Arnold Van Gennep sostiene que la vida de los seres humanos transcurre en una continua
sucesión de etapas: nacimiento, pubertad, matrimonio, paternidad,
progresión de clase, especialización ocupacional, muerte….
Asimismo, los individuos estamos sujetos a ciclos naturales, a ritmos
ajenos a nuestro control, pero que afectan a nuestras vidas y a su
organización, como los solsticios, las ceremonias de la luna llena…
Todos estos cambios deben ser controlados por las diferentes culturas
para que la sociedad no experimente ningún perjuicio, de modo que a
dichos cambios se les asocian ceremonias que tienen exactamente la
misma función: hacer que el individuo pase de una situación
determinada a otra. Estas ceremonias son los ritos de paso.
Van Gennep diferencia tres fases en torno a las que se estructuran los ritos de
paso: una primera fase de separación, en la que se expresa
simbólicamente el apartamiento del individuo o del grupo de un punto
anterior fijado en la estructura social, de un estado (conjunto de
condiciones sociales) o de ambos; una segunda fase de marginalidad o
limen, en el que las características del iniciando son ambiguas
porque atraviesa un entorno cultural que no es ni el estatus del que
parte, ni tampoco al que se aspira; y una tercera fase de
reincorporación o agregación, en la que el sujeto ritual, ya sea
individual o colectivo, consuma el cambio de estado, en virtud del
cual adquiere ciertos derechos y obligaciones claramente
estructuradas por la sociedad. A partir de este momento, se espera de
los iniciados que mantengan un comportamiento acorde con las normas y
los principios éticos que la cultura atribuye a aquellos que ocupan
esos roles sociales.
Dice Van Gennep:
“La vida individual,
cualquiera que sea el tipo de sociedad, consiste en pasar
sucesivamente de una edad a otra y de una ocupación a otra. Allí
donde tanto las edades como las ocupaciones están separadas, este
paso va acompañado de actos especiales, que por ejemplo en el caso
de nuestros oficios constituyen el aprendizaje, y que entre los
semicivilizados consisten en ceremonias, porque ningún acto es entre
ellos absolutamente independiente de lo sagrado. Todo cambio en la
situación de un individuo comporta acciones y reacciones entre lo
profano y lo sagrado, acciones y reacciones que deben ser
reglamentadas y vigiladas a fin de que la sociedad general no
experimente molestia ni perjuicio. Es el hecho mismo de vivir el que
necesita los pasos sucesivos de una sociedad especial a otra y de una
situación social a otra: de modo que la vida individual consiste en
una sucesión de etapas cuyos finales y comienzos forman conjuntos
del mismo orden: nacimiento, pubertad social, matrimonio, paternidad,
progresión de clase, especialización ocupacional, muerte".
Van Gennep |
Excelente, gracias!
ResponderEliminarSi perfecto gracias
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