De las tres escuelas, la que tuvo más dificultades para explicar la existencia del mal y el sufrimiento en el mundo fueron los estoicos. Según los fundadores sucesivos del estoicismo, como Zenón, Cleantes y Crisipo, la comprensión de la moral no puede separarse de la visión del mundo y del orden cósmico. Desde esta perspectiva, para aquellos que aceptan este concepto, no tiene sentido hablar de la existencia del mal en el mundo. Aunque el mal pueda parecer manifestarse en diversas formas, los estoicos argumentan que, en última instancia, nada de lo que sucede puede ser considerado verdaderamente malo. Esta visión se fundamenta en la creencia de que todo lo que ocurre en el universo está en armonía con la razón universal, el logos, y que incluso los eventos que parecen negativos a primera vista forman parte de un orden más amplio y beneficioso. Por lo tanto, aunque el mal pueda aparecer en forma de sufrimiento, tragedias o injusticias, desde la perspectiva estoica, se sostiene que, en última instancia, todo forma parte de un plan divino y racional, y que, en un sentido más profundo, nada puede ser considerado verdaderamente malo en el contexto de la totalidad del universo1.
Conscientes de la paradoja a la que se enfrentaban, los estoicos se esforzaron por dar diferentes explicaciones para justificar la existencia del mal2. Pero, sea como sea, todas estas argumentaciones coinciden en que todo forma parte de un plan divino, incluido el mal y el sufrimiento. El mal moral, como la maldad, se origina en la libertad de la voluntad humana, que es considerada como una característica distintiva y suprema del ser racional. Aunque reconocen la presencia del sufrimiento físico, como la pobreza y la enfermedad, argumentan que estos no constituyen un mal real, ya que no afectan la verdadera felicidad interior del individuo, sino que sirven para fortalecer su carácter moral. En cuanto a las tragedias individuales y catástrofes naturales, los estoicos sugieren que deben ser vistas en el contexto de un plan divino más amplio, donde la providencia puede enviarlas como castigo o purificación para el bien del conjunto3. Se enfatiza la importancia de mantener una perspectiva amplia y contemplar la grandeza y la belleza del universo en su totalidad para comprender y aceptar la presencia del mal en el mundo4.
1 Los estoicos dicen que dios es un soplo que penetra incluso en las cosas aborrecibles.
Sexto Empírico, en Mas Torres, S., Op. Cit., p. 218.
2 Argumento ético o pedagógico: se plantea que el mal puede ser visto como una forma de ejercicio, intimidación o castigo que busca enseñar a la persona y guiarla hacia el bien. Sin embargo, surge la interrogante sobre por qué tanto los justos e inocentes sufren, al igual que los malvados o imprudentes.
Argumento físico-matemático: Se plantea que Dios, siendo omnipotente en la forma, no lo es en la materia, la cual ha sido puesta en marcha por Dios según principios invariables. Cleantes y Crisipo afirman la omnipotencia creadora pero luego la contradicen al aceptar la ciega necesidad junto a la providencia, lo cual no resulta concluyente.
Argumento cosmológico: Se argumenta que solo al referirse al conjunto se pueden explicar y justificar los tropiezos individuales. Se renuncia al antropocentrismo y se afirma que solo hay un bien, la virtud, y un mal, el vicio. Se destaca la tendencia a considerar al ignorante como enfermo o demente. Sin embargo, el problema sigue sin resolverse.
Argumento lógico: Se plantea que la lucha de contrarios es indispensable en la creación, y que el mal es tan necesario como el bien. Se aconseja la auto-domesticación psicológica y la sumisión a las comprobaciones empíricas de la naturaleza. Se destaca la necesidad de acatar y someterse a las correlaciones empíricas.
Argumento evolutivo: Se sugiere un proceso teleológico que asciende desde el mal hasta el bien, con los padecimientos representando grados superables en principio. Se invita a imitar la evolución del Cosmos y confiar en su perfección final como consuelo intelectual.
Argumento piadoso: Se relaciona con el argumento evolutivo y se basa en la confianza en una Providencia benévola, invitando a colaborar con nuestra disposición de ánimo y conducta. Se destaca la sumisión voluntaria a la ley común a hombres y dioses, aceptando la divina ley como propia voluntad.
Cfr. Reyes, A. Op. Cit. pp.84-86.
3 Pero en el desarrollo de mi exposición mostraré hasta qué punto no son desgracias las que lo parecen: ahora digo que esas que tú llamas desagradables, adversas y abominables, en primer lugar benefician a quienes acontecen, después a la comunidad (de la que los dioses se preocupan más que de los individuos); a continuación: que suceden a quienes las quieren, y que merecerían la desgracia si no las quisieran.
Séneca, En Mas Torres, S., Op. Cit., p. 218.
4 Cfr. Pohlenz, M. Op. Cit. pp. 109-110.
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