martes, 17 de noviembre de 2015

Los cuatro hijos de Katie Elder (Henry Hathaway)




   Las páginas web define cada vez me desconcierta más. Andar puntuando las películas como si se tratase de un examen es un poco chorra y la verdad es que no suelo prestarles mucha atención. Además, supongo que esas puntuaciones tendrán mucho que ver con intereses comerciales. Pero ver que a hypes como True detective I le dan una nota casi de obra maestra y que a Los cuatro hijos de Katie Elder la pongan como una película mediocre es, cuando menos, sorprendente.

    En Los cuatro hijos de Katie Elder la tensión es continua. Desde el primer instante sabemos que se ha cometido una injusticia contra Katie, pero el pueblo entero quiere taparla con un velo de silencio. Los hermanos indagan, pero se encuentran una y otra vez con miradas esquivas, respuestas vagas, el silencio o una admonición para que dejen el tema. Se trata de la ley del silencio. Aunque todos saben que ha habido una injusticia, nadie quiere hacer nada porque no quieren problemas. Empezando por el sheriff. Pero la injusticia les acaba llegando a ellos. Es como en aquel poema de Martin Niemöller:

Primero fueron a por los judíos,

y yo no hablé porque no era judío.
Después fueron a por los comunistas,
y yo no hablé porque no era comunista.
Después fueron a por los católicos,
y yo no hablé porque era protestante.
Después fueron a por mí,
y para entonces ya no quedaba nadie que hablara por mí.



    Los personajes de los cuatro hermanos están perfectamente hechos y definidos. Son un poco tópicos, sobre todo el protagonista John Wayne, pero en dos horas no hay tiempo para todo. No es como Guerra y paz, donde tienes más de 2000 páginas para desarrollar los personajes y la historia. Aquí hay poco más de dos horas y es necesario que el espectador reconozca el personaje para poder disfrutar de la historia. 
   Como dije, los personajes de los cuatro hermanos son un poco tópicos, pero es necesario hacerlo así, porque cada uno encarna una razón por la que abandonaron a su madre. Y así, llegamos al tema de la película, que es el pecado y la redención. Los hijos abandonaron a la madre y la dejaron sola ante las injusticias. Cada uno se fue a vivir su vida a su manera, sin pensar en aquella madre que dejaban atrás sola y desvalida. El día de su funeral descubren las consecuencias de sus actos y empieza su verdadera historia de redención. Lo grande de esta película es que la redención no implica liarse a tiros inmediatamente. Su madre odiaba la sangre y quería que sus hijos fuesen buenas personas. Por eso la historia de redención no es una historia de tiros y venganzas, sino de asumir las consecuencias de los actos y hacer lo que se debe. En este sentido, el hermano mayor, John Wayne, el mayor pecador, es el que más se redime. De todos modos, no debemos olvidar que esto es un western, y es inevitable que haya algunos disparos, pero siempre justificados y después de haber sobrepasado el límite. 
       Dean Martin es el contrapunto cómico y canalla del pistolero con pasado oscuro John Wayne. Como dije, la tensión en la película está todo el tiempo presente y va en aumento y es necesario de vez en cuando pequeños momentos de alivio. Las intervenciones de Dean Martin lo consiguen, cosa que a Henry Hathaway no le había salido bien en Valor de ley
   
   Y ya para terminar, creo que es importante destacar el personaje de Katie Elder, alguien que no aparece en ningún momento en la imagen y que solo conocemos por lo que dicen los demás. Sin necesidad de ponernos en la pantalla, los espectadores nos identificamos con ella y llegamos a amar a este arquetipo de la madre bondadosa que lo da todo por su esposo y sus hijos y llega hasta el punto de sacrificarse y olvidar una injusticia con tal de salvarlos.

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