Ni
la primera era tan buena, ni la segunda es tan mala. En otro post ya
dicho todo lo que tenía que decir sobre la primera parte de True Detective y
donde ya entonces trataba de desmitificar una fiebre que en mi
opinión era más moda hipster que calidad objetiva. A True
detective 2 le han caído infinidad de palos no porque sea
espantosamente mala como dicen, sino porque todos aquellos hipsters
que glorificaban la primera ya no pueden dársela de exclusivos con
una serie que ha alcanzado el gran público.
True
detective 2 tiene algunas cosas malas.
En
primer lugar, no es de recibo que en una serie policíaca te planteen
el crimen en el último minuto del primer capítulo, cuando ya te has
tragado 50 antes. El género policiaco se caracteriza, entre otras
cosas, por la rapidez. Hay que plantear rápidamente el crimen para
poner inmediatamente a los policías en movimiento. Tirarse 50
minutos dándole vueltas a ver si el asesinado está muerto o no es
marear la perdiz y aburre al espectador -entre otras cosas porque
sabe de sobra que está muerto-. En otros géneros como el drama se
empieza presentando los personajes y luego el conflicto. Pero, como
dije, el género policíaco ha de ser rápido, de ahí que el
conflicto sea lo primero que tiene que ver espectador y, poco a poco,
ir conociendo los personajes. A priori no tengo nada en contra de
experimentar y romper las convenciones de género, pero solo si
funciona. Y siento decir que aquí no lo hace, porque uno desconecta
varias veces en los primeros 40 minutos.
En
segundo lugar, y bastante relacionado con lo que acabo de decir, la
serie tarda bastante en arrancar. Hasta el capítulo tercero o cuarto
no empieza a molar y eso es demasiado para una serie que tan sólo
tiene ocho capítulos. Que el primer capítulo de The Wire sea
un auténtico coñazo no es problema porque tienes por delante cinco
temporadas de veintitantos capítulos de una hora absolutamente
maravillosos. Pero tres coñazos y tan solo cinco guays es un
porcentaje bastante desfavorable.
Y
en tercer lugar, la resolución del caso es un poco aturullada. No sé
si es que desconecté, o es que no lo explican demasiado bien.
Sea
como sea,True detective 2 es mucho mejor que la mayoría de
las series que se ven por ahí y no es mucho peor que la primera.
El
problema con la resolución del caso ya había pasado en la primera.
Y, además, he comentado en muchas ocasiones en este blog que lo que
interesa en el género negro (por lo menos a mí) no es un caso en el
que todo encaja como un reloj suizo, sino utilizar el crimen para
contarnos una historia y construir unos personajes interesantes. Así
sucede en True detective 2. Puede que la historia no sea nada
del otro mundo; un crimen por corrupción urbanística está bastante
visto, pero desde luego la resolución no. No voy a hacer un spoiler,
pero el final se asemeja más a lo que hubiese sucedido la realidad
que el lamentable y lacrimógeno final de la primera parte.
Además,
creo que esta segunda entrega tiene tres personajes muy interesantes.
A)
el motorista homosexual que ha hecho todo lo que le ha mandado desde
que era joven y no consigue alcanzar la felicidad es un símbolo
perfecto del fracaso del sueño americano. Fue marine, es policía y
es un buen chico. Ha hecho, en definitiva, todo lo que la sociedad
americana dice que hay que hacer para ser feliz. Y no lo es. Casi parece sacado de una novela de Philip Roth.
B)
el mafioso al que su imperio se le está desmoronando. Es fantástico
cómo tiene que reconstruirlo volviendo a los orígenes, a las
palizas, a la extorsión y, en definitiva, a ensuciarse las manos,
algo que creía olvidado.
C)
el padre de la detective. Los años 60 fueron un periodo de
efervescencia y cambio en los Estados Unidos. Fue un tiempo de
oportunidades en que los más listos y con menos escrúpulos pudieron
beneficiarse. Unos lo hicieron por medio de la corrupción política
y urbanística, y otros, como el caso del padre de la protagonista,
utilizando el discurso hippie para crear una pseudo secta. Políticos
corruptos, psiquiatras sin escrúpulos y hippies avispados
convivieron y se conocieron en una época en la que había
oportunidades para todos. Cada uno escogió su camino hacia el éxito
y todos lo consiguieron a su manera. Unos viviendo en mansiones con
piscina, otros viviendo en mansiones con una legión de adeptos.
D)
la detective protagonista. No puedo comentar mucho de ella sin
estropearle el final a un futuro espectador, así que me limitaré a
decir que su ejemplo perfecto de cómo las relaciones con los padres
en la infancia pueden determinar el modo en que mostramos nuestros
afectos y como acabamos montando sentimentalmente nuestra vida.
E)
Colin Farrell. Es el clásico detective acabado del género negro
norteamericano. Lo tiene todo. Una familia rota, un pasado
turbulento, cinismo y desencanto vital, drogas y alcohol, etcétera.
No es nada nuevo, pero hay que reconocer que lo hace muy bien. Además
tiene un plus que es esa necesidad de redención que mueve sus actos
hacia el final de la serie. Es casi un tema de western. Y, por si
esto no fuese suficiente, es fantástico cómo ejemplifica el modo en
que decisiones erróneas pueden destrozarnos la vida. -Si no quieres
un spoiler no leas más-. Después de que violaran a su mujer, pensó
que la venganza podía solucionar algo y, sin embargo, ese acto
violento y cruel no sólo no solucionó nada, sino que acabó con su
matrimonio y con su vida. Toda la historia que nos cuentan en True
detective 2 es el resultado de la necesidad de redención de
aquel error.
Y
su historia de amor. El sexo entre aquellos dos personajes acabados,
dos juguetes rotos sin futuro es de un lirismo que emociona. Ya no
les queda nada. No hay esperanza para ellos, aunque, realmente, nunca
tuvieron nada. Estos dos individuos con vidas desperdiciadas se
encuentran y se enamoran, creo que más que por afinidad, porque poco
más pueden hacer con sus vidas.
F)
La camarera de la cicatriz en la cara. Un clásico, pero bien hecho.
Casi no sale, pero apunta tanto...
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