El escepticismo no es una escuela homogénea, ya que presenta diversas corrientes y enfoques filosóficos, por lo que, como sucedía con los estoicos, nos limitaremos a establecer las características generales.
El escéptico se opone a los dogmáticos que buscan definir con certeza qué es la verdad en las cosas y qué es la falsedad1.
A diferencia de los epicúreos y los estoicos, los escépticos no se cuestionan cómo percibimos las cosas, sino si las cosas son realmente como se perciben2. Los escépticos desconfían de la capacidad de los sentidos y de la razón para captar la realidad de acuerdo con su verdadera naturaleza.
En primer lugar, sostenían que las percepciones sensoriales varían entre individuos y en diferentes circunstancias. Esto los lleva a concluir que no hay una percepción objetiva y universal de la realidad. Esta variabilidad en las percepciones cuestiona la validez de las sensaciones como fuente fiable de conocimiento. Esto no significa que la percepción humana sea defectuosa, sino a la inestabilidad ontológica de las cosas3.
En segundo lugar, las sensaciones son experiencias subjetivas que dependen de factores individuales y contextuales. Esto dificulta establecer una verdad objetiva a partir de ellas. La subjetividad de las sensaciones pone en duda su capacidad para proporcionar un conocimiento sólido y confiable sobre el mundo exterior.
Y en tercer lugar, los sentidos pueden ser engañosos o incompletos en su percepción de la realidad. Esta limitación sensorial contribuye a la invalidez de las sensaciones como base para un conocimiento certero y objetivo.
En el escepticismo, los tropos son argumentos utilizados para cuestionar la validez de los sentidos, las percepciones y las sensaciones para conocer la realidad. Conocemos los tropos a través de Enesidemo y sus Hipotiposis pirronianas, quien a su vez debió conocerlos a partir de un alumno de Pirrón4. Los tropos se emplean para mostrar las limitaciones de las facultades cognoscitivas humanas y la imposibilidad de pronunciarse de manera definitiva sobre las cosas. En este sentido, formalizan el desencuentro entre las sensaciones y los pensamientos de los hombres. Enesidemo enumeró los siguientes tropos: diferencias entre los animales5, de los hombres6, de los usos y las tradiciones7, de la debilidad de las sensasiones8, de las circunstancias externas9, de las condiciones del sujeto10, de la mezcla11, de la confusión12 y de la relatividad de las cosas13.
El escéptico sostiene que las sensaciones solo pueden ser comprendidas como estados internos, y no como entidades independientes de la conciencia que las genera. Por lo tanto, cada afirmación puede ser contrastada con su opuesta, lo cual no implica que ambas sean verdaderas, ni siquiera que una sea más probable que la otra, sino que resulta imposible determinar cuál es la correcta. En consecuencia, la postura más adecuada sería la de suspender todos nuestros juicios14.
El escéptico también llega a la suspensión del jucio al reconocer la incapacidad de la argumentación para determinar la validez o no de una determinada tesis. Según ellos, tampoco podemos conocer la realidad por medio de la argumentación, ya que dos tesis opuestas pueden ser defendidas con la misma validez. Es posible presentar argumentos sólidos y persuasivos a favor de dos posturas opuestas sobre un mismo tema15. Esto significa que, ante la presencia de argumentos igualmente convincentes que respaldan tesis contrarias, no se puede llegar a una decisión definitiva sobre cuál es la correcta. Y esto nos lleva de nuevo a la suspensión del juicio.
En cierta manera, con esta idea de que a toda proposición se le opone otra de igual validez, estaban llevando hasta el límite la dialéctica socrática. Mientras Sócrates utilizaba el método de la refutación (elenchos) para llevar a sus interlocutores a reconocer la inconsistencia de sus creencias, los escépticos la utilizaban para defender la duda radical. Arcesilao adaptó la dialéctica socrática al oponer la tesis contraria a la de sus interlocutores y llevarlos a la suspensión del juicio. Mientras Sócrates solía interrogar a sus interlocutores para que desarrollaran y precisaran su posición, Arcesilao, después de invitar a exponer el pensamiento de estos, les presentaba la posición opuesta. Luego les daba la oportunidad de considerar razones de igual peso a favor de la posición contraria, lo que conducía a la suspensión del juicio. Este enfoque contrasta con la técnica socrática de llevar a los interlocutores a deducir consecuencias contradictorias de sus propias afirmaciones. Arcesilao, al adaptar la dialéctica socrática de esta manera, buscaba cuestionar las afirmaciones definitivas sobre la realidad y fomentar la búsqueda de la verdad a través de la suspensión del juicio16
Por su parte, Carnéades, siguiendo el camino de Arcesilao, utilizó la dialéctica platónica para exponer argumentos a favor y en contra de conceptos como la justicia, refutando a Aristóteles y Platón. Su crítica se centró en los estoicos, principales representantes del concepto platónico-aristotélico de la justicia17.
Podemos definir la suspensión del juicio escéptico (epochê) como la retención del juicio o la creencia sobre cualquier afirmación o proposición, manteniendo una postura de neutralidad y abstención de afirmar o negar algo de manera definitiva. Al suspender el juicio, los escépticos se abstienen de emitir opiniones definitivas sobre la realidad, la verdad, la moralidad o cualquier otro tema filosófico18.
La epochê es la actitud correcta porque, como acabamos de ver, no conocemos nada con seguridad. Pero esto no quiere decir que los escépticos nieguen la posibilidad de conocimiento. Porque negarla, ya sería afirmar algo, y eso sería caer en el dogmatismo19, anatema para la filosofía escéptica20. Por tanto, es crucial diferenciar entre epochê y akatalêxía, ya que no son equivalentes la "suspensión del juicio" y la "imposibilidad de alcanzar conocimiento" o "incognoscibilidad" defendida por los cirenaicos y los Académicos21.
1 Cfr. Chiesara M. L. Historia del escepticismo, Madrid, Siruela, 2007; pp. 21-26; Mas Torres, Op. Cit. pp. 234-235.
2 Cfr. Mas Torres, S. Op. Cit. p. 241.
3 Cfr. Mas Torres, S. Op. Cit. p. 241.
4 Cfr. Chiesara M. L. Op. Cit. p. 95.
5 En el contexto de este tropo, se argumenta que las diferentes constituciones y capacidades sensoriales de los animales dan lugar a percepciones distintas de los mismos objetos o fenómenos. Por ejemplo, se menciona que los ojos de diferentes animales tienen estructuras y capacidades visuales diversas, lo que les permite percibir el mundo de manera única y diferente. Esta diversidad en las percepciones animales sugiere que no hay una única forma "verdadera" de percibir la realidad, sino que las percepciones son relativas y subjetivas.
Cfr. Chiesara M. L. Op. Cit. p. 102.
6 En el contexto de este tropo, se argumenta que las diferencias entre los individuos, ya sea a nivel físico, mental o emocional, pueden influir en la forma en que perciben y juzgan las experiencias sensoriales y los fenómenos del mundo. Por ejemplo, se menciona que las mismas cosas pueden agradar a unos y desagradar a otros, lo que sugiere que las preferencias y percepciones individuales están influenciadas por factores personales y subjetivos.
Cfr. Chiesara M. L. Op. Cit. p. 102.
7 se argumenta que las diferencias en los usos y las tradiciones de las personas y los pueblos pueden dar lugar a interpretaciones y valoraciones distintas de los mismos fenómenos o situaciones. Por ejemplo, lo que puede ser aceptado como una práctica culturalmente válida en una sociedad puede ser rechazado en otra, lo que sugiere que las normas y valores son relativos y subjetivos.
Cfr. Chiesara M. L. Op. Cit. p. 103.
8 la debilidad de los sentidos humanos puede manifestarse en situaciones donde las condiciones externas o internas interfieren con la percepción exacta de los objetos o fenómenos. Por ejemplo, se menciona que la distancia, el tamaño, el movimiento, la enfermedad, las emociones y otras circunstancias pueden alterar la forma en que percibimos las cosas, lo que lleva a una percepción subjetiva y variable de la realidad.
Cfr. Chiesara M. L. Op. Cit. pp. 103.
9 las circunstancias externas, como la lejanía de un objeto, su tamaño relativo o su movimiento, pueden afectar la forma en que lo percibimos. Por ejemplo, se menciona que un objeto puede parecer diferente cuando se observa desde lejos en comparación con cuando se observa de cerca, o que un objeto en movimiento puede generar una percepción distinta a uno estático.
Cfr. Chiesara M. L. Op. Cit. p. 104.
10 las condiciones del sujeto, como la edad avanzada, la enfermedad, las emociones intensas o la necesidad física, pueden alterar la percepción de la realidad. Por ejemplo, se menciona que una persona enferma puede experimentar sabores diferentes a una persona sana, o que el miedo o el amor pueden influir en la forma en que se perciben ciertos objetos o situaciones.
Cfr. Chiesara M. L. Op. Cit. p. 104.
11 la mezcla de elementos como la combinación de sustancias en un objeto, la interacción de factores ambientales o la fusión de características individuales puede afectar la forma en que percibimos los objetos y fenómenos. Por ejemplo, se menciona que la composición de un objeto o la interacción de diferentes elementos en un proceso pueden influir en nuestra percepción de su naturaleza y propiedades.
Cfr. Chiesara M. L. Op. Cit. p. 104.
12 la confusión puede surgir cuando los elementos que componen un objeto o fenómeno no están claramente definidos o cuando se produce una mezcla de características que dificultan su identificación precisa. Por ejemplo, se menciona que la falta de distinción entre elementos en un objeto puede llevar a una percepción confusa de sus propiedades o naturaleza.
Cfr. Chiesara M. L. Op. Cit. pp. 104-105.
13 todas las cosas se definen en relación con otras, ya sea en términos de contrarios (como grande/pequeño, blanco/negro, ligero/pesado) o en términos de comparaciones con elementos opuestos o complementarios. Por ejemplo, se menciona que un objeto puede ser percibido como grande o pequeño dependiendo de lo que se considere como referencia, o que un concepto como el bien o el mal adquiere significado en contraposición a su opuesto.
Cfr. Chiesara M. L. Op. Cit. pp. 105-106.
14 Cfr. Mas Torres, S. Op. Cit. p. 238.
15 Dice Sexto Empírico al respecto:
En efecto, los hombres mejor nacidos, angustiados por la confusión existente en las cosas y dudando de con cuál hay que estar más de acuerdo, dieron en investigar qué es la Verdad en las cosas y qué la Falsedad; ¡cómo si por la solución de estas cuestiones se mantuviera la serenidad de espíritu! Por el contrario, el fundamento de la construcción escéptica es ante todo que a cada proposición se le opone otra proposición de igual validez.
Sexto Empírico., en Mas Torres, S., Op. Cit., p. 17.
16 Cfr. Chiesara M. L. Op. Cit. pp. 46-48.
17 Cfr. Chiesara M. L. O p. Cit. pp. 60-61.
18 Cfr. Chiesara M. L. Op. Cit. pp. 46-54; Mas Torres, S., Op. Cit., pp. 235-237.
19 En efecto, el que dogmatiza establece como real el asunto sobre el que dice que dogmatiza, mientras que el escéptico no establece sus expresiones como si fueran totalmente reales; pues supone que del mismo modo que la expresión ‘todo es falso’ dice que, junto con las otras cosas, también ella es falsa e igualmente la expresión ‘nada es verdad’: así también la expresión ‘ninguna cosa es más’ dice que, junto con las otras cosas, tampoco ella es más y por eso se autolimita a sí misma junto con las demás cosas. Y lo mismo decimos de las restantes expresiones escépticas.
Sexto Empírico, en Mas Torres, S., Op. Cit., p. 19.
20 El escepticismo consideraba dogmatismo cualquiera afirmación de verdad sobre la realidad. El dogmatismo desde su doctrina, era considerado un error y un vicio. De ahí que Sexto Empírico afirmase:
En efecto, lo mismo que si, de ser el caso, no conociéramos la costumbre de los egipcios de desposar a las hermanas no sería correcto que aseguráramos que es algo acordado por todos eso de que no hay que casarse con las hermanas, así, en aquellas cosas en que no se nos ofrecen discrepancias, tampoco en ellas conviene asegurar que no existe desacuerdo, siendo posible –como decía- que en algunos pueblos no conocidos por nosotros se dé desacuerdo sobre ellas. Pues bien, el escéptico, al ver tal disparidad de comportamientos, suspende el juicio sobre lo de si algo es por naturaleza bueno o malo o, en general, obligatorio, apartándose también en esto de la petulancia dogmática. Y sigue sin dogmatismos las enseñanzas de la vida corriente. Y por ello permanece impasible ante las cosas opinables. Y ante lo inevitable sufre con mesura; pues en cuanto persona capaz de sentir, sufre; pero al no dar por sentado que sea malo por naturaleza aquello que él sufre, lo sufre con mesura.
Sexto Empírico, en Mas Torres, S., Op. Cit., p. 18.
21 Cfr. Mas Torres, S. Op. Cit. p. 238.
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