Ahora que andamos a vueltas con el cambio climático
y la reunión de todas las autoridades modernas en París para ver si por fin
sale alguna política mundial común a este respecto, no está nada mal leer este
ensayo de Elisabeth Kolbert, que fue premio Pulitzer de no ficción en ….
Lo cierto es
que la obra no tiene un planteamiento nada original, ni nos va contar algo que
no sepamos antes de leerlo. Pero da datos concretos y argumenta con solidez. La
sexta extinción está en marcha y, salvo que las personas nos involucremos
activamente para detenerlo, estamos ante el fin de una era. Kolbert combina con
maestría los argumentos abstractos y de especulación científica, con casos
particulares –como la desaparición de la rana dorada de Panamá, el alca gigante
o el rinoceronte de Sumatra- que los sostienen.
Hace un
análisis y valoración de las extinciones anteriores. Tradicionalmente ha habido
dos posturas antagónicas para explicarlas: los uniformistas y los
catastrofistas. La autora se sitúa en el término medio. Ambas son causas de
extinciones: la extinción del Ordovícico se debió a una glaciación, la de
finales del Pérmico al calentamiento global, y la de finales del Pérmico al
impacto de un asteroide.
La extinción
actual tiene una nueva causa: el ser humano, que ha resultado ser una especie
invasora. Cuando el mundo cambia más rápido de lo que las especies pueden
adaptarse, muchas de ellas se extinguen. Y el ser humano ha acelerado este
cambio.
La autora
cierra el libro diciendo que no basta con inquietarse ante este hecho, sino que
las personas debemos actuar.
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