El objeto de este libro es el estudio del modo en que los cambios acaecidos con la Modernidad han afectado a la psicología de las personas. Giddens se propone descifrar cómo buscamos la identidad personal en la Modernidad.
Cinco revoluciones que vienen con la modernidad:
a) La científico-tecnológica.
b) La de género.
c) El paradigma multicultural asimilacionista es sustituido por la inclusión social y cultural.
d) La revolución genética. El cuerpo deja de ser un elemento de reproducción para conformar la propia identidad.
e) El trabajo.
Las nuevas tecnologías y los medios de comunicación afectan al espacio y el tiempo. Giddens habla de desanclaje espacio-tiempo. Con esto quiere decir que espacio y tiempo se separan. -en este post expliqué más pormenorizadamente el concepto de desanclaje (aquí):
Se acercan los espacios. Aparace el no lugar. Muchos espacios de vacían de significado. Para entender mejor este concepto mejor leer el libro de Augé que habla exactamente de estos no lugares, o espacios vacíos de significado (aquí).
Paralelamente, la aparción reloj vacía el tiempo de significado. Los tiempos de las personas dejan de estar vinculados con la Naturaleza o la vida social, para convertirse en un tiempo abstracto.
Estos dos procesos de desanclaje tienen varias consecuencias:
1) Lo global afecta de manera directa en lo local. Un suceso acaecido en cualquier parte del mundo, afecta a las vidas de personas que viven a miles de kilómetros de distancia. Por poner un ejemplo evidente, el atentado contra las Torres Gemelas cambió la vida del mundo entero.
2) Desde lo local se percibe lo global. Podemos enterarnos de lo que pasa en el mundo desde casa en tiempo real y podemos ir a cualquier parte del mundo con facilidad.
3) Se descontextualizan las relaciones sociales de sus espacio locales a indeterminaciones de espacio y tiempo. Ya no es necesario que las personas que establecen relaciones entre ellas compartan el mismo espacio y el mismo tiempo de forma prolongada. Podemos tener relaciones personales con gente alejada gracias a los teléfonos, internet, etc... Esto no solo afecta a las personas a las que no vemos, sino que también determina el modo en que nos relacionamos con las personas con las que convivimos. Internet, las redes sociales, el teléfono móvil introducen otro espacio de relación a mayores al margen de la interacción cara a cara.
La identidad es fruto de una reflexión por la que el individuo se propone unas metas y unos fines. Aquí entra en juego uno de los conceptos clave de Giddens: la reflexividad.
El conocimiento se vuelve reflexivo. Sabemos que no hay conocimiento definitivo, que todo está sujeto a ser revisado. Esto no era de ninguna manera así en las sociedades tradicionales. Había una serie de saberes estables, tanto religiosos como de relación con la Naturaleza. Hoy en día cualquier saber es cuestionable. Esto nos pone en duda continua ontológica. Estamos permanentemente cuestionando y redefiniendo el conocimiento, lo que provoca que no tengamos asideros seguros a los aferrarnos. Esto afecta a la identidad. La duda provoca una construcción continua de la identidad.
La reflexividad también afecta a las elecciones de las personas. En las sociedades tradicionales apenas si se tomaban decisiones y no se tenían dudas. Uno no podía escoger su trabajo, ni tan siquiera las personas con las que relacionarse. Si nacías campesino, eras campesino y te casabas en el pueblo. Y durante los tiempos de ocio tampoco había mucho donde escoger. Ibas a la romería como todo el pueblo o la fiesta de la cosecha o lo que fuese. No había otra opción, otra cosa que hacer. Con la modernidad las posibilidades de elección se multiplican exponencialmente. No solo tenemos cientos de trabajos entre los que elegir,sino que también podemos decidir qué hacemos con nuestro tiempo libre. Esto, lógicamente, afecta a nuestra identidad. Podemos construir activamente nuestra identidad a partir de esas decisiones que tomamos.
Los ritos de paso, que antaño dotaban de un foco de solidaridad y pertenencia del individuo a la comunidad, han ido desapareciendo. La religión situaba a las personas, les daba un código moral de vida y daba seguridad ontológica.
También la familia contribuía a dotar al individuo de seguridad. En la familia patriarcal el individuo tenía su lugar, su espacio, su rol. Se sentía seguro y todo lo venía dado.
Esto ha cambiado. Ya casi no hay ritos de paso. La religión ha perdido su peso y la familia patriarcal está desapareciendo. Ahora hay que construir la propia identidad y para eso hay que estar tomando continuamente decisiones que se supone que van a conformar nuestra identidad. Esto son los estilos que vida, que son importantísimos en la modernidad.
La lógica del sentido de la vida se construye desde la biografía.
Tres rasgos fundamentales en la constitución de esta identidad:
a) La naturaleza deja de ser un elemento constitutivo. La consideramos un elemento externo, segregado de la experiencia personal.
b) La reproducción se separa de la sexualidad. Las personas ahora podemos decidir sobre la natalidad y hasta la muerte. Así la sexualidad pasa a formar parte de la identidad de las personas, de todas esas decisiones que hay que tomar.
c) Buscamos la seguridad ontológica por medio de rutinas. Aquellos fenómenos que se aparten de ellas, se excluyen -criminales y locos-.
El cuerpo ahora es una forma de sentir y de expresar la propia identidad. Tiene su lenguaje propio.
La mercantilización de los objetos provoca el narcisismo de los individuos, que termina por encontrar solamente en sí mismo su identidad. Encontrar en solo en uno mismo la identidad lleva a sentimientos de omnipotencia y grandeza.
Esto impide que las personas tracemos límites válidos entre nuestro yo y el mundo externo. Las personas subordinamos los sucesos externos a nuestro narcisismo, a nuestras necesidades y sentimientos. Solo nos preguntamos qué significa eso externo para nosotros. No qué significa eso por sí mismo.
En las sociedades tradicionales el individuo sentía vergüenza. Había un código moral fijo. La vergüenza era el corifeo negativo. La vergüenza depende de sentimientos de insuficiencia personal. En la Modernidad la culpa sustituye a la vergüenza porque ya no hay un código fijo. Ahora solo hay el código personal, el de cada uno, el individual. La culpa deriva del sentimiento de haber actuado mal. La culpa surge de la la insuficiencia personal a la hora de cumplir con los propios propósitos vitales.
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