 215.
10 Cfr. Mas Torres, S. Op. Cit., pp. 216-217; Pohlenz. M. Op. Cit. pp. 39-58.
11 Paréceles a Zenón, Cleantes y Crisipo que la sustancia se transforma en fuego, el cual es una especie de simiente y que, a partir de éste, nuevamente se lleva a cabo la reconstrucción del mundo, tal como antes existía.
Estobeo, en Mas Torres, S., Op. Cit. p. 66.
Zenón enseña que, aun cuando algunas cosas se pierdan de este mundo, él mismo permanece, sin embargo, para siempre, porque en él están presentes los elementos de los cuales se generan las cosas materiales. De igual modo dijo que él en verdad crece pero no llega perecer, porque siguen existiendo los elementos con los cuales puede reconstruirse.
Filargirio, en Mas Torres, S., Op. Cit. p. 66.
12 Cfr. Pohlenz, Op. Cit. pp. 82-87; Reyes, A. Op. Cit. p. 81.
13 Que la cuarta causa, y ésta incluso la más poderosa, es la uniformidad de movimiento y de las revoluciones del cielo, del sol, de la luna, y la distinción, la variedad, la belleza, el orden de todas las estrellas; y que el aspecto mismo de estas cosas indica suficientemente que ellas no son casuales. De la misma manera que si alguien va a una casa o al gimnasio o al foro, al ver el orden, la moderación, la disciplina en todas las cosas, no podría juzgar que esto se hace sin una causa, sino que entendería que hay alguien que preside y a quien se obedece, mucho más en medio de tan grandes mociones y tan grandes vicisitudes, y ante ordenamientos de tantas y tan grandes cosas ante las cuales en nada jamás el inmenso e infinito pasado ha mentido, es necesario que juzgue que los movimientos tan grandes de la naturaleza son gobernados por alguna mente.
Cicerón, De natura deorum II, 15 y ss.
14 Les parece que hay dos causas de todo: lo agente y lo paciente. Así pues, el elemento paciente es una sustancia sin cualidad, la materia, y lo agente es la razón insita en ella, la divinidad. Pues ésta, que es eterna, a través de toda ella modela todas las cosas. Esta idea fundamental la sostienen Zenón de Citio en su Sobre la esencia, Cleantes en su Sobre los átomos, Crisipo en el primer libro de su Física, hacia el final, Arquedemo en su Sobre los elementos y Posidonio en el segundo libro de su Tratado de Física.
Diógenes Laercio, en Mas Torres, S., Op. Cit., p. 54.
15 Cfr. Pohlenz, Op. Cit. pp. 78-80.
16 Cfr. Pohlenz, M. Op.Cit. pp. 110-114.
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