miércoles, 6 de mayo de 2015

Desmontando paridas sobre educación: Por qué la la ley Wert es una puta mierda.




     Una vez más la reforma educativa del Partido Popular vuelve generar polémica. Van a hacerle unas pruebas a alumnos de tercero de primaria y esto ha provocado todo tipo de reacciones, desde niños de ocho años al borde del ataque de histeria, hasta un movimiento de padres por la insumisión. Como soy profesor, este tema me toca directamente. Podría hablar largo y tendido sobre las implicaciones de esta reforma, pero esto es un post, un formato diseñado para leer en un par de minutos, así que os ofrezco unos apuntes.
      La ley Wert es una puta mierda porque es elitista y clasista, lo que supone un retroceso bestial en la igualdad de oportunidades. 
     A Wert y a los contertulios que el Partido Popular tiene a sueldo en las tertulias de los medios se les llena la boca justificando la reforma porque "fomenta la competitividad". A esta afirmación cabría hacerle muchas objeciones. Para empezar, parte de la premisa de que hacer que las personas compitan unas contra otras es bueno porque saca lo mejor de cada uno. Una afirmación como esta se ha convertido en lo que Mary Douglas llamaba representaciones colectivas, ideas que la sociedad sanciona como evidentes, más allá de toda reflexión. Yo no sé si la competividad saca lo mejor de cada uno. Lo que sí sé es que genera tensión, estrés y frustra a la mayor parte de la población porque pocos son los que triunfan. Además, no hacía falta hacer aún más competitiva la educación. Tal y como estaba ya lo era suficiente. A los alumnos al final de cada trimestre les ponemos unas notas de uno a diez. Estas notas sirven para compararlos y para que, al final de la enseñanza secundaria obligatoria, unos tengan que dejar de estudiar, otros vayan a los ciclos formativos y otros al bachillerato. Esta primera clasificación hecha por el sistema educativo determina en gran manera el trabajo que desempeñarán en su vida adulta. Pero es que, además, en la enseñanza secundaria postobligatoria y en la universidad seguimos con el mismo cuento porque, en función de su expediente, unos tendrán más fácil que otros encontrar un buen trabajo y, por tanto, una buena vida. Creo que, como se puede comprobar, el sistema educativo ya era lo suficientemente competitivo.
       Pero bajo esa palabra tan de moda hoy en día se esconden dos implicaciones aún más graves.
       Al final de cada etapa los alumnos serán examinados por evaluadores externos al centro. En caso de no aprobar ese examen no titulan. Este examen tiene dos consecuencias fundamentales:
        1) Wert vincula la financiación de los centros a los resultados en estos exámenes, pero, en lugar de hacerlo como los finlandeses -los centros con peores resultados reciben más fondos para tratar de paliar el problema-, lo hace al revés. Cuanto mejores sean tus resultados, más pasta te dan. Así, los centros que funcionan bien lo harán cada vez mejor, y los que lo hacen mal, irán a peor. Es el primer paso para crear centros de primera y centros de segundo. 
      Por si esto no fuese suficiente, volvemos a la circunscripción única. Esto quiere decir que los papás podrán elegir el centro que les dé la gana. Es decir, que los centros con buenos resultados tendrán un aluvión de peticiones y los malos no tendrán ni una. Lo que harán los centros con buenos resultados y buena financiación será elegir a los alumnos que les aseguren buenas notas y no den problemas, y así la brecha entre unos centros y otros se agrandará. Esto ya no es sólo un paso hacia centros de primera y centros de segunda, es crear guetos directamente. Y siento decirles a todos esos padres que no quieren que sus hijos vayan al instituto con delincuentes, que el porcentaje de buenos alumnos es pequeño y que lo más probable es que no acepten a sus hijos en centros de élite. Sé que es duro aceptarlo, pero vuestros hijos no van a ir a esos colegios. Os lo digo por experiencia. En el mejor de los casos tendréis que pagar en un concertado -lo que es ilegal- y rezar para que ahí os lo admitan. A lo mejor conocéis a alguien en la directiva, pero estaréis conmigo en que no es la forma de adscripción más justa y equitativa del mundo. 
        2) La reválida supone que lo que los profesores dan o dejan de dar es controlado desde el Estado Central. Lógicamente, si la titulación de tus alumnos depende de un examen, vas a dar en clase exactamente lo que les entra en ese examen. Esto resulta bastante curioso, porque se da la paradoja de que la ley también insiste en la atención a la diversidad, es decir, que tus contenidos y tu metodología se adapte a las necesidades de tus alumnos. Y, al mismo tiempo, te controlan lo que hay que dar diseñando un examen igual para todos, un examen para un alumno estándar.
        Otra razón por la que la ley Wert es una puta mierda es porque otorga al director del centro la capacidad de contratar a personal. En lugar de ir destinado al centro por un concurso público, el director puede pedir a tal o cual profesor. Este profesor puede ser funcionario de carrera o interino. Para esto último basta con haberse presentado a la oposiciones una vez en la vida, aunque hayas dejado el examen en blanco. Esto, como supondréis, puede dar pie a todo tipo de chanchullos. No sólo que el director pida a un funcionario amiguete que tiene el destino lejos de su ciudad, sino que directamente enchufe a colegas que sólo tienen que inscribirse en una oposición y dejar el examen en blanco. Además, esta facultad del director le permite tener controlados a todos aquellos cuyo contrato depende de él. Es decir, hace que los profesores sean dóciles con el poder. Se suponía que la ley Wert iba a acabar con ciertas prácticas clientelares ilícitas y, de hecho lo hace. Las legaliza al permitir que el director se comporte con el instituto como el señor de un cortijo. 
      Hasta hoy, el director del instituto era elegido en unas elecciones en las que participaba toda la comunidad educativa. Se presentaban unos proyectos y se votaba y ganaba el que le gustaba más a la gente. Con la reforma de Wert, el director puede ser nombrado a dedo por un cargo político. Control político de los centros, enchufismo y clientelismo. 
       Y podría seguir así durante muchísimos párrafos. Podría, entre otras cosas, decir que la reválida de lengua parece que va a ser un examen tipo test. Ojo. Un test en lengua. Ya no hace falta saber escribir ni media palabra sin faltas de ortografía. También podría decir que se contempla la posibilidad de que, si el Ayuntamiento de turno cree que hace falta un colegio o instituto donde sea, tiene la facultad de expropiar el terreno -pagarlo a cuatro duros-, hacer un colegio con fondos públicos y convertirlo automáticamente en un centro concertado, es decir, gestionado por una empresa privada que se queda con los beneficios y que no tiene que hacer una inversión de nada porque la pasta la ha puesto el Ayuntamiento. Conociendo este país, es evidente, además, que estos centros se van a asignar a amiguetes de los gobernantes de turno. 
     Y podría seguir así mucho tiempo, párrafo tras párrafo, pero esto es un post y no se lee nada que lleve más de dos minutos, 
     

1 comentario:

  1. Una matización. Puedes ser interino sin tener si quiera que matricularte en una oposición. Hay ocasiones en las que se abren listas, en las cuales (cumpliendo unos requisitos previos) te apuntas y ya está, ya puedes ser profesor.
    Maria

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