Os cuento algunos ritos de paso a la edad adulta porque sé que os van a impresionar ya que os gusta el morbo:
Entre los algonquinos de Norteamérica, los jóvenes eran encerrados en una jaula y les suministraban una droga fortísima llamada wysoccan -por ahí he leído que esta droga es cien veces más fuerte que el LSD-. La droga los hacía caer en trance, tener alucinaciones y olvidar todas sus mentiras infantiles. En caso de que al despertar del trance, aún recordasen algo, volvían a empezar. Cuando hubiesen olvidado todas estas mentiras, se convertían en adultos.
Algonquinos |
El rito de paso a la edad adulta entre algunos aborígenes australianos consiste en mandar a los iniciando a vagar durante seis meses por el desierto. Durante todo este tiempo, no pueden recibir ayuda alguna. En caso de que regresen al pueblo con vida, serán reconocidos como adultos.
Jens Bjerre en The last cannibals habla de otro grupo de aborígenes australianos que cogen a los jóvenes de quince o dieciséis años, los recluyen y los tienen varias horas cantando para que se tranquilicen para lo que va a venir a continuación. Cuando ya consideran que están tranquilos, el brujo de la tribu les corta el prepucio. Durante esta operación el iniciando no debe mostrar el más mínimo gesto de dolor porque sería considerado como un signo de cobardía y, por tanto, de vergüenza. Una semana después, el mismo brujo les hace un agujero que atraviesa el pene de parte a parte cerca de la raíz y mete por ese agujero una astilla para que no se cierra. A partir de entonces, la orina y el semen saldrán por este agujero y así los hombres pueden tener relaciones sexuales sin dejar embarazadas a las mujeres. En caso de que quieran tener hijos, lo único que tienen que hacer es tapar el agujero durante la eyaculación.
Entre los Fula el rito consiste en enfrentar a dos jóvenes aspirantes a convertirse en adultos. Se azotan el uno al otro con una vara delgada y flexible. El resto de la comunidad decide cuál de los dos se ha comportado de forma más valiente y ese es el que se convierte en adulto.
Los hamar, de etiopía, exigen a los jóvenes entre doce y quince que quieren convertirse en hombres a saltar varias vacas puestas de lado. En caso de que no lo consigan, no lo serán y, en consecuencia, no podrán ser pastores ni tener una esposa.
En la tribu Satere-Mawe del Amazonas construyen una especie de guante lleno de hormigas paraponeras. La picadura de esta hormiga duele muchísimo, bastante más que la picadura de una abeja. Los niños tienen que meter la mano ahí y aguantar diez minutos sin gritar.
Entre los Ogiek del noroeste de Tanzania, los niños tienen que convertirse en bestia. En esta cultura se cree que los niños están malditos por una bestia mística. Entonces, para convertirse en adultos, tiene que pintarse todo el cuerpo de lodo y "fusionarse" con la bestia. Cuando consiguen rugir como ella, se supone que han roto la maldición y se convierten en adultos.
La tribu de cazadores Mati de Brasil le aplica veneno en los ojos del iniciando para mejorar su visión y sentidos. Luego, le dan golpes y latigazos y, al final, le queman la piel, se la levantan y con una astilla de madera le introducen veneno de la rana Phyllomedusa bicolor, una minúscula rana que contiene una de las toxinas más poderosas del reino animal. Cuando el iniciando se recupere de las alucinaciones, el vómito, la diarrea y el mareo, será un hombre y lo admitirán como compañero en las cacerías.
Entre los naghol tienen que hacer algo parecido al puenting. Se suben a una torre de ramas como esa que se ve en la foto, se atan los pies con una cuerda y saltan de cabeza. Tienen que cepillar sus cabezas contra el suelo para ver la muerte cara a cara. Este rito está muy documentado y yo recuerdo haber visto un documental en La2 cuando era niño.
En la película Un hombre llamado caballo salía un rito de paso muy parecido al que los Mandan Okipa, una tribu de lengua sioux de nativos norteamericanos, sometían a sus iniciandos. Les hacían ayunar durante cuatro días, luego les metían una especie ganchos por el pecho, y los levantaban hasta dejarlos colgados del techo. Durante el proceso, el iniciando tenía que sonreír para demostrar valor. Luego, normalmente, se desmayaba. Y cuando se despertaba, le cortaban el meñíque.
Entre los Mardudjara, cuando un joven entra en la edad adulta, es llevado hasta un lugar apartado. Allí, nn anciano se le sienta sobre su pecho mientras otro le corta el prepucio que el joven debe tragar sin masticar.
Y para rematar, la infibulación femenina. En la wikipedia recogen esta descripción de la operación hecha por un tal Dr. Cordero Marín:
“extirpación total del clítoris, labios menores y parte de los labios mayores. Las dos partes de la vulva se suturan con espinos, generalmente con acacia enana, se fijan con cordel en cierre de corsé dejando un solo agujero que dé paso a la orina y a la sangre menstrual, asegurando su permeabilidad con un trozo de caña de bambú. La hemostasia se realiza aplicando una mezcla, casi siempre de azúcar y goma arábiga. A continuación se adosan ambas piernas amarrándolas hasta la altura de las rodillas. Unas semanas después se quitan los espinos; si la operación no dio resultado se repite de nuevo”.
Tendemos a pensar que estas barbaridades se practican en culturas musulmanas y es cierto, pero también cristianas e incluso en otras con otras religiones. Según el diario El País:
Actualmente, la excisión y la infibulación se practican en 26 países, desde el cono de Africa y el mar Rojo hasta la costa atlántica y desde Egipto hasta Tanzania, comprendiendo también la mayor parte de Nigeria, los dos Yemen, Arabia Saudita, Irak, Jordania, Siria y el sur de Argelia. Con mucha menos frecuencia se realiza en algunas tribus de América Latina, Brasil, Perú y México, así como en Malasia y Pakistán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario