Cuando uno lee Establishment no sabe si está leyendo a un analista y politólogo inglés o a Pablo Iglesias. En todo momento tuve la sensación de estar oyendo hablar al líder de Podemos en un plato de televisión. Prácticamente todo lo que cuenta Owen Jones en este libro es lo mismo que denuncia (denunciaba) Pablo Iglesias en los medios de comunicación. La única diferencia es que el analista inglés puede demorarse más porque dispone de cientos de páginas y que los ejemplos y datos que da son del Reino Unido y no de España.
Owen Jones empieza hablando de los escuderos. Esta es la parte más interesante del libro. Creo recordar que no cita a ningún antropólogo político en concreto, pero lo que hace es aplicar las teorías del discurso de poder de la antropología simbólica a la política anglosajona. El poder no es sólo poseer los medios de producción o la fuerza legítima, sino imponer un discurso a la sociedad. Haciendo que la mayor parte de la sociedad considere una serie de ideas como obvias, más allá de toda discusión, se construye el sistema político deseado. Así, en los años 60 la socialdemocracia había impuesto su discurso como el único posible. La gente ni se planteaba que servicios como la sanidad o la defensa pudieran estar en manos privadas. Era obvio para todo el mundo que el Estado debía tener un papel protector con respecto de sus ciudadanos y garantizar sus derechos y un reparto equitativo de bienes. Incluso los partidos de derecha neoliberal tenían que hacer políticas conforme a estas ideas colectivas porque, en caso de que se les ocurriese expresar públicamente su voluntad de privatizar tal o cual servicio, se les hubiese tachado de locos y automáticamente hubiesen perdido cualquier carrera electoral. Sin embargo, las tornas han cambiado. Gracias a la presión de los think tank neoliberales se ha conseguido imponer como una verdad obvia para todo el mundo que lo privado funciona mejor que lo público. Nadie se plantea si esto es verdad o no, simplemente aceptamos esta idea como evidente y a partir de ahí se construyen todas las políticas estatales.
En el siguiente capítulo, Owen Jones explica cómo lo que él llama establishment son un grupo de personas que detentan el poder y que son un grupo cerrado que se conocen todos entre ellos. Éste grupo es bastante heterogéneo e incluye políticos, empresarios, altos funcionarios, magnates de los medios de comunicación, etc. El establishment que detenta el poder lógicamente hará políticas que los beneficie a ellos como clase en detrimento del resto de la sociedad.
Una de las batallas simbólicas más importantes que ha ganado el establishment para imponer su discurso como el hegemónico ha sido en torno a la idea de meritocracia. Según ellos, el sistema capitalista es perfectamente justo y aquellos que hacen méritos para triunfar se sitúan en la cúspide de la pirámide social. Evidentemente, y el autor nos da muchos ejemplos de ello, esto radicalmente falso. El establishment se autoperpetúa como grupo cerrado.
En el capítulo dedicado a las fuerzas del orden Owen Jones explica cómo el establishment utiliza la policía en su propio beneficio. Es quizá la parte más conmovedora del libro y los párrafos dedicados a los aficionados del Liverpool que murieron aplastados por la incompetencia policial y el modo en que la policía y los medios de comunicación manipularon el caso para hacerlos pasar como culpables mueven a la indignación.
En Gorrones del Estado y magnates y Defraudadores Owen Jones explica cómo el liberalismo y el principio de no intervención del Estado afecta sólo a las clases populares. No es sólo que el establishment cobre directamente mucho dinero del Estado, sino que vivimos en un sistema de "capitalismo subvencionado". Esto quiere decir que el Estado desvía mucho dinero desde las clases populares hacia empresas y bancos privados para que éstos sigan haciendo negocio y teniendo multimillonarios beneficios. La crisis económica que estamos viendo ahora y el rescate de los bancos es un ejemplo clarísimo de ello. El Estado sacó miles de millones de las nóminas de los trabajadores de clase media y baja y los metió en bancos privados a fondo perdido. Es eso que aquí en España llamamos privatizar beneficios y socializar las pérdidas.
Los estados viven una falsa ilusión de soberanía, ya que creemos que nuestros políticos pueden hacer algo por nosotros. Esto, por supuesto, es falso. No hace falta citar el caso griego. Las verdaderas decisiones no se toman en la Cámara de los Comunes en el Parlamento, sino que dependen de multinacionales, grupos financieros, o como se llamen, que están muy por encima de los estados.
Finalmente Owen Jones propone una serie de medidas para hacer que nuestras sociales sean mas justas. Es consciente de que no se puede volver al mundo de 1960 y trata de proponer medidas modernas. Algunas son un tanto discutibles, otras son brillantes. Sea como sea, Establishment es un análisis bastante interesante de nuestra sociedad actual. No es tan bueno como Chavs. En esta su primera obra Owen Jones tenía una idea propia (como se crea un estereotipo negativo de las clases populares para retirarle las ayudas sociales). Aquí no. Establishment es un libro puramente descriptivo. Pero no por ello no merece la pena leerlo.
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