Mary Douglas clasifica las sociedades en torno a dos polos opuestos: las sociedades densas y las sociedades livianas. Por las primeras entiende aquellas en las que hay muchas posiciones sociales. Esto quiere decir que en ellas hay muchos roles, muchos papeles sociales que desempeñar. Estos roles, a su vez, pueden ser desempeñados por una persona o por varias, y una persona puede desempeñar un solo rol o varios. Así por ejemplo, podríamos etiquetar nuestra sociedad como muy densa, ya que en ella hay infinitud de posiciones sociales. Los individuos en función de nuestro trabajo, de nuestra edad, de nuestro estado civil, de nuestra relación, etc... adoptamos ciertos roles. Una persona puede ser abogado, casado, persona madura, con una pandilla de amigos, etc... En relación con cada uno de estos roles los demás nos comportaremos con él de una u otra manera y se espera de él que que haga lo propio. Como puede desprenderse de la definición, las sociedades densas están muy jerarquizadas. Ya que las culturas son sistemas clasificatorios, una cultura con muchas clasificaciones deberá ejercer mucho control sobre sus miembros. Por el contrario, hay sociedades en las que los patrones sociales son muy escasos. En el polo opuesto de nuestra sociedad postcapitalista, están las sociedades tribales que estudió Marshall Sahlins. En ellas, las posibilidades de especialización del trabajo eran muy escasas. Uno era cazador-recolector y poco más. Al contrario que las sociedades densas, las livianas son extremadamente igualitarias y apenas si provocan marginados. Evidentemente, estos son los dos polos opuestos de una larga línea con muchas posiciones intermedias. Las culturas pueden situarse en esta línea aproximándose más a un extremo o a otro.
Mary Douglas sostiene que cuanto mayor es la densidad de una sociedad, más ritualizada está. Se apoya en Basil Bernstein y sus teorías sobre el aprendizaje de las lenguas. De acuerdo el lingüísta/sociólogo británico hay dos formas de aprender el lenguaje: o bien por medio de órdenes automatizadas, o bien por medio de razonamientos. Las posiciones sociales, según Douglas, se aprenden del mismo modo. En sociedades en las que hay muchas y, por tanto, el nivel de represión de los miembros es mucho mayor, tiene que haber, por fuerza, muchos rituales, ya que estos nos hacen repetir acciones y comportamientos de forma automática sin reflexión alguna. Aceptamos la secuencia actancial del ritual y su significado sin cuestionarnos nada. Esto repercute de forma positiva en el mantenimiento de las sociedades densas ya que las jerarquías generan irremediablemente tensiones y fricciones. El ritual en el que los participantes actúan de forma automática e irreflexiva está al servicio de la cohesión social. No sólo sirve para liberar esas tensiones, sino también para que los miembros de la sociedad asuman el sistema de posiciones sociales. Por el contrario, las sociedades livianas no necesitan rituales. Este tipo de sociedades funcionan de acuerdo con la otra lógica del lenguaje propuesta por Bernstein. No hay demasiadas fricciones ya que, al haber pocas posiciones, no se generan tantas tensiones ni desigualdades. Por ello no es necesario el ritual que lleve a sus miembros a aceptar inconscientemente el sistema. Se acepta el sistema por razonamiento.
Mary Douglas se detiene a estudiar el cuerpo y el control al que se le somete en las sociedades densas. El cuerpo humano es una extensión de la sociedad -como decía Marcel Mauss, el cuerpo humano es la imagen de la sociedad-, de modo que es lógico que una sociedad que controla mucho a sus miembros, también controle el cuerpo de estos. De ahí que, por ejemplo, en nuestra sociedad haya un férreo control sobre el estornudo, la defecación o el vómito por medio de rigurosas normas de etiqueta.
Mary Douglas se detiene a estudiar el cuerpo y el control al que se le somete en las sociedades densas. El cuerpo humano es una extensión de la sociedad -como decía Marcel Mauss, el cuerpo humano es la imagen de la sociedad-, de modo que es lógico que una sociedad que controla mucho a sus miembros, también controle el cuerpo de estos. De ahí que, por ejemplo, en nuestra sociedad haya un férreo control sobre el estornudo, la defecación o el vómito por medio de rigurosas normas de etiqueta.
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