Tengo una amiga que es fan de Houellebecq. Le encantaron Las partículas elementales, Plataforma y Ampliación del campo de batalla. Sin embargo, La posibilidad de una isla, El mapa y el territorio y Sumisión no acaban de convencerla.
- Ya no es el que era. -dice.
Hasta hace poco yo pensaba lo mismo. Pero ya no.
Sumisión es Houellebecq en estado puro. Tiene absolutamente todos los componentes de su literatura:
a) un rollo provocador. Aquí plantea una supuesta Francia en la que gana las elecciones un partido musulmán.
b) el protagonista encarna el malestar de la cultura. No le encuentra sentido a la vida en la sociedad del bienestar.
c) la concepción de una sociedad en decadencia, lo que le lleva a cargar contra todas las instituciones y grupos de pensamiento franceses, desde el partido socialista a Marine Le Pen, pasando por los herederos de Mayo del 68. En Sumisión, esta decadencia se concibe como algo similar a la caída del Imperio Romano, que se pudrió por dentro y fue sustituido por una nueva cultura más fuerte. En el futuro hipotético de Houellebecq los musulmanes son los bárbaros del S. XXI.
d) Un puntito provocador. Tal y como están las cosas, hablar del Islam ya te pone en boca de todos. Lo cierto es que tampoco se pasa tanto con ellos y hasta me atrevería a decir que es más duro con la Francia laica.
e) mucho sexo. Houellebecq tiende a llenar todas sus novelas con sus fantasías sexuales.
f) Reflexiones sociológicas dejadas caer aquí y allá, sin profundizar mucho, apuntando más que deteniéndose a explicar aspectos.
g) Una voz propia. Esta creo que es su mayor virtud. Houellebecq tiene un universo propio que el lector identifica enseguida como suyo y no de cualquier otro,
Y pese a que esta nueva novela tiene todo lo que uno espera de Houellebecq, a mí no me volvió loco. Y es porque me he estoy haciendo mayor. Las tres primeras novelas de Houellebecq las leí con veintitantos años. A esa edad uno se deja impresionar fácilmente con las provocaciones, esas reflexiones sociológicas que parecen diseccionar nuestra cultura del bienestar y siente el placer de los prohibido y lo desviado en las cochinadas sexuales que cuenta Houellebecq. Pero, como digo, uno se hace mayor y estas cosas dejan de interesarle. En primer lugar, Houellebecq provoca, pero no tanto. En Francia se montó un lío de carallo con la publicación de esta novela porque coincidió con el atentado a Charlie Hebdo. Pero si leéis la novela, realmente no es para tanto. Casi hasta diría que es una provocación cómoda. En segundo lugar, esas reflexiones sociológicas que parecen desentrañar el estado del bienestar acaban siendo un tanto superficiales. Uno ya tiene unos años y ahora lee más ensayo que novela y cualquier ensayo de sociología le da veinte mil vueltas en este aspecto. Y en tercer lugar, el sexo en la novela tiende a aburrirme. Como el protagonista de Sumisión, con veinte años me empalmaba con cualquier cosa. Ahora ya no.
En cualquier caso, la novela se lee bastante bien y es entretenida, No te cambiará la vida, pero está bien. Merece la pena leerla, sobre todo porque, como dije arriba, Houellebecq tiene un universo propio, y eso es lo que lo convierte en un escritor de verdad.
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