Jamás tendré veinte años cuenta la vida de los abuelos de José Martín, centrándose en los acontecimientos políticos que marcaron estas vidas, desde la Guerra Civil a la Democracia, pasando por la represión franquista.
Vaya por delante que el cómic me gustó.
Solo le pongo una pega, y es que en él los franquistas son todos muy malos y los republicanos todos muy buenos. Yo no creo que una persona sea mala por abrazar una ideología. La mayoría lo hace de buena fe, pensando que es lo mejor para él y para los demás. Sí creo que hay ideologías malas e ideologías buenas, y que el fascismo es una de las peores ideologías posibles. Pero no creo que debamos confundir el fascismo con las personas que creyeron en él. Aquí dejo a los criminales aparte. Evidentemente, esos malnacidos que le dieron el paseíllo a la gente o que se aprovecharon de la guerra para cometer todo tipo de desmanes eran muy malas personas. Pero hubo otras muchas que, de buena fe, aunque equivocados, pensaron que el fascismo era lo mejor para España. Yo no creo que media España abrazase el fascismo porque querían que les fuese muy mal a los demás. No creo que las personas sean malas. Otra cosa muy distinta es que hubo gente que utilizó el fascismo para asesinar, torturar y cometer todo tipo de desmanes. Y, sobre todo, creo que muchos de esos fascistas estaban equivocados porque creyeron en un sistema político que instauró un régimen que institucionalizaba la tortura, el crimen y la desigualdad. El problema de Jamás tendré veinte años es que confunde a las personas con las ideologías al hacer que todos los nacionales sean malísimos y todos los republicanos buena gente. No todos los votantes de PP o de Ciudadanos son malos. Solo están equivocados. Hay que tener mucho cuidado con esas cosas, porque son el comienzo del fanatismo. Y aunque el fanatismo defienda las ideas en las que yo creo, hay que tener cuidado. En este sentido, Jaime Martín no es Sholojov, que, pese a ser el escritor oficial del stalinismo, fue capaz en El Don Apacible de escribir sobre la guerra civil y trazar una historia humana, marcada por las ideologías, pero humana.
Dicho esto, el cómic me gustó mucho.
En primer lugar, deja muy claro qué es el fascismo y cómo se instaura un sistema político que hace del crimen, el miedo y la represión su razón de ser. También deja muy claro lo que es la izquierda y la derecha, y qué hay detrás de cada una de las ideologías. Una que defiende los privilegios de clase y otra que pretende la igualdad. Muchos políticos actuales deberían tomar nota de esto, ahora que hablan de fascismo con tanta ligereza.
En segundo lugar, está muy bien contado. La narración es rápida y amena. No necesita cientos de viñetas para transmitirnos la emoción de lo que quiere contar. Las viñetas adecuadas, bien ordenadas, todo en su punto exacto.
Y un dibujo muy digno.
Nota: 7 sobre 10.
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