domingo, 17 de enero de 2016

Solaris (Tarkovsky)



   La primera vez que vi Solaris fue hace mucho tiempo. Y me encantó. Captaba el espíritu de la novela y le añadía un plus de lirismo con imágenes muy sugerentes, especialmente los planos de la naturaleza. El director de fotografía se merecía un monumento y Tarkovskiyera un director de incuestionable prestigio, lo que le añadía su gestión al saberse ante una obra de arte.

Plano de naturaleza


   Pero ha pasado el tiempo y con él he perdido la inocencia del espectador. Cuando uno es joven carece de criterios, todo vale y, como se es virgen, todo gusta, todo parece maravilloso. Luego te haces mayor, vas haciendo poso y hay cosas que empiezan a rechinar. Esto es un poco lo que me ha pasado con Solaris. Con esto no quiere decir que sea un fraude, sino que tiene muchas cosas buenas y algunas malas en las que no me había fijado antes.

   Empezaré por las buenas:

A) la historia.

   La novela de Stanislaw Lem era un buen punto de partida. Lem había creado una historia de ciencia-ficción que, además de sugerente, daba para reflexionar acerca de cuestiones filosóficas como la naturaleza humana -a partir de la figura de los visitantes-, o como la posibilidad de comunicarse con una inteligencia diferente -el océano de Solaris-, o incluso la pérdida y el recuerdo -Harem-.

B) el lirismo.

   Ya estaba presente en la novela, pero aquí se ve potenciado por una buena elección de los planos, la música y la actuación.

   C) a pesar de que han pasado más de 30 años desde su estreno, es creíble. No tiene retoques por ordenador, ni tremendos efectos especiales, pero no rechina como sucede con muchas aquellas cintas de ciencia ficción de los años 70. Vestuario, escenarios y efectos, aunque no son espectaculares, son verosímiles, y eso no es poco, sobre todo si tenemos en cuenta las limitaciones técnicas de aquella época.



D) elimina cosas superfluas que ralentizaban el ritmo de la narración de la novela.

   Pero ahora, pasado el tiempo, y le veo tres pegas en las que no me había fijado antes:

A) el comienzo es demasiado lento. Entiendo que el director quisiese hacer un pequeño    poema audiovisual con esos planos preciosos, la naturaleza rojiza, el caballo, Kris paseando y la casa en medio de las montañas, pero esto ralentiza muchísimo la acción, sobre todo si tenemos en cuenta el acelerón que pega en cuanto Kris llega a la estación espacial, tanto, que hay cosas que no quedan demasiado claras, y no sé si el espectador que no esté familiarizado con la novela entenderá.

   B) esto último me lleva al segundo defecto: el final es demasiado abrupto y no se entiende bien y, si no me detengo a explicarlo, es porque no quiero hacer un spoiler.

   C) antes dije que el lirismo se conseguía, entre otras cosas, gracias a la excelente selección de planos, pero esto es cierto sólo a medias. Se que esto puede sonar una herejía hablando de Tarkovsky, pero es que hay algunos planos que, o son prescindibles, o son absolutamente inexplicables. Dentro de estos últimos me llamó especialmente la atención el de la oreja de Kris. Kris está soltando un rollo filosófico y el plano poco a poco se va cerrando hasta centrarse en el agujero de su oreja. ¿A qué viene esto? ¿Es que los agujeros de las orejas tienen un simbolismo que desconozco?

   En cualquier caso, Solaris es una película que bien merece las casi tres horas que dura, y se la recomiendo cualquiera, sea fan o no de la ciencia ficción.


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