Simon y Wai-Tung son dos gays que viven juntos en Manhattan. Para disipar las sospechas de los padres de Wai-Tung, Simon sugiere que organice una boda de conveniencia con Wei-Wei, una joven inmigrante que necesita la carta verde de inmigración para poder permanecer en los Estados Unidos. Pero cuando los padres de Wai-Tung llegan a Nueva York insisten en organizar el banquete, lo que traerá muchas complicaciones. (Filmaffinity)
Hay películas que envejecen fatal. Y tal es el caso de El banquete de boda. Seguro que en su momento tocaba temas muy controvertidos. El choque cultural, el choque generacional y, sobre todo, la homosexualidad, no eran cuestiones fáciles de tratar en el cine, como sucede ahora. La película tiene mérito por eso. Pero este mérito no impide que el tiempo le caiga encima como una losa. Como le sucede a toda obra artística con marcado tinte social o político, cuando las circunstancias políticas y sociales cambian, pierde interés. Ya no hay nada rompedor en ella. Ni plantea debate. Solo se ha quedado como un documento de lo que fue una época. Esto puede superarse si la historia es bella. Pero no es el caso de El banquete de boda. Se queda a camino entre dos aguas. Ni es dramática, ni es cómica. Sólo es aburrida. No hay nada que emocione, ni nada que haga reír.
En definitiva: una pena que no ha superado el paso del tiempo.
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