Como dice el título de este post, los gorditos estamos de moda. O lo estaremos pronto.
A las pruebas me remito.
Thostein Veblen, en La teoría de la clase ociosa, sostiene que son las élites económicas las que marcan los gustos y las modas. Según Veblen, son tendencia todas aquellas cosas y actitudes que permiten identificar a una persona como perteneciente a la clase ociosa, es decir, a los ricos que pueden vivir sin trabajar. Se identifica belleza y estatus económico. Marvin Harris, siguiendo las teorías de Veblen, pone como ejemplo el canon de belleza femenino. Hasta hace bien poco la mujer ideal era bastante culona y muy pálida. Nada de las anoréxicas morenísimas de hoy en día. Esto se debe a que hasta hace nada los pobres trabajaban en el campo, bajo el sol, y los ricos podían permitirse el lujo de quedarse a cubierto. Al mismo tiempo, los ricos podían atiborrarse a comida y acumular grasa y los pobres quemaban calorías a tope trabajando duro en el campo. El canon de belleza femenina ha cambiado porque en nuestros días ya casi nadie trabaja al aire libre. Los asalariados pasamos jornadas interminables bajo los tubos de neón que no ponen moreno. Sólo los ricos que no tienen que ir a la fichar a la oficina se pueden pasar cientos de horas muertas tostándose al sol. Y la comida rica en calorías y grasas saturadas es mucho más barata que la saludable. Por no hablar de la pasta que cuestan los nutricionistas, dietistas, liposupciones, cirugías y todo eso.
Pero esto está cambiando.
Como dije, es sólo cuestión de tiempo que los gorditos nos pongamos de moda. Hoy hasta los desempleados pueden pagar los cincuenta euros mensuales que cuesta un gimnasio. Además, tienen mucho tiempo libre. Gracias al neoliberalismo los ricos somos los pocos que tenemos trabajo. Y no tenemos tiempo ni ganas de ir a sudar en la biciestática después de una interminable jornada laboral.
Además, cualquiera puede observar la tendencia de los últimos tiempos a convertir la gastronomía en una actividad fetichista. Como todo fetichismo, está sujeta a la comercialización y así surgen como setas restaurantes con millones de estrellas Michelin. Y no sólo es cool ir a estos restaurantes de nouvelle coucine. Dominar el arte de la mesa se considera una virtud de buen gusto. Saber de vinos, comer buenos productos y conocer restaurantes donde dan muy bien de comer es de muy buen tono. Y todo eso cuesta pasta y engorda. Gracias a que el neoliberalismo ha encontrado un nicho de mercado en el fetichismo de la comida, las chichitas y las lorzas se asocian a un alto estatus económico. Y, como dice Veblen, de ahí a convertirse en el gusto de la mayoría hay un paso.
Y por último, hay otra razón fundamental por la que los gorditos estaremos de moda. No hay nada que horrorice más a los que se creen clase alta que se los identifique con la chusma barriobajera. No hay más que fijarse en los garitos de moda. Empiezan a ir los tipos cool, superchachis y modernillos. Luego el local se pone de moda, lo conoce todo el mundo y se llena de gente normal. Entonces los guays modernillos desaparecen. Pues lo mismo con tener una tableta de chocolate en los abdominales. Esta semana vi un poco de un programa de Telecinco en el que unos macarras se pelean por una chica y una especie de trono o algo así. Y todos esos macarras horteras eran tipos superchachas con cuerpos trabajadísimos en el gimnasio. No me imagino a los pijos de Serrano matándose para conseguir un cuerpo como los golfos de San Blas.
Así que ya sabéis, si queréis ligar, atiborraos.
Ojalá tengas razón y el uso indiscriminado del photoshop lleve a que se ponga de moda la celulitis. A mí me vendría de perlas.
ResponderEliminar¡Y vendré más veces por aquí!