Niveles de vida son tres historias independientes: un individuo que quiere hacer el globo más grande de la historia y acaba siendo pionero en la fotografía aérea; la historia de amor frustrado entre un oficial y una actriz; y la muerte de la mujer del autor.
Cualquiera de las tres historias da para una novela, o más bien para un texto, porque esta obra, como casi todo Barnes, es muy postmoderna y, como tal, busca nuevas formas de expresión, lo que le lleva a experimentar con un género híbrido que está a caballo entre la exposición y la narración, entre el ensayo y la novela corta.
Este libro está vertebrado en torno a dos ideas:
a) La relación entre el dolor y el eje vertical. El dolor está a ras de suelo y, a medida que ascendemos, este dolor desaparece. Así, el protagonista del segundo relato vive un amor frustrado. Su ideal de amor es rechazado por una mujer al mismo tiempo fascinante y frívola. Alivia el dolor viajando y con pequeñas escaramuzas.
b) Los dos primeros relatos reflexionan acerca del modo en que el mundo cambia si se juntas cosas o personas que antes no lo habían hecho. El tercero, el de la muerte de su mujer, es la cara opuesta: el mundo cambia cuando dos personas se separan.
Este tercer relato es el mejor. Barnes cuenta cómo vivió la muerte de su esposa, y lo hace con un tono aparentemente objetivo, pero bajo el que late la ternura y el dolor por la pérdida de la persona amada. El juego y la experimentación propios de la narrativa postmoderna pueden poner una pantalla entre la historia y el sentimiento, de ahí que, para evitar caer en una narración fría, muchos escritores postmodernos tengan que refugiarse en el cinismo. No es el caso de este tercer y último relato de Niveles de vida. Aunque con ese tono objetivo, casi de cirujano, Barnes se abre en canal. Y en esa emoción es donde reside la grandeza del texto. No es sólo un juego literario, una construcción formal. Por eso es el mejor,.
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