La idea en torno a la que gira este ensayo es que las emociones están determinadas culturalmente. Para justificar esta tesis, nos da gran variedad de ejemplos etnográficos de diversas culturas.
- Hay emociones que no sentiríamos si la sociedad no nos enseñase. Es la sociedad la que nos enseña que existen y cómo hay que sentirlas. Así por ejemplo, la depresión no existe en China. Es impensable para ellos un sentimiento así. Lo mismo sucede con el concepto japonés de dependencia amorosa de una persona. No existe en occidente y no podemos sentirlo. Y para mi sorpresa resulta que la vergüenza ajena es una emoción típicamente española. No la hay en otro lugar.
"En nuestras sociedades occidentales, sentimientos como la vergüenza, la culpa, la confusión, implican el juicio de los otros, real o en potencia. Para evitar los sinsabores a la vez personales y colectivos, el individuo se adapta por su propia cuenta a las expectativas de sus interlocutores, según los códigos de interacción o de conductas afectivas. Su grupo de pertenencia ejerce presión en favor de la normatividad de los comportamientos . La voluntad de dar una imagen positiva de sí mismo esta en íntima relación con el miedo a perder prestigio y experimentar vergüenza. La cultura afectiva esta en el origen de una regulación interna del comportamiento, mientras que el aparato policial y judicial vela por la regulación externa. La mirada del otro incita a la satisfacción normativa de las ritualidades sociales. Se trata de sentimientos o emociones que se apoyan en una concepción social del bien y el mal y lo lícito y lo ilícito, alimentan la autoestima e implican paralelamente una conciencia de la propia responsabilidad para con los otros."
"En nuestras sociedades occidentales, sentimientos como la vergüenza, la culpa, la confusión, implican el juicio de los otros, real o en potencia. Para evitar los sinsabores a la vez personales y colectivos, el individuo se adapta por su propia cuenta a las expectativas de sus interlocutores, según los códigos de interacción o de conductas afectivas. Su grupo de pertenencia ejerce presión en favor de la normatividad de los comportamientos . La voluntad de dar una imagen positiva de sí mismo esta en íntima relación con el miedo a perder prestigio y experimentar vergüenza. La cultura afectiva esta en el origen de una regulación interna del comportamiento, mientras que el aparato policial y judicial vela por la regulación externa. La mirada del otro incita a la satisfacción normativa de las ritualidades sociales. Se trata de sentimientos o emociones que se apoyan en una concepción social del bien y el mal y lo lícito y lo ilícito, alimentan la autoestima e implican paralelamente una conciencia de la propia responsabilidad para con los otros."
- Una emoción que a priori nos podría parecer universal como el amor, no se experimienta igual en diferentes culturas. La forma de amar y cómo se experimenta y siente el amor varía culturalmente.
"La socialización efectiva no solo enseña al niño como reaccionar ante ciertas situaciones o, mejor, ciertos paradigmas de situaciones; también le sugiere lo que debe sentir en ese momento y cómo le es lícito hablar de ello."
"La socialización efectiva no solo enseña al niño como reaccionar ante ciertas situaciones o, mejor, ciertos paradigmas de situaciones; también le sugiere lo que debe sentir en ese momento y cómo le es lícito hablar de ello."
- Ante un mismo hecho, las emociones pueden ser radicalmente distintas dependiendo de la cultura. La muerte puede suponer un dolor atroz o, por el contrario, una liberación. Depende de la idea de muerte que tenga cada cultura.
- Las emociones cambian históricamente. En la Edad Media las emociones y la violencia se vivían con muchísima mayor intensidad. A partir del Renacimiento, la contención en las emociones es la tónica general.
- Hay una base fisiológica para los sentimientos -una serie de reacciones químicas-, pero estas reacciones químicas son tan vagas que apenas si provocan nada en el individuo si no están tamizadas culturalmente. Así por ejemplo, el consumo de alucinógenos y lo que se siente y experimenta depende de la cultura. Entre los indios norteamericanos puede ser una experiencia vital trascendental. Por el contrario, en nuestra hiperracionalizada sociedad actual donde queremos tenerlo todo controlado, puede provocarnos ataques de pánico al sentir que perdemos el control. En palabras de Le Breton:
"el determinismo fisiológico que pesa sabre los comportamientos humanos no importa tanto como las innumerables maneras en que las sociedades y los individuos se adaptan a el y reformulan esos comportamientos a su modo para comunicarse entre si."
"el determinismo fisiológico que pesa sabre los comportamientos humanos no importa tanto como las innumerables maneras en que las sociedades y los individuos se adaptan a el y reformulan esos comportamientos a su modo para comunicarse entre si."
Excelente Referencia...
ResponderEliminarBuenos días. Me agrada su posición al respecto. Vivo en El Salvador, un país con una alta tasa de violencia, con exceso número de pobres, con una pléyade de políticos que saquean las arcas del Estado, con una educación muy deficiente.
ResponderEliminarEn este contexto, nuestra cultura es de sometimiento y de enajenación. El sometimiento fluye desde los cargos públicos y privados más imporantes hasta los niveles exiguos. Somos un país de sometidos y formamos masas de clientes en favor de los que ejerces el poder. La empresa privada desde este perfil, construye grandes capitales, bajo esquema de explotación groseros y crueles.
Para ello ocupan como vehículo fuerte los medios de comunicación masivos, en la que despliegan cantidad de anuncios publicitarios que coadyuva el poder de los mismos y procuran la masificación de la población
Estimado o estimada, leo tu comentario y no puedo evitar pensar en la mayor parte de la vida en este planeta que pasan por ese mismo proceso que describes con claridad. Por suerte existen también personas con pensamiento critico como tu para realizar un análisis de esos fenómenos. Deseo que nunca se callen esas voces.
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