lunes, 27 de julio de 2015

Adam Johnson: El húerfano.



    Premio Pulitzer en 2013, El húerfano cuenta la vida de Jun Do, un ciudadano de Corea del Norte que evoluciona desde niño criado en un horfanato, a rebelde enamorado, pasando por secuestrador y asesino a las órdenes del gobierno.
    Lo primero que le viene a mente al lector de El huérfano es la novela de Orwell 1984. La propaganda continua a través de altavoces que suenan a todo volumen sin parar, las torturas, el régimen de terror, la arbitrariedad y la opresión terrorífica de un estado parece una versión moderna de la obra magna de Orwell. Y, sin embargo, esta historia está ambientada hoy en día en un país que existe y es así. Dicen que Adam Johnson se ha documentado muchísimo, que estuvo allí y que Corea del Norte realmente es cómo la retrata en esta novela. De ser cierto, y no creo que haya por qué ponerlo en duda, el régimen norcoreano es un engendro infinitamente peor que el Tercer Reich. 
    Además de Orwell, en muchos momentos la novela me recordó a Kafka. El gobierno y su caprichoso Querido Líder son una de las cosas más absurdas que puede imaginar la mente humana. Como en El proceso, los habitantes de Corea del Norte ven sometidos sus destinos a un régimen absurdo que se comporta con total y absoluta arbitrariedad. Ni tan siquiera cumpliendo con lo que se supone con son las reglas uno puede estar seguro de que no será torturado y asesinado brutalmente. 
    El húerfano es una de esas obras tan de moda en nuestra postmodernidad que conforman los géneros híbridos. Cuando la novela como género tradicional parece agotada, surgen un montón de manifestaciones literarias que juegan a romper las convenciones genéricas y las expectativas del lector. El húerfano tiene un poco de novela de dictador, pero tampoco se puede decir que lo sea porque el protagonista no es El Querido Líder, sino un ciudadano cualquiera. También tiene algo de novela de formación, sobre todo la primera mitad. Hay algo de novela picaresca, porque Jun Do se ve obligado a sobrevivir por medios pseudoilícitos. Y de distopía, aunque el régimen norcoreano no sea una fantasía futurista. También tiene algo de novela amorosa y, sobre todo la segunda parte, es un thriller tradicional, con espías y todo. 
    Sea como sea, merece la pena leerla. Kayser distinguía entre novelas de ambiente, de personajes y de acción. El húerfano tiene poco de novela de personajes, o al menos poco interesante. Los personajes no son nada del otro mundo y casi diría que son estereotipos. Lo mismo se puede decir de la acción. Está bien, pero uno puede encontrar thrillers infinitamente mejor construidos sin necesidad de buscar demasiado. Pero esta novela no es una novela de personajes ni de acción, sino de ambiente. Si el lector acude a ella buscando profundidad psicológica o sorprendentes giros de guión tal vez se vea defraudado. No digo que los personajes sean planos, porque evolucionan, ni que no haya intriga, sobre todo al final. Lo que afirmo es que lo que de verdad importa en ella es la recreación de lo que creemos que puede ser Corea del Norte y por ello su lectura es bastante interesante. Por lo demás sería una novela correcta sin más.

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