Por supuesto que los atentados de París fueron unos hechos horrorosos. Eso no se discute.
Ayer, a propósito de esto de los atentados, una amiga me comentó que alucinaba con la gente que decía obviedades en las redes sociales. Ella entendía que personajes públicos como Pedro Sánchez soltasen cosas como: "Ha sido un crimen deleznable. Estoy consternado. Ha sido un atentado contra libertad de expresión.".
-Es un político. Le ponen un micrófono delante y ¿qué va a decir?.
Lo que le llamaba la atención era esa multitud de gente anónima que colgaba en sus Twitter y Facebook cosas por el estilo.
-Ya. Tus 20 amigos hemos visto que no te has puesto a comer palomitas y beber champán. Podemos estar tranquilos. -Comentó, irónico, su novio.
-Es que no son personajes públicos. ¿Qué necesidad tiene de soltar la frase de un político? -Dijo ella.
Esta conversación, aparte de sonreír, me hizo reflexionar sobre la homogeneidad de las reacciones que he observado en la gente a los atentados de París. Todo el mundo está consternado, apelan a la unidad de los demócratas, se consideró un ataque a la libertad, etcétera. ¿Cómo es posible que con tantos millones de personas que hay en Europa prácticamente todo el mundo haga exactamente los mismos comentarios y piense exactamente lo mismo?
Como soy antropólogo y en estos momentos estoy leyendo La antropología de las emociones de David Le Breton, se me ha dado por pensar que las emociones son culturales y, por tanto, se pueden manipular. Pensé en el papel que juegan los medios de comunicación en nuestras sociales occidentales y me vino a la cabeza el caso de Jimmy, el aficionado del deportivo que fue asesinado hará cosa de un año. Los españoles primero nos horrorizamos ante aquel crimen, luego, guiados por los medios de comunicación, pasamos a despreciar a la víctima y, finalmente, caímos en la indiferencia cuando este crimen dejó de tener eco en los medios.
Iñaki Gabilondo dijo una vez que el poder de los medios de comunicación no se limitaba solo al control de la opinión pública por medio de los opinadores y los tertulianos, sino que la mayor parte de su poder residía en la capacidad de escoger de qué se habla, qué es noticia y, por tanto, qué es importante para los ciudadanos.
Hace nada hubo unos atentados reivindicado por el ISIS tan horribles como los de París en Túnez, Turquía, Irak, Siria y una larguísima lista. A diferencia de lo de Francia, la reacción emocional de los ciudadanos occidentales ante estos atentados es la indiferencia. Y no es porque seamos unos desalmados insensibles, sino porque nos llegan diluidos entre un montón de noticias, lo que dice tal o cual político, los resultados deportivos, el tiempo que hará mañana, etcétera. Destacando los atentados de París sobre otros semejantes acaecidos en otras partes del mundo se crea un nosotros que vivimos aquí y, por tanto, somos así; frente a un ellos que viven allí y son de distintos.
Además de destacando unos atentados y obviando otros, la dualidad nosotros versus ellos pasa, entre otras cosas, por el diferente tratamiento de las imágenes. Los medios de comunicación nos acercan los atentados para que los sintamos como propios. Así, repiten una y otra vez las imágenes de los crímenes sin escatimar los aspectos más morbosos y truculentos. El ellos se asocia con las imágenes de aquellos criminales perversos que asesinaron a tanta gente inocente, mientras que se ofrece una imagen positiva del nosotros incidiendo una y otra vez en las reacciones de solidaridad, sin descartar incluso llegar a reacciones lacrimógenas.
Esta dualidad nosotros versus ellos le viene fenomenal a esa sociedad occidental que se está viendo resquebrajada por la crisis económica. Los conflictos económicos y sociales acechan por todos lados, y pocas cosas cohesionan más que el sentimiento de pertenencia provocado por una amenaza externa común.
De todo lo dicho hasta ahora no se puede concluir que no me importe lo de París. Lo siento muchísimo por ellos y creo que los del Estado Islámico son unos locos. Lo que quiero decir es que son tan míos los crímenes de Turquía, Siria, Irak etc. porque son crímenes contra la humanidad.
Tampoco se puede concluir que los atentados hayan sido inducidos o permitidos por los gobiernos occidentales para superar las tensiones que amenazan a una Europa que se desintegra. En absoluto. No creo en la conspiranoia. Es más, incluso creo que es algo que los periodistas hacen de forma inconsciente. Simplemente digo que una vez pasado, se dirige la reacción de la gente hacia lo esperado. Las emociones y las reacciones se podían haber dirigido contra la política exterior de los gobiernos como sucedió, por ejemplo, en España después de los atentados de los trenes. También se podía haber dirigido contra la compra de armas y petróleo a países como Arabia Saudita que financian al Estado Islámico. Pero no. Todo esto se obvia y se manda un mensaje sencillo la población que, además, allana el camino a los gobiernos para que hagan lo que les venga en gana en política exterior.
Finalmente, no me gustaría concluir sin dejar claro que no todas las manipulaciones de la opinión pública son torticeras. Algunas sí, otras no. Estoy observando con cierta satisfacción que se incide bastante en que no todos los musulmanes son terroristas. He escuchado en varias cadenas de radio y televisión que los que realmente padecen las atrocidades del Estado Islámico son los musulmanes. Es cierto y me parece bien que se oriente a la opinión pública para evitar la polarización de las sociedades en torno a dos bandos enfrentados, lo que beneficiaría tanto a los partidos de extrema derecha del estilo del Frente Nacional como al Estado Islámico, instigador y artífice de los atentados.
Y ya está. Uxía, aquí tienes tu post.
Ese "nosotros estamos aquí" y "ellos están allí", totalmente cierto. Nos bombardean todos los días con imágenes e información sobre los refugiados sirios que mueren en su éxodo hacia un mundo mejor, pero no se ha visto nada como "je sui sirio" o algo parecido en las redes sociales. Supongo que al final, para que en occidente la gente se, no solidarice, porque la gente sí lo hace con los sirios, pero no se identifican con las víctimas, es porque están allí, son de allí. Y al final, hay muchos más muertos, y entre ellos niños, en esa guerra.
ResponderEliminarBuenos días. Me enteré del hecho por los medios de comunicación masivos y las redes sociales. Desde luego, tanto el hechor, como las víctimas, juegan un rol importante en la emoción. Algunos se identificarán con el hechos, otros con las víctimas.
ResponderEliminarSin embargo, en el fondo de un hecho así, los políticos y los militares, despliegan una serie de acciones, que la población ya no identifica. Y éste el peligro de la emoción.