domingo, 2 de abril de 2017

6.6.1. ¿Qué es morirse?



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¿Qué es morirse? La respuesta a esta pregunta parece evidente. Todos sabemos lo que es la muerte. Pero, si os pido que expliquéis en qué consiste morirse, veréis cómo la cosa no es tan obvia. 

     Con respecto al pasado, nuestra sociedad ha sufrido dos cambios fundamentales: 

     En primer lugar, hemos ido abandonando las costumbres religiosas. La ciencia está sustituyendo a la fé. Vivimos en la era científica del materialismo extremo. Esto ha tenido dos consecuencias fundamentales en la concepción que tenemos de lo que es morirse:

    a) La muerte cae en el dominio de la biología. Morirse es que tu cuerpo material deje de funcionar. Se muere el cuerpo y ya no hay marcha atrás. 

    b) Como consecuencia de lo anterior, la muerte deja de ser una cuestión religiosa bajo el control de los sacerdotes, para pasar a manos de los médicos. Son ahora los médicos los que deciden quién a muerto y quién no, e, incluso, qué es la muerte. 

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     En segundo lugar, Bauman explica que la modernidad líquida también afecta al concepto que se tiene de la muerte y el más allá. En la modernidad líquida, la sociedad del capitalismo de consumo, todo cambia y nada es estable, porque así lo demanda el sistema. Hay que moverse continuamente para adaptarse a las necesidades del mercado y para desechar los productos que hemos comprado y adquirir otros. El sistema necesita que nos mantengamos en cambio perpetuo tanto como productores/trabajadares como como consumidores. En consecuencia, no establecemos lazos sentimentales estables, no nos enraizamos en un lugar y no establecemos relaciones duraderas con los objetos. Es un fluir continuo. Esta necesidad de cambio constante tenía que afectar inevitablemente a la muerte. Un concepto como la eternidad es incompatible con el nuevo espíritu de los tiempos. 

     Por supuesto, esta concepción de la muerte no es universal en absoluto. 

      Para empezar, eso de que se muere el cuerpo y no hay marcha atrás no es una idea universal en absoluto. En otras culturas no tan materialistas la gente no se muere de una vez. Para ellos la muerte es un proceso reversible. Nigel Barley cuenta una anécdota en un pueblo de África. Allí un individuo le dijo que su mujer había muerto. Barley se quedó muy compungido y luego se enfadó cuando vio a la señora perfectamente viva bajando por la montaña. Resultaba que la mujer solo se había desmayado, y es que en aquella cultura el término para desmayarse y morirse era el mismo. Y así uno podía ir y volver de la muerte.

     Para los primeros cristianos existía una sobrevida. Los muertos todavía no están muertos del todo. Están a la espera del verdadero fin de la vida, que es el Juicio Final y las posteriores Resurrección y Gloria. 

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  En otras culturas los límites de la muerte son completamente distintos. Un informante de Barley que tenía el cadáver de la abuela envuelto en trapos en el salón sostenía que no estaba muerta, porque en su cultura las personas sólo mueren cuando el cuerpo sale de casa. Asimismo, en las islas Salomón tienen dos categorías/palabras distintas de nuestras muerte/vida. Tienen una palabra que engloba muerto, muy viejo y enfermo, y otro término para todo lo demás.

     Además, sin necesidad de irse a tiempos remotos o culturas exóticas, la definición de la muerte sigue siendo problemática. 

     A pesar de lo que dice Bauman de la sociedad líquida y la pérdida de la fé en la eternidad, aún hay mucha gente en nuestra sociedad que cree en Dios -ya sean católicos, musulmanes, evangelistas o lo que sea-, que no están de acuerdo en absoluto en que la muerte es la muerte del cuerpo biológico. Para ellos, la muerte es la muerte del alma, un ente intangible que es donde suponen que reside la vida. 


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     Estrechamente relacionado con esto de un ente intangible en el que reside la vida es la idea de la fuerza vital. En el siglo XIX occidental se pensaba que cada individuo poseía cierta cantidad de fuerza vital que poco a poco se iba acabando. Cuando ya no había más, te morías. El orgasmo dilapidaba energía por lo que prescribía la abstinencia. Hoy en día es justo al revés. Partimos de la idea de que el uso hace al músculo y que la energía se mantiene usándola. En esto de la fuerza vital Barley recurre, entre otros, al ejemplo de los Maring y su creencia de que el semen es la fuerza vital, de ahí que los ancianos de esta cultura inseminen a los niños anal y oralmente para transferirles la fuerza vital y que no se pierda nada.

   Dado que los avances científicos y técnicos nos permiten mantener a alguien en coma, los médicos se han visto obligados a hablar de muerte cerebral, muerte cardíaca, etc... Los médicos se ven obligados a redefinir una y otra vez las fronteras de la muerte. En este sentido, la medicina ha puesto en jaque nuestro concepto de la muerte: con la muerte cerebral se supone que ha muerto el alma, pero el cuerpo no. ¿Qué hacemos con él? 

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     La conclusión que debemos extraer de todo esto es que el concepto de la muerte no es universal. Y precisamente debido a esta diferente concepción surgen los debates que podemos ver casi a diario en los medios de comunicación acerca de la eutanasia, el aborto, etc... Yo, personalmente, estoy a favor de la eutanasia activa y pasiva y hasta creo que el aborto debería ser gratuito en la Seguridad Social. Pero también creo que la idea de la muerte no es universal, por lo que debemos tratar de entender que no todos tienen por qué pensar lo mismo que nosotros. A mí me puede parecer una monstruosidad de que unos padres mantengan a una hija veinte años conectada a una máquina cuando la niña está en muerte cerebral. Sin embargo, hay que entender que para ellos la muerte no es lo mismo que para mí y que, por tanto, tienen razones de peso para actuar así. Eso sí, les pido a los demás el mismo respeto que yo tengo hacia ellos. Si a mí me da la gana de abortar o de pedir la eutanasia, me gustaría que nadie me dijese lo que tengo que hacer. 

     






   


1 comentario:

  1. Muy interesante, me ha recordado a un documental sobre el proceso de aprendizaje infantil y a qué edad eran capaces de entender el concepto muerte. Antes de los cinco años eran incapaces de pensar que era algo irreversible y morirsee era más bien desmayarse, irse de viaje...

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