martes, 9 de septiembre de 2014

Las invasiones bárbaras (Denys Arcand)



     Segunda parte de la trilogía formada por La decadencia del imperio americano, Las invasiones bárbaras y La edad de la ignorancia.
   Un profesor universitario tiene cáncer. Se está pudriendo esperando la muerte en un hospital de la Seguridad Social. Su vida egoísta, entregada en los últimos años al hedonismo, lo ha distanciado de su exesposa y, sobre todo, de sus hijos. Su hijo recibe una llamada de su madre anunciándole la próxima muerte de su padre. El hijo, que está forrado, prepara todo para que los últimos días de su padre sean lo mejor posible. Soborna a quien hay que sobornar y le consigue heroína a su padre para que no sufra. En torno a esto último, Arcand reflexiona sobre el tema de la eutanasia.
    Esta película, en lo que se refiere a la técnica, es exactamente igual a su antecesora. Acción escasa -no tanto como en La decadencia del imperio americano-, y muchos diálogos a partir de los que se construyen los personajes y se resuelve el conflicto que mueve la acción. 
       Las invasiones bárbaras tiene dos núcleos temáticos muy claros y separados. En primer lugar incide en la crítica a la sociedad que Arcand había planteado en La decadencia del imperio americano. Habla de una generación que se ha formado intelectualmente por modas y que, cínicos y desencantados, ya sólo les queda el hedonismo. En este sentido, hay un diálogo maravilloso, cuando uno de los personajes dice que fueron marxistas cuando había que ser marxistas, luego leyeron a Soljenitsin y se hicieron estructuralistas. Luego leyeron a .... Pero ahora que han pasado unos quince o veinte años desde La decadencia americana, Arcand tiene el suficiente arco temporal para incluir dentro de su crítica a los hijos de esta generación a la que se le ha pasado el arroz. Hay una hija yonki que representa a los inadaptados, víctimas de ese mundo lleno de ideas que no eran más que una fachada, una moda, y hay un hijo muy rico, un depredador económico en bolsa, símbolo de un capitalismo sin valores. Y sacar a los protagonistas de su casa y llevarlos a un hospital de la Seguridad Social le permite llevar la crítica hasta la sanidad pública y los sindicatos, la primera que se desmorona y los segundos totalmente corruptos, todo como consecuencia de una generación que convierte en mierda todo lo que toca. Familia, hijos, Estado. Lo que sea.
    En segundo lugar, Arcand toca el tema de la eutanasia. El protagonista se muere de un cáncer doloroso y su hijo, a través de la yonki, le proporciona heroína para hacerle lo poco que le queda de vida lo menos dolorosa posible y para darle la opción de morir como y cuándo quiere. 
     Esta dicotomía temática hace que la película pueda parecer un tanto ambigua desde un punto de vista moral. Mientras que Arcand critica salvajemente a la sociedad del bienestar, hace una apología de la eutanasia con un tono bastante sensiblero. Esto, siento decirlo, despista un poco al espectador. ¿De qué habla esta película? ¿Crítica social o alegato en favor de la eutanasia? Pues de las dos cosas, lo que, en mi opinión, nunca se debe hacer. Si uno tiene una idea, debe centrarse en ella. Si no, sucede como aquí, que el espectador se despista. Mucho más cuando los dos temas tratados son tan diferentes. Es como el agua y el aceite. No se mezclan.
    En cualquier caso, Las invasiones bárbaras es una muy buena película. A pesar de lo que acabo de decir de la ambigüedad, y de que no resulta demasiado verosímil encontrar una yonki tan guapa, el filme en su conjunto se mantiene fiel al estilo Arcand, lo que es mucho decir. Diálogos inteligentes, crítica ácida. 
    P.D. Aunque es una acción muy secundaria en la película, la tensión sexual entre la yonki y el hijo capitalista que lleva una vida aburrida al lado de una prometida insulsa, es más que interesante. 

1 comentario:

  1. Te olvidas al que está en Suiza, creo, en una de los chiringuitos que tiene el gobierno de Quebec por ahí para exponer las virtudes quebecoises en el extranjero, que también hablan del asunto.
    Hay un Denys Arcand anterior bastante curioso titulado "Jesús de Montreal" que fue mi primer contacto con este director y que, sin ser tan poderosa como esta, para mí la más redonda de las tres que citas, te recomiendo porque detrás de las películas de Arcand siempre hay cosas de las que hablar, que ya les gustaría a otros que parten con la etiqueta de cine crítico.

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