domingo, 9 de abril de 2017

Althusser, los aparatos ideológicos del Estado y la escuela.


    Para Althusser la escuela es uno de los aparatos ideológicos del estado. 

    Althusser considera que para que las relaciones de producción se perpetúen, es necesario tener a los individuos dominados ideológicamente. En esta dominación el Estado juega un papel fundamental. 
  
    El Estado, que es un instrumento en manos de la clase dominante,  ejerce el poder de dos formas:

    a) la represión, que ejerce la violencia física sobre los individuos. Los aparatos represivos del estado son el gobierno, la policía, el ejército, etc... 

    b) la ideología, que hace que las personas entiendan en mundo de una determinada forma que es precisamente la que interesa al Estado. Los aparatos ideológicos de del Estado son la iglesia, la escuela, la familia, el sistema jurídico, el sistema político, el sindical, los medios de co­municación y las instituciones culturales

    Los mecanismos ideológicos del Estado son relativamente autónomos, es decir, que el Estado no ejerce el poder directamente sobre ellos. Por eso, necesitan que la ideología de la clase dominante ejerza de nexo de unión común entre ellos.

    La escuela, en tanto que aparato ideológico del Estado, garantiza las condiciones y relaciones de producción transmitiendo ideología. La escuela tiene dos funciones:

    1) Proporciona las destrezas de trabajo necesarias para el sistema. Mediante la instrucción técnica produce posiciones laborales. 

   2) mediante la inculcación de la subordinación y de las normas de comportamiento hace que los alumnos interioricen las relaciones de producción. 


    La principal forma de dominación ideoló­gica burguesa se basa en una representación de la escue­la como un medio neutro y desprovisto de ideología. 

    Althusser no era muy optimista en cuanto a la  posibilidad de cambio educativo: 

    "Pido perdón a los maestros que, en condiciones desfa­ vorables, intentan volver contra la ideología, contra el sis­ tema y contra las prácticas en las que se hallan envueltos, ciertas armas que pueden encontrar en la historia y en el saber que enseñan. Pertenecen a la raza de los héroes. Pero son escasos, y dado que la mayoría no tiene ni aún el co­ mienzo de la sospecha del trabajo que el sistema -que les sobrepasa y aplasta- les obliga a hacer, ponen todo su co­ razón e ingenio en cumplir con sus convicciones más ínti­ mas. Ellos dudan tan poco acerca de esto, que contribuyen por su misma dedicación a nutrir la representación ideoló­ gica de la escuela, que la presenta actualmente como natu­ ral e indispensablemente útil y aún benefactora para nues­ tros contemporáneos, como lo era la Iglesia para nuestros antepasados".





3 comentarios:

  1. Las ideologías dominantes, por el sólo hecho de serlo, no son buenas ni malas ni regulares. Son sólo eso, dominantes.

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  2. Efectivamente. Las ideologías, sean dominantes o no, no son buenas ni malas por el hecho de ser ideologías. Simplemente son eso, ideologías. Además, quisiera añadir que una ideología no es mala o buena en bloque. Considerar una ideología como algo monolítico bueno o malo es un signo de fanatismo. Dicho esto, creo que es evidente que el mundo ha avanzado más en los últmos doscientos años que en los anteriores. Ya no nos morimos de hambre en Occidente, ni nos mata una gripe o un constipado. La mayoría de la gente no pasa frío en invierno y los occidentales mal que bien tenemos nuestras necesidades vitales cubiertas. Pero, al mismo tiempo, el capitalismo ha provocado una sociedad en la que las diferencias de clase son aún mayores que en el feudalismo. Hay más diferencia de riqueza entre un rico de verdad actual y la clase media que entre el Rey Sol y el último de sus vasallos. Asimismo, la necesidad de crecimiento continuo está llevando al Planeta al colapso. Por no hablar de la violencia simbólica ejercida por medio del discurso de la meritocracia, la competitividad, etc...

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  3. Conclusión: no debemos abrazar el capitalismo como el maná. Pensadores como Althusser son fundamentales porque fomentan el espíritu crítico y el no conformismo.

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