Como sucedía con Bowles y Gintis, o Althusser, Baudelot y Establet consideran la escuela como una institución al servicio del sistema capitalista, asegurando la dominación burguesa y la reproducción de su posición de clase.
En primer lugar, la escuela funciona como una gigantesca empresa de recursos humanos al servicio del sistema capitalista -la metáfora es mía-.
En la enseñanza primaria se da el primer filtro, que redirigirá a los estudiantes en función del primer interés. Aquellos que fracasan o se retrasan en la enseñanza primaria son dirigidos a la red primaria profesional y los que no a la secundaria superior. Los que cursan la primaria profesional normalmente acceden a oficios menos valorados, menos remunerados y normalmente manuales y de poca responsabilidad. Los segundos, tienen acceso a la cultura, a los puestos de trabajo mejor remunerados, de mayor prestigio y mayor responsabilidad.
Si el discurso de la igualdad de oportunidades y la meritocracia fuese cierto, en principio no habría nada malo en este sistema de selección, pero las estadísticas demuestran que las clases sociales tienden a distribuirse homogéneamente entre esas dos opciones, y así la escuela contribuye a la reproducción social.
Sin embargo, la sociedad asume el discurso oficial de la igualdad de oportunidades, por lo que la escuela sirve para justificar la estratificación social. Es el mérito de cada uno el que lo sitúa en un empleo u otro. Los alumnos asimilan así que su capacidad individual es la causa de la posición social que ocupan. En opinión de Baudelot y Establet, la escuela es una falacia ideológica para ocultar la división del alumnado en función de su origen social.
La violencia simbólica ejercida sobre las clases populares desde la escuela llega hasta el léxico. El empleo que se hace de él en las escuelas excluye cualquier término o concepto que permitiría a un alumno de extracción social baja comprender y describir las condiciones de existencia de su familia. No sucede lo mismo con los hijos de los burgueses, de modo que no es extraño que a un alumno de clase baja le resulte extraña y no comprenda las condiciones de su propia familia. No tiene palabras ni conceptos para explicarlas. Sí las de la familia burguesa, de ahí que la escuela refuerce, prolongue y valore las condiciones de existencia de la familia burguesa y rechace las de las clases populares.
En la escuela primaria profesional se transmiten prácticas dominadas por su base y aprendizajes mecánico, concretos y discontinuos, lo que les dificulta la comprensión de su realidad y cambiarla. Por el contrario, en la escuela secundaria superior se transmiten prácticas dominadas por su fin y aprendizajes abstractos, continuos y originales, lo que les permite enfrentarse al mundo desde una posición más favorable.
El profesorado cumple una función fundamental en esta tarea de segregación de la población y perpetuación del sistema. Hay tres factores para que acepten su papel:
a) Para muchos profesores, desempeñar esa posición supuso un ascenso en la pirámide social, lo que facilita que acepten el sistema.
b) La formación del profesorado incluye mecanismos para controlar la clase, lo que le da una falsa sensación de dominación. Asimismo, han sido formados en el discurso de la igualdad de oportunidades y la meritocracia, por lo que no tienen un discurso crítico.
c) La pedagogía es una forma de presión externa que justifica la acción del profesorado, al presentarla como algo neutro, despolitizado.
Pese a todo, hay acciones de resistencia y contradicciones en el sistema educativo. Muchos alumnos se resisten y bastantes profesores utilizan en su trabajo técnicas pedagógicas progresistas, al margen del stablishment.
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