Chuck Palahniuk es, quizá, el mejor exponente de lo que se denominó Generación X. No sé si lo reconocerá como una de sus influencias, pero sus personajes parecen atrapados en la paradoja schpenhueriana de la existencia: la vida oscila entre el dolor que provoca el deseo insatisfecho y el tedio que llega cuando hemos satisfecho ese dolor. Sufro porque no tengo algo -una novia, un puesto de trabajo, o lo que sea- y, cuando lo consigo, al poco paso a considerar la nueva situación como normal y me aburro. Para evitar caer en un tedio indefinido, me busco otra meta que me mantiene insatisfecho mientras no la alcanzo. Y así una y otra vez. La sociedad contemporánea, con todas sus facilidades, nos ha condenado a vidas demasiado cómodas. Tenemos trabajo, casa, no hay desastres naturales que amenacen nuestra plácida vida, y hasta las guerras se libran en países lejanos, de modo que apenas si nos afectan más allá que como espectáculos televisivos. No hay deseos insatisfechos, y, en caso de haberlos, basta con acercarnos a un centro comercial para colmarlos. No encontramos estímulos que nos muevan a la acción, de ahí que la vida del hombre occidental contemporáneo transcurra en una abulia indefinida. Hay una cita que resume esta nueva condición humana. No es de la novela, sino de la película de El Club de la lucha, pero resume perfectamente el universo de Palahniuk:
«Veo mucho potencial, pero está desperdiciado. Toda una generación trabajando en gasolineras, sirviendo mesas o siendo esclavos oficinistas. La publicidad nos hace desear coches y ropas. Tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos, no hemos sufrido una gran guerra ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seríamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock. Pero no lo seremos, y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy cabreados».
He escogido El Club de la Lucha y Asfixia como las dos novelas más representativas de Palahniuk porque en cada una de ellas se concretan las dos respuestas posibles a esta abulia existencial. En El Club de la Lucha el protagonista, en primera instancia, crea un club en el que se citan hombres y mujeres para pelear, para estar cada noche al borde de la muerte y crear así los estímulos suficientes para no sucumbir al tedio. Después, cuando el club ya está consolidado, se convierten en un grupo terrorista cuyo objetivo es acabar con esta sociedad enferma.
Plano de la película de El Club de la Lucha con Brad Pitt haciendo de Tyler Durden. La película es hasta mejor que la novela. |
Asfixia propone una solución menos radical, pero, en cierta manera, mucho más realista. Un
ser humano del siglo X empleaba todas sus energías mentales en los
padecimientos provocados por sus penosas condiciones de vida, la
guerra, el hambre y dolores y enfermedades controladas hoy en día. A
nosotros la sociedad moderna nos ha condenado a una vida
demasiado cómoda. Sin nada de lo que defendernos, nuestros pensamientos se vuelven contra nosotros mismos. Surgen así las adicciones y las hipocondrías -el protagonista de la novela, además de estar obsesionado con la enfermedad, es adicto al sexo-.
Plano de Asfixia. No he visto la película, así que no puedo opinar. |
En general, el estilo de Palahniuk es rápido y agresivo. Frases cortas que concuerdan muy bien con ese universo suyo y que, al mismo tiempo, hacen que se lea muy bien.
Hasta aquí, todo lo bueno de Palahniuk. Pero también hay que darle algún palo:
1. Sus novelas no es que sean especialmente verosímiles. Lo siento, pero a veces todo es tan absurdo que te echa de la lectura.
2. El Club de la Lucha tiene una acción bastante trepidante, pero Asfixia es como si la acción se hubiese detenido, como si la novela careciese de conflicto y se limitase a contarnos la vida de un tarado.
En cualquier caso, aunque sólo sea para saber de qué va la narrativa de la Generación X y como testimonio de una época -lo que fueron los años noventa y el comienzo del siglo XXI-, recomiendo leer a Palahniuk. Desde luego mucho más que a nuestra versión hispana de esta generación, Mañas y Ray Loriga. Lo peor de todo, la novela más famosa de este último, es una nota a pie de página a la Generación X, y eso que es cuatro años anterior a El Club de la Lucha.
P.D. Todo esto de las vidas demasiado cómodas y el malestar existencial de la sociedad de consumo puede que fuese cierto hace diez o quince años. Habrá que ver qué pasa con la crisis económica y el nuevo mundo que está surgiendo tras ella.