miércoles, 4 de junio de 2014

La Tercera República a debate



     El rey ha abdicado. Los dos grandes partidos se apresuran a sacar una ley que asegure la sucesión a su hijo Felipe. Mariano Rajoy niega la posibilidad de un referendum para que los españoles decidan si quieren un sistema monárquico o una República aduciendo que la mayoría de la población está de acuerdo con la Monarquía. La prensa publica día tras día encuestas que sostienen que los españoles apoyamos al nuevo rey. Pese a todo, el debate está en la calle y en las redes sociales. Los dos grandes partidos siguen negando el referendum a pesar de que, si el resultado fuese tan abrumador como sostienen, la institución monárquica, que está siendo tan cuestionada, se vería refrendada. Cada vez que Cayo Lara, Pablo Iglesias o cualquier otro líder de la izquierda política pidiese la Tercera República, podrían callarle la boca con el resultado aplastante de unas elecciones plebiscitarias. Pero no lo hacen. Por algo será.

Manifestación republicana. No parecen pocos.


     Hay muchos argumentos a favor de proclamar la Tercera República. El primero y más evidente es que República y Monarquía se sostienen sobre principios cívicos diferentes. La primera se basa en la igualdad de todos los ciudadanos, sea cual sea su origen. La segunda implica aceptar la diferencia de una casta de individuos que por pertenecer a una determinada familia están mejor preparados para regir los destinos de la ciudadanía, incapaz de gobernarse a sí misma. Mi amigo T sintetizó este argumento en el siguiente whatsapp:

     Para mí el ambiente social español está viciado por esa veneración a la Familia Real, al “saber estar”, al “hay instituciones que se deben respetar”, etc... Todo eso crea una sensación de inferioridad en el pueblo, que no es tan fino y educado como sus gobernantes, y provoca que no se haga cargo de su responsabilidad de organizarse por sí mismo. Con la Monarquía somos como niños imitando a mayores.

   No dudo que, como sostiene la propaganda institucional, Felipe de Borbón esté muy, muy, muy preparado. Pero ¿por qué él? ¿es acaso el mejor de los españoles? ¿y, si es así, quién lo ha decidido? ¿ha habido igualdad de oportunidades para que cualquiera pudiese ser el mejor?

     El segundo argumento es que España necesita un cambio, una segunda transición. La crisis española es mucho más que un ciclo económico desfavorable. El paro estructural, la corrupción endémica, las tensiones territoriales, etc... son problemas que demandan una solución radical e inmediata. Y nadie con dos dedos de frente puede ver en el cambio de Juan Carlos por Felipe “una nueva era” o una “renovación”, por mucho que se esfuercen en vendernos esa imagen de monarquía moderna con una reina de clase media. Como dijo mi amigo T, “se renueva más mi coche cuando cambio el aceite”. El paso de la Monarquía a la República puede ser el primer tajo para abrir el melón de la Constitución y arremeter todos los cambios que necesita este país.

     Hasta aquí, más o menos, todos los republicanos estamos de acuerdo. Pero hablar de República así, en abstracto, no es decir mucho. Es defender solamente que no haya rey, pero ¿qué clase de República queremos? Porque no es lo mismo la República Popular China, la Bolivariana de Venezuela que la Federal alemana o la estadounidense. Evidentemente, cuando se habla de República Española, nadie piensa en China ni en Corea del Norte -una República dictadura hereditaria que sería muy graciosa si su Amado Líder no matase de hambre y represión brutal a su pueblo-. Todos queremos una República europea civilizada y democrática. Si pongo ejemplos tan extremos es para visualizar que hay un amplio abanico de posibilidades y para demostrar que puede haber más distancia entre dos formas de República que entre una Monarquía Parlamentaria y una República como, por ejemplo, la alemana.
     La forma de República más popular, quizá por pionera, es la norteamericana, con un Parlamento y un Senado independientes resultado de unas elecciones también independientes. El Parlamento diseña las leyes y el Senado sanciona. Si Parlamento y Senado son del mismo color, no hay ninguna dificultad: la aprobación de una ley no es más que un trámite. Sin embargo, los norteamericanos llevan muy a gala su tendencia a elegir Parlamentos y Senados de distinto color político para que uno controle a otro y el Presidente no pueda ejercer un poder absoluto. La consecuencia directa de esta bicefalia es que todas las leyes tienen que ser aprobadas por consenso. Dicho así suena muy bien: todas las leyes son el resultado del acuerdo casi unánime de los ciudadanos. Pero en la práctica este Parlamento sometido al Senado supone que da igual quién te gobierne porque, en última instancia, los ciudadanos tendrán siempre una política estatal de centro, a medio camino entre los dos partidos. Y a mí me gusta que se note quién gobierna, aunque no sea el partido al que he votado. La alternancia política consiste exactamente en eso, en que un cambio de gobierno suponga un cambio en los modos de hacer política, no una postura oficial de centro perpetuo. Esta política
El pobre Obama pensando en la sanidad universal.
centrista ha servido, entre otras cosas, para que Obama se quedase a medio camino con la reforma de la sanidad universal y siga habiendo millones de ciudadanos sin la cobertura médica mínima y las aseguradoras privadas continúen haciendo el agosto con la sanidad. Y, a tenor de lo que hemos visto en España cuando PSOE y PP se han puesto de acuerdo -reforma exprés de la Constitución para fijar el techo de deuda por orden de Alemania-, podemos imaginarnos lo que sería este país -eso si son capaces de ponerse de acuerdo en algo, cosa que dudo-.
      Otro factor a tener en cuenta a la hora de diseñar la hipotética Constitución Republicana, es en dónde recae el poder en la práctica. En teoría, en todas las constituciones democráticas la soberanía recae en el pueblo. En la práctica todos sabemos cómo el poder financiero controla en su propio beneficio a los 
Lo que pasa en Sudán. Podéis ver más aquí
gobiernos, sean cuales sean. Así, la democracia de las barras y las estrellas mandó a sus marines a Irak y Afganistán y pasa olímpicamente de otros estados y dictadores por lo menos tan malos como Sadam o los talibanes, pero que no tienen ni gas ni petróleo, como, por ejemplo, Sudán. Y también así hemos de asistir con una frecuencia intolerable a gobiernos que legislan en contra de sus ciudadanos sólo para defender los intereses del gran capital. Por ello, el cambio de la Monarquía a la República debe ser algo más que una modificación en los escudos oficiales. De lo contrario, la vida del ciudadano medio no cambiará más que nominalmente. Si el poder en la nueva República no recae efectivamente en los ciudadanos, seguiríamos teniendo un sostén de clases, ricos que mandan y ciudadanos explotados, y se habrá cumplido una vez más la célebre máxima de El Gatopardo: “que todo cambie para que nada cambie”.
     Algunos defensores de esta forma de República del capital -como es el caso de los republicanos norteamericanos y algún neocon del PP- objetarán que se trata de una República libre y apelarán al ideal calvinista, al calling divino, o, en otras palabras, a eso de que “si te has hecho rico, es porque te lo merecías”. No voy a detenerme aquí a evidenciar la falacia del capitalismo protestante apelando a la falta de igualdad de oportunidades y todo eso que ya sabemos. El caso es que en una República en la que los ciudadanos aceptan que se gobierne en su contra es una forma de violencia simbólica. Los ciudadanos sometidos asumen su explotación como una ley natural, y así no solucionamos esa sensación de inferioridad de los gobernados con respecto de los gobernantes de la que hablaba mi amigo T cuando se quejaba de la Monarquía -sólo hay que leer El Gran Gatsby o Pastoral Americana de la que hablé aquí-.
     Por todo ello, si no queremos que la Tercera República no sea el mismo sistema de siempre con un lifting, habría que abrir el melón de la Constitución y plantear de verdad cuestiones como la laicidad del Estado -que no aconfesionalidad-, la garantía real de una vivienda -esto no es una quimera, basta recordar las viviendas sociales en el Reino Unido antes de Margaret Thatcher-, listas abiertas en la elección de representantes, diputados que tengan que responder personalmente ante sus electores -como por ejemplo en Inglaterra-, el Estado Federal, la Seguridad Social, el autogobierno de los jueces y un montón de cosas más que podéis encontrar desperdigadas en los programas electorales de algunos partidos.
    Desgraciadamente, no soy muy optimista al respecto. Mientras el mundo siga gobernado por fundamentalistas neoliberales, dudo mucho que una verdadera República Democrática pueda existir. Pero no por ello dejaré de pedirla -por lo menos hasta que el Ministro del Interior considere mis peticiones como soflamas antisistema que incitan al odio y la violencia, que todo se andará.-.





Otras manifestaciones republicanas

2 comentarios:

  1. El problema que tienen los EEUU es que es un sistema bipartidista puro y duro, solo dos partidos políticos se presentan a las elecciones. En un país con pluralidad de formaciones, quizá el aprobar leyes necesite de más consenso; aunque eso siempre va a llevar a soluciones centristas. El ejemplo de la sanidad no me vale en el sentido de que en un país en el que el sistema de acceso a la sanidad depende de las aseguradoras, va a ser muy difícil de cambiar. Sobre todo, porque como dices, los políticos se pliegan a los poderes económicos. Antes, ahora y después, vamos a estar gobernados por las multinacionales.
    Si a esto es a lo que te refieres con cambiar, perfecto, pero ya es toda una utopía. Habrá que cambiar todo un sistema político de un país. Aquí de lo que se trata ahora es de abolir una institución arcaica y después ya seguiremos.

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  2. Alfonso Varsovia
    Me ha gustado tu artículo. No soy ningún entendido en política, pero concuerdo con lo que dices.


    Telmo de Paz
    http://www.elplural.com/.../seis-falacias-contra-la.../

    Seis falacias contra la República que puedes evitar : Periódico digital progresista
    www.elplural.com

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