El
punto de partida de la película está bien: un soldado repite una y
otra vez el mismo día. Cada vez que muere, vuelve a empezar. Pero no
olvida nada, de modo que puede ir aprendiendo y alcanzar así el
objetivo -en este caso acabar con una especie alienígena que ha
invadido la Tierra-. Esta idea base en manos de un escritor de
ciencia ficción decente del estilo de Stanislaw Lem o Philip K. Dick
hubiese dado para reflexiones filosóficas acerca de la humanidad y
su futuro. Pero el cine comercial de Hollywood no demanda eso. Por lo
que parece al gran público lo que le gusta es la acción,
explosiones, tiros, peleas y muchos movimientos de cámara. Y esto es
exactamente lo que ofrece Al
filo del mañana.
Una buena idea que se resuelve en nada. Para ese camino -acción- no
hacían falta alforjas -la buena idea base-. Hubiese sido mucho más
honesto hacer una peli de acción como las de toda la vida -Comando,
Rambo, una de Chuck Norris, etcétera- y además se hubiesen ahorrado
un pastón en decorados y efectos especiales.
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