martes, 26 de mayo de 2015

Los falsificadores (Stefan Ruzowitzky)



    Durante los últimos años de la Segunda Guerra Mundial los nazis planean llenar el mercado de billetes de libra y de dólar falsos y así hundir su economía de los aliados y ganar la guerra. Para ello escogen a varios judíos de los campos de concentración, todos ellos expertos en alguna tarea específica relacionada con la falsificación. 
      Me acerqué a esta película lleno de expectativas. Había ganado el Oscar en el 2008 a la mejor película extranjera y el premio al mejor actor en la Seminci de Valladolid también en 2008. Además, todo lo que tenga que ver con la Segunda Guerra Mundial, aunque sea remotamente, tiende a encandilarme. Tal vez fuese por este exceso de expectativas, tal vez porque la película no valga un patacón, que me llevé una decepción mayúscula. Me aburrí de cuidado y en más de una ocasión me sorprendí a mí mismo mirando el móvil por si me llegase algún watsap que me sacase del tedio. 
     Con las películas de nazis puedes hacer dos cosas, ambas igualmente válidas: o bien aprovechas el entorno, con toda su parafernalia y oportunidades de aventura, y haces una película de acción; o bien aprovechas aquellas décadas ominosas de la historia humana para reflexionar sobre la condición humana, sobre el mal, sobre el horror y sobre el extremo al que podemos llegar las personas, ya sea como víctimas, ya como verdugos. Los falsificadores pretende ser de las segundas, pero siento decir que se queda a medio camino. El nazismo y los campos de concentración dan para películas y conflictos morales y éticos que te sacudan el alma y te dejen hecho polvo. Los falsificadores tiene un par de momentos en los que te agobias un poquito, pero tampoco demasiado, porque, a fin de cuentas, los protagonistas son tratados más o menos bien y lo que pasa más allá de su barracón no se ve. Se intuye un poco, pero el director lo deja pasar como sin darle mucha importancia. No es la presencia del horror al otro lado de la pared la leiv motiv de la pelicula, sino más bien un elemento casi decorativo. Y así la película se diluye, sin ser un filme de aventuras, ni un drama lo suficientemente intenso como para arrugarte.
     El conflicto moral al que se ven sujetos los personajes es la duda de si hacer o no esos billetes. Hacerlos contribuirá a que la Alemania nazi, ese engendro que condenó a millones de personas al horror de los campos de concentración, tenga una oportunidad de perpetuarse. Pero no hacerlo supone volver al régimen de preso común y, con toda probabilidad, morir. Este conflicto puede ser interesante, pero insisto en que el director no incide lo suficiente en los horrores de la guerra y así se diluye en poco. 
      Lo único que rescato de esta pelicula -ojo que aquí viene un spoiler- es el final, cuando son rescatados y algunos de los judíos que no le hacían boicot al nazismo y que llegaron incluso a apalear a uno de los suyos por hacerlo, le cuentan a los otros judíos del campo cómo hacían trampas para boicotear a los nazis. Un ejemplo del modo en que se escribe la historia y de cómo nos apuntamos los tantos de los demás. Desgraciadamente es muy poco para levantar el filme y decir que vale la pena verlo.
     La dirección es sobria, el decorado está bien, los actores no lo hacen mal y están relativamente bien dirigidos. Pero tampoco llega.  
     

1 comentario:

  1. Película de anécdota. Alguien lee en algún sitio que en tal sitio ocurrió esto... que a una persona le ocurrió algo estando en tal sitio, que os nazis obligaron a un grupo de judíos a hacer lo que sea y ellos hicieron lo que cuadre...
    El problema es que se presenta la anécdota, se profundiza en ella en 30 minutos y hay que rellenar el resto hasta contar los diez minutos finales. Lo que queda es un producto prefabricado

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