¿Por qué las clases medias se vuelven conservadoras?
LA ESCENA COSTUMBRISTA CON LA QUE ME ENCONTRÉ EL OTRO DÍA:
Es sábado, el día antes de las elecciones europeas, la jornada que
se supone de reflexión. Estamos en la terraza de una cafetería. Haya
sillas y mesas y sombrillas de propaganda de cerveza plegadas. Sentados
alrededor de una mesa hay dos matrimonios de mediana edad. Visten a la
moda, con zapatillas New Balance y pantalones ajustados remangados.
Fuman, beben cañas y comen aceitunas. Una de las mujeres lleva gafas del
sol. Unos metros más allá tres niños juegan a la pelota. Son sus hijos.
Una madre levanta la voz para ordenarles que tengan cuidado con
la pelota.
-Perdona por interrumpirte. -le dice a uno de los hombres- Es que van a acabar rompiendo un cristal.
El marido de su amiga acepta la disculpa y continúa con su discurso.
-Yo he tenido que currármelo. Mis padres no son condes ni marqueses. Mi padre era representante y mi madre ama de casa. Pasé mis seis años en la facultad de medicina, mis dos de MIR... si ahora me va bien, es porque me lo curré. Todos tuvimos la oportunidad de estudiar. Si con dieciocho años te ponías a servir copas...
Su mujer decide apoyar las palabras de su marido:
-Es que a nosotros nos va bien con el PP. Ángel es autónomo y no hacemos más que pagar impuestos.
La otra mujer, su mejor amiga, no puede estar más de acuerdo. Su marido, abogado, y ella, empleada de banca, se encuentran en la misma situación. No entiende por qué, si ella paga un seguro médico privado y el colegio de sus niños, tienen que pagar tantos impuestos. Por qué pagar al Estado por algo que no usan.
Su marido, menos sutil, reconoce que él tampoco desciende de la pata del Cid y se embarca en una diatriba contra la cultura de la subvención y los funcionarios en general.
-Perdona por interrumpirte. -le dice a uno de los hombres- Es que van a acabar rompiendo un cristal.
El marido de su amiga acepta la disculpa y continúa con su discurso.
-Yo he tenido que currármelo. Mis padres no son condes ni marqueses. Mi padre era representante y mi madre ama de casa. Pasé mis seis años en la facultad de medicina, mis dos de MIR... si ahora me va bien, es porque me lo curré. Todos tuvimos la oportunidad de estudiar. Si con dieciocho años te ponías a servir copas...
Su mujer decide apoyar las palabras de su marido:
-Es que a nosotros nos va bien con el PP. Ángel es autónomo y no hacemos más que pagar impuestos.
La otra mujer, su mejor amiga, no puede estar más de acuerdo. Su marido, abogado, y ella, empleada de banca, se encuentran en la misma situación. No entiende por qué, si ella paga un seguro médico privado y el colegio de sus niños, tienen que pagar tantos impuestos. Por qué pagar al Estado por algo que no usan.
Su marido, menos sutil, reconoce que él tampoco desciende de la pata del Cid y se embarca en una diatriba contra la cultura de la subvención y los funcionarios en general.
LA PREGUNTA:
¿Por qué las clases medias se han vuelto consevadoras?
¿Por qué las clases medias se han vuelto consevadoras?
LA RESPUESTA:
Hace treinta años, entre las clases medias había la percepción generalizada de que el estado del bienestar beneficiaba a todos. Esos padres con empleo de baja cualificación -representantes, taxistas, camareros...- pudieron mandar a sus hijos a la universidad y tuvieron acceso a la sanidad, cosa impensable sin las políticas redistributivas y las subvenciones del estado del bienestar.
Además, vieron cómo sus sueldos crecían y tenían por primera vez acceso a una vivienda en propiedad y hasta un mes de vacaciones en un pueblo de la costa levantina.
Hoy los hijos de estos padres no perciben que el estado del bienestar los beneficie en nada. Gracias a su trabajo de alta cualificación universitaria, tienen dinero para pagarse un seguro de medicina privada y el colegio de sus hijos. Normalmente no harán uso de las prestaciones por desempleo, de modo que consideran el estado del bienestar como un engorro, un lastre de impuestos para que se beneficencien otros.
Dar así, abiertamente, estos argumentos puede dar la impresión de cierto egoísmo, de poca sensibilidad, sobre todo en los tiempos que corren. De ahí que recurran con cierta frecuencia al discurso de la meritocracia, de que todos tenemos las mismas oportunidades y que las desigualdades sociales son el resultado de las diferencias en el esfuerzo y el talento.
Hace treinta años, entre las clases medias había la percepción generalizada de que el estado del bienestar beneficiaba a todos. Esos padres con empleo de baja cualificación -representantes, taxistas, camareros...- pudieron mandar a sus hijos a la universidad y tuvieron acceso a la sanidad, cosa impensable sin las políticas redistributivas y las subvenciones del estado del bienestar.
Además, vieron cómo sus sueldos crecían y tenían por primera vez acceso a una vivienda en propiedad y hasta un mes de vacaciones en un pueblo de la costa levantina.
Hoy los hijos de estos padres no perciben que el estado del bienestar los beneficie en nada. Gracias a su trabajo de alta cualificación universitaria, tienen dinero para pagarse un seguro de medicina privada y el colegio de sus hijos. Normalmente no harán uso de las prestaciones por desempleo, de modo que consideran el estado del bienestar como un engorro, un lastre de impuestos para que se beneficencien otros.
Dar así, abiertamente, estos argumentos puede dar la impresión de cierto egoísmo, de poca sensibilidad, sobre todo en los tiempos que corren. De ahí que recurran con cierta frecuencia al discurso de la meritocracia, de que todos tenemos las mismas oportunidades y que las desigualdades sociales son el resultado de las diferencias en el esfuerzo y el talento.
EL COMENTARIO
1. El viraje de las clases medias hacia el conservadurismo político es de una hipocresía horrible. Si esos hijos de taxistas, camareros, etc. han ido a la universidad, ha sido gracias a esos impuestos que ahora perciben como un lastre. Y ya lo dice la sabiduría popular: de bien nacidos es ser agradecidos.
2. El neoliberalismo salvaje no beneficia a los autónomos de clase media como ese médico que vive de los servicios privados. En una sociedad polarizada, sin clases medias, poco serán los que puedan recurrir a los servicios de un médico privado como él. Y lo mismo sucede con los arquitectos que se dedican a reformas y casas pequeñas, con los abogados, etc.
3. Las clases medias pueden acceder a un seguro médico privado porque hay una Seguridad Social a la que derivan los tratamientos más caros. Y, si pagan un colegio concertado, es porque los engañan con el transporte, el comedor y las actividades extraescolares, porque los colegios concertados están subvencionados exactamente igual que los públicos.
4. El discurso moral con el que justifican su comportamiento egoísta es falso. Sería muy engorroso desmenuzar aquí las estadísticas. Os remito, por ejemplo, a Owen Jones (*). Pero, aunque fuese cierto, tendría que haber igualdad de oportunidades para todos, esa igualdad que se pierde cuando se retiran las subvenciones y la enseñanza pública.
5. Y, como dice mi amigo T, lo peor es que estas nuevas clases medias conservadoras ni siquiera saben que lo son gracias al estado del bienestar.
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