Es muy frecuente escuchar las siguientes afirmaciones:
- Si te dedicas al diseño gráfico / edición, Apple es mucho mejor que Windows. No hay color.
- Microsoft es una mierda, se queda colgado cada dos por tres. Apple no da fallos.
- Mac no tiene virus.
Y demás cosas por el estilo, como que los IPhone son mucho mejores, que sacan unas fotos maravillosas, etc...
A mi mujer esto la indigna. Mis compañeros Javier y Fernando no llegan a tanto, pero les hace gracia.
Todas esas afirmaciones son ciertas, pero habría que aclarar algunas cosas:
a) Apple no es mucho mejor que PC. Esta confusión surge como resultado de comparar un Mac normal con un PC normal. El Mac normal cuesta unos mil quinientos euros y el PC normal seiscientos. Lógicamente, el hardware que lleva el Mac es infinitamente mejor. Pero, si te gastas mil doscientos euros en un PC, vuela.
Mi compañero Fernando me dijo al respecto:
- Mercedes no hace coches de gama media. Apple lo mismo.
Comparar un Mac normal con un PC normal es como comparar un Seat Ibiza con un Mercedes SLK. Es injusto, porque el primero cuesta trece mil euros y el segundo no lo sé, pero seguro que más de treinta mil.
Lo que habría que comparar es un Mac de mil quinientos euros con un PC de mil quinientos euros.
b) Efectivamente, Apple no se queda colgado -a veces sí, pero menos que Windows-. Normal, porque Mac es un sistema total y absolutamente blindado. Solo te deja instalar sus programas y combinarlo con otros productos de su marca. Todo hecho exclusivamente por ellos para ellos. Por el contrario, en Windows puedes instalar de todo, programas de otras compañías, pluggins, etc... Por eso es normal que a veces falle. No es que quiera defender a Microsoft, que me parece una empresa muy chunga, pero en este aspecto Microsoft es la libertad y Apple se podría comparar con Corea del Norte.
Un puerto fenicio al lado de la norcoreana Apple. |
c) Apple tiene muy pocos virus por la misma razón que di antes. Es un sistema tan cerrado, que difícilmente puedes descargarte un virus. Solo puedes bajar cosas de sus páginas e instalar programas de su grupo empresarial.
Así las cosas, ¿cómo es posible que Apple haya ganado la batalla y se haya convertido en una de las empresas más grandes del mundo con legiones de fieles?
Porque Apple es una metáfora de nuestra sociedad.
Los seres humanos tendemos a adherirnos a aquellos fenómenos sociales que nos refuerzan en nuestros valores y sentimientos.
Pongamos por ejemplo el cine. ¿Por qué tuvo tanto éxito Pretty Woman? Porque en ella se condensaban todos los valores y sentimientos de nuestra cultura acerca del amor y la familia -amor por encima de todo, incluso de las clases sociales; matrimonios basados en el amor y no en interés económico; etc...-.
Chorrada que el gusta a la gente. |
Lo mismo sucede con el fútbol, que es una metáfora del capitalismo -dos empresas se enfrentan entre sí con un director/entrenador que dirige jugadores/trabajadores, de la competencia sale lo mejor de las personas, etc...-.
Un fenómeno social que vaya en contra de nuestros valores nos resulta incómodo y tendemos a rechazarlo.
Amamos Apple porque esta empresa condensa muchos de los valores de nuestra cultura.
En primer lugar, Steve Jobs se dio cuenta de una cosa: en el mercado de hardware no existía el lujo. Todo era de clase media, gris, igual, casi comunista. Apple se convirtió en el hardware lujoso. Para ello solo tuvo que subir el precio. Un fenómeno típico del capitalismo: la singularización de lo común. (Si os interesa este fenómeno lo explico pormenorizadamente aquí).
En el capitalismo de consumo la calidad de una persona se mide por el dinero que tiene. Amancio Ortega es un héroe nacional solo porque creó una empresa que le ha dado mucho dinero. A los investigadores que se queman las pestañas buscando la vacuna contra el cáncer no los conoce ni Dios. Amancio Ortega es el macho alfa de nuestra manada.
Un macho alfa |
Las marcas explotan la tendencia de nuestra sociedad a la jerarquización y la vara de medir capitalista en función de los bienes materiales acumulados. Los productos de lujo son un símbolo de estatus. Consumiendo productos de marca caros, estás mandando la señal de que eres un macho alfa que puede gastarse un montón de dinero porque lo tiene.
En antropología llamamos a esta forma de consumo y de adhesión y jerarquización a partir de él consumo conspicuo. No es exclusivo del capitalismo. Por ejemplo, los indios de Vancouver tenían un sistema parecido para elegir al Gran Hombre. Pero en el capitalismo también se da.
Apple, como producto de lujo, recoge esta forma de actuar y de pensar del capitalismo de consumo.
En segundo lugar, Apple vende diseño. Es chic, mola. No es lo mismo sentarse en una terracita cool a tomarse una cañita y sacar tu Mac para conectarte a la wifi que sacar un portátil Samsumg. Esta necesidad de aparentar es propia de sociedades anónimas como la nuestra.
Tienda Apple con gente molona. |
En nuestras urbes, el 99% de las personas con las que nos cruzamos son desconocidos. La única forma que tienen de hacerse una idea de nosotros es a partir de una breve impresión que extraerán de nuestra forma de vestir, nuestro peinado, los adornos corporales, y algo de nuestro lenguaje corporal. De ahí nuestra obsesión con la imagen pública. En sociedades con pocos miembros, las personas no necesitan manipular sus cuerpos y adornarlos para causar cierta impresión, porque ya se conocen personalmente. Por el contrario, nosotros dedicamos una cantidad ingente de tiempo a construir esa fachada que le manda a los demás la idea de nosotros que queremos que se hagan. (Si os interesa esto, podéis leer este post).
En este sentido, vivimos en la cultura de las apariencias, y Apple, con su diseño chic, es expresión de esta forma de actuar y pensar.
Y en tercer y último lugar, Apple nos ofrece seguridad a cambio de libertad. Esta idea me la sugirió mi compañero Fernando cuando estábamos hablando de informática.
- En el fondo lo que quiere la gente es una dictadura.- dijo.
Fernando se refería a la relación de la gente con la informática, no a un sistema político.
Y añadió:
- Deberías pensarlo como antropólogo, porque tiene una dimensión social.
Entonces intervino Javier, otro experto informático:
- Todos esos progres que se ponen a criticar a Windows porque se cuelga, luego se pasan a Apple. Es una incoherencia... Apple es más cerrado que Corea del Norte.
- La gente lo que quiere es que le digan qué hacer y que las cosas no fallen. La libertad hay que saber usarla y a veces falla. Por eso usan Apple. -dijo Fernando.
Y esta es la tercera razón por la que Apple triunfa.
Vivimos en la sociedad del control. Nos aterra sufrir, así que tratamos de tenerlo todo controlado para evitar daños, aunque para ello tengamos que renunciar en parte a nuestra libertad. Esta renuncia se da en dos dimensiones:
a) la física y más evidente: controles de seguridad en aeropuertos, cámaras de videovigilancia en todos lados, patrullas de policía por las calles, gobiernos que acceden a nuestra correspondencia privada en aras de la lucha contra el terrorismo, cacheos indecentes antes de entrar en cualquier evento público, etc... Estamos dispuestos a renunciar a mucho con tal de tener sensación de seguridad.
b) la seguridad existencial. En las sociedades tradicionales todos los miembros del grupo sabían hacer todas las actividades necesarias para la subsistencia. Las personas sabían cazar, recolectar, cocinar, etc... A medida que surgen los grandes imperios agrarios, el trabajo empieza de dividirse. Surgen así los trabajos especializados. Al principio eran pocas las opciones: podías ser campesino, guerrero o mago. Pero, a medida que las sociedades evolucionan y se hacen más complejas, la especialización es cada vez mayor. En nuestras sociedades actuales, es extrema. Apenas si sabemos hacer nada que no sea nuestro hiperespecializado empleo. Tenemos que recurrir a nuestros semejantes para cualquier actividad, por trivial que nos pueda parecer. Como me dijo mi amigo Telmo, las personas ya no tenemos ni criterios para decidir qué puerro comprar en el supermercado. Esta situación provoca desazón en los seres humanos, que se sienten desvalidos ante la enorme cantidad de decisiones que debemos tomar sin criterios para hacerlo.
Anthony Giddens sostiene que la confianza en los sistemas expertos es el contrapeso a esa desazón que provoca la inseguridad. Así por ejemplo, si vamos al médico porque nos duele un hombro, confiamos en que esa persona sabe lo que hace que y que va tomar las decisiones mejores para nosotros. Y lo mismo si llamamos a un fontanero. Aunque hayamos tenido cientos de experiencias de que eso no es así, seguimos confiando en los demás porque sin su cooperación el sistema de posiciones sociales colapsaría.
En este contexto es donde tenemos que situar las declaraciones de mi compañero Fernando cuando sostenía que las personas prefieren las dictaduras. Abrumados por la cantidad de decisiones que hay que tomar sin estar preparados para ello, preferimos que nos digan qué debemos hacer a ejercer nuestra libertad. Ahí donde Apple se muestra como una metáfora de nuestra cultura. Renunciamos a la mayor libertad de otros sistemas operativos a cambio de uno que nos dice qué podemos instalar, qué podemos hacer y qué no. Confiamos en él porque Apple, con Steve Jobs presentado como un genio y los dependientes de sus tiendas que parecen sacados directamente de Silicon Valley, nos ofrece una imagen de fiabilidad. Hay pruebas de sobra de lo contrario, pero las obviamos porque Apple, en la sociedad de las apariencias, construye como nadie su imagen de fiabilidad.
Anthony Giddens sostiene que la confianza en los sistemas expertos es el contrapeso a esa desazón que provoca la inseguridad. Así por ejemplo, si vamos al médico porque nos duele un hombro, confiamos en que esa persona sabe lo que hace que y que va tomar las decisiones mejores para nosotros. Y lo mismo si llamamos a un fontanero. Aunque hayamos tenido cientos de experiencias de que eso no es así, seguimos confiando en los demás porque sin su cooperación el sistema de posiciones sociales colapsaría.
En este contexto es donde tenemos que situar las declaraciones de mi compañero Fernando cuando sostenía que las personas prefieren las dictaduras. Abrumados por la cantidad de decisiones que hay que tomar sin estar preparados para ello, preferimos que nos digan qué debemos hacer a ejercer nuestra libertad. Ahí donde Apple se muestra como una metáfora de nuestra cultura. Renunciamos a la mayor libertad de otros sistemas operativos a cambio de uno que nos dice qué podemos instalar, qué podemos hacer y qué no. Confiamos en él porque Apple, con Steve Jobs presentado como un genio y los dependientes de sus tiendas que parecen sacados directamente de Silicon Valley, nos ofrece una imagen de fiabilidad. Hay pruebas de sobra de lo contrario, pero las obviamos porque Apple, en la sociedad de las apariencias, construye como nadie su imagen de fiabilidad.
Por todo ello, creo que Apple es Dios. Durkheim decía que la religión era la sociedad adorándose a sí misma, en el sentido de que la religión expresaba los valores de la cultura y que por medio de ella las personas expresaban su adhesión a ese sistema de valores. Pues Apple es el Dios moderno, y por eso arrasa.