domingo, 6 de diciembre de 2015

Dan Simmons: Los cantos de Hyperion.



    La diferencia entre un gran relato de ciencia ficción y uno mediocre está en que el primero escoge determinados rasgos de nuestra sociedad, los exagera y crea una nueva sociedad en un futuro virtual. Este juego permite al autor reflexionar no tanto sobre el futuro, sino sobre el ahora, cómo somos y qué pasaría en caso de seguir por el camino que hemos tomado. Entendida así, la ciencia ficción está muy lejos de ser un subgénero pulp, como fue considerada durante mucho tiempo. Por el contrario, un relato de ciencia ficción que no plantee ningún dilema ético o filosófico no dejará de ser entretenimiento puro, vacío. Que no se me malinterprete. No creo que haya nada censurable en la literatura puramente de entretenimiento. Está bien pasar un buen rato divertido de vez en cuando. Pero este tipo de literatura no va más allá, no trasciende, y por eso no deja de ser una literatura de época que suele morir con las modas. 

    La mayoría de los autores de ciencia ficción actuales saben lo que acabo de decir, de ahí que procuren darle cierta profundidad a sus historias. Desgraciadamente, con más frecuencia de lo que me gustaría, el peso filosófico es demasiado. Los autores crean un mundo demasiado complejo y se demoran muchísimas páginas explicando cómo es la nueva sociedad que ellos han ideado. Esto pasa demasiado, especialmente en lo que se ha dado en conocer como ciencia ficción dura. Tal es el caso, por ejemplo, del tan laureado China Mieville y su Ciudad Embajada. No hay que olvidar que la ciencia ficción no deja de ser literatura y que, como tal, tiene que contar una historia divertida y que, para serlo, ha de ser dinámica. Dilapidar cientos de páginas en descripciones teóricas no es el mejor modo de conseguirlo y así, en el mejor de los casos, solo gustará al público más entregado y que conozca de antemano todos los códigos del género y pueda interpretar las variaciones sobre los mismos. Se convertirá así la obra en un producto para un público muy restringido que da vueltas una y otra vez sobre lo mismo. Hay, por tanto, que mantener un difícil equilibrio entre el entretenimiento y la profundidad. Y Dan Simmons es un auténtico maestro en este arte. 

    Hyperion es la primera novela de la tetralogía Los cantos de Hyperion. En ella Dan Simmons cuenta la historia de siete personas que se embarcan en una peregrinación a las Tumbas del Tiempo, en el lejano planeta Hyperion. Durante el viaje, para conocerse mejor, cada uno de ellos contará su historia, la razón por la cual han terminado embarcados en aquella peregrinación a un planeta alejado en el que se practica un extraño culto religioso. Como cabe esperar de un gran escritor, no se trata de historias independientes, sino que forman un conjunto que, sumadas, reconstruyen la aventura de una civilización que se desintegra. 

    Como dije antes, una novela de ciencia ficción debe encontrar el equilibrio entre entretenimiento y profundidad filosófica. En cuanto a lo primero, Hyperion no da tregua. Todas y cada una de las seis historias -hay un personaje que, por circunstancias que no quiero desvelar, no cuenta la suya- son fantásticas. Aúnan aventura, fantasía y, sobre todo, lirismo. Son historias bellísimas que te atrapan desde el momento en que cada personaje empieza a contarlas. Y son increíblemente variadas. Hay una historia de amor, hay una novela negra en el futuro, un relato casi etnográfico y, en definitiva, hay tal variedad que el lector no tiene oportunidad de aburrirse.

      Paralelamente a esta belleza, todas las historias plantean un problema filosófico, moral o religioso. No puedo detenerme a analizar aquí pormenorizadamente sobre qué se reflexiona en cada una porque estaría estropeándole el final a un futuro lector. Basta decir que la historia del religioso -la primera- reflexiona sobre la inmortalidad y sus consecuencias, la segunda sobre la guerra, la tercera sobre la creación literaria, la cuarta sobre el olvido, la quinta sobre el amor y las fronteras entre lo humano y lo no humano, y la sexta sobre la ecología y la libertad. 

     Cuando uno lee Hyperion no puede obviar las continuas referencias literarias. Ya el título nos remite a una obra inacabada de Keats y el poema de Hölderlin, la estructura marco es la misma que la de Los cuentos de Canterbury, el poeta Keats aparece como un clon futuro, la historia del cura nos remite a los tradicionales relatos etnográficos, y la única historia con protagonista femenino es una versión moderna y feminizada de la literatura policiaca -hasta el título El largo adiós es un homenaje al maestro Raymond Chandler-. Pese a lo que podría parecer, este juego de referencias no son erudición pura ni pedantería. Para nada. Sino que le platean al lector un juego metaliterario en el que tiene que identificar estas referencias y ver cómo el autor juega con ellas desde un nuevo género.

      Y ya para terminar, que tampoco quiero hacer demasiado largo este post, me gustaría destacar el respeto del autor por el lector. El mundo creado en Hyperion es maravilloso, pero Dan Simmons no se recrea en descripciones prolijas que, con demasiada frecuencia en otros autores, acaban siendo aburridas. En absoluto. Hasta me atrevería a decir que es parco en descripciones. Se limita a contar una acción y a dibujar con un par de pinceladas el escenario y que sea el lector el que lo recree en su mente a su gusto. 
   
     En definitiva, un clásico de la ciencia ficción que merece la pena leer. No solo para los amantes del género.



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