Este ensayo se en las consecuencias de exclusión económica y social y en la degradación de la naturaleza que provoca el actual sistema neoliberal. Estas consecuencias ya no se dan en el marco de un estado nación, sino que tienen lugar a nivel global. La hipótesis central de este libro es "que el paso del keynesianismo a la era global, de privatizaciones, desregulación y fronteras abiertas para algunos, implicaba un pasaje de una dinámica que atraía gente hacia el interior a otra dinámica que empuja gente hacia afuera". Para referirse a estas zonas de exclusión social, económica y natural, Sassen habla de "filo del sistema". Todo lo que no encaje con la nueva lógica del crecimiento macroeconómico es expulsado del sistema. Así, los desempleados griegos y españoles se ven obligados a emigrar, del mismo modo que en Estados Unidos aumenta alarmantemente el número de personas encarceladas.
Hasta la década de los ochenta del pasado siglo las políticas de los estados estaban orientadas hacia la construcción de una sociedad justa. De una forma u otra, los estados se preocupaban del bienestar de los ciudadanos, incluyendo entre entre estos estados a los comunistas o Nasser en Egipto. La lógica de estas políticas era la inclusión de los ciudadanos y para ello se trataba de sacar a las personas de la marginación y la pobreza. Pero había un movimiento subyacente que estaba orientando el mundo hacia el sistema neoliberal. Hacia la década de los ochenta los estados de bienestar y los sindicatos ya estaban prácticamente devastados.
Sassen afirma que:
hemos caído bajo el influjo de una concepción peligrosamente estrecha del crecimiento económico. El crecimiento, desde luego, era esencial para el proyecto del Estado de bienestar, pero también era un medio de impulsar el interés público, de aumentar una prosperidad que sería compartida por muchos, aunque por algunos mucho más que por otros. En contraste con eso, hoy nuestras instituciones y nuestros supuestos están cada vez más al servicio del crecimiento económico corporativo. Esa es la nueva lógica sistémica. Tal vez no todas, pero suficientes corpo raciones han buscado liberarse de toda constricción, incluidas las del interés público local, que interfiera con su búsqueda de lucro. Cualquier cosa o cualquier persona, ya sea una ley o un esfuerzo cívico, que dificulte el lucro, corre el riesgo de que la hagan a un lado, de que la expulsen.
(...)
las corporaciones tienen notables herramientas nuevas a su disposición: matemáticas y comunicaciones avanzadas, máquinas que literalmente mueven montañas, libertad de movimientos y de maniobra global que les permite ignorar o intimidar a gobiernos nacionales, y cada vez más instituciones internacionales que imponen a todo el mundo el cumplimiento de sus agendas. Los gobiernos occidentales, los bancos centrales, el FMI e instituciones internacionales afines ahora hablan de la necesidad de reducir las deudas gubernamentales excesivas, los programas de bienestar social excesivos, la regulación excesiva. Ese es el lenguaje de las principales instituciones que ponen orden en Occidente y cada vez más en todas partes. Contiene la promesa implícita de que si pudiéramos reducir esos excesos volveríamos a la normalidad, a los días fáciles de la posguerra. Pero esa promesa oculta la medida en que ese mundo se ha ido de verdad, y la medida en que, aparte de lo que puedan decir los gobiernos nacionales, demasiados actores económicos corporativos no quieren que vuelva. Quieren un mundo en el que los gobiernos gasten mucho menos en servicios sociales o en las necesidades de las economías de barrio o las pequeñas empresas, y mucho más en las desregulaciones e infraes tructuras que los sectores económicos quieren.
En realidad es el suyo un proyecto de contraer el espacio de la economía de un país, pero no la rentabilidad económica del sector corporativo.
Sassen pone como ejemplo lo sucedido en España, Portugal y Grecia con la crisis económica. Los recortes han expulsado a gran parte de la población o bien fuera del país, o bien hacia la pobreza y la marginación. Paralelamente, las políticas impuestas por el FMI, el BCE, los gobiernos neoliberales, etc... han retirado a estos expulados del sistema cualquier tipo de ayuda o prestación social o médica. Todo ello con la excusa de recuperar la economía, que, supuestamente, estaba lastrada por el peso excesivo del gasto del estado del bienestar. Y, efectivamente, parece que esa recuperación se está produciendo, por lo menos a nivel macroeconómico. Pero lo que no nos dicen es que esa recuperación es a costa de haber expulsado a la población a la emigración, el paro, la pobreza y la marginación. Los estados se adelgazan para que las grandes corporaciones puedan engordar. El problema es que el adelgazamiento de los estados genera pobreza y marginación.
Una de las intenciones de este libro era hacer visible el cruce hacia el espacio de los expulsados: captar el sitio o el momento visible de expulsión, antes que lo olvidemos. Los aldeanos y pequeños agricultores expulsados de sus tierras debido al desarrollo de plantaciones de palmas pronto se materializan como habitantes de barrios paupérrimos en vastas megaciudades, completando la supresión de su pasado como pequeños agricultores. En Grecia los empleados del gobierno despojados de sus empleos en nombre de las demandas de la UE de reducir la deuda pronto pasaron a formar parte de la masa de los desempleados, dejaron de ser reconocidos como antiguos empleados del gobierno. Extensiones de tierra muerta, envenenada por emisiones tóxicas de fábricas o minas, son expulsadas de la tierra trabajada y olvidadas.
La hipótesis organizadora es que por debajo de las especificidades de cada uno de los grandes campos examinados en este libro hay tendencias sistémicas que están emergiendo. A pesar de sus órdenes visuales y sociales enormemente diversos, desde el empoderamiento de la corporación global hasta el debilitamiento de la democracia local, son conformados por unas pocas dinámicas básicas de búsqueda de lucro en libertad e indiferencia hacia el medio ambiente.
(...)
Cuando las fuerzas destructivas hacen erupción y se vuelven visibles, el problema que surge es de interpretación. Las herramientas que tenemos para interpretarlas son anticuadas, y caemos en las categorías familiares: hablamos de gobiernos que carecen de responsabilidad fiscal, de hogares que adquieren más deuda de la que pueden manejar, de asignaciones de capital que son ineficientes porque hay demasiada regulación, etcétera. No niego que esos problemas pueden ser reales: hay excelentes investigaciones empíricas que los documentan, y yo las uso y en parte dependo de ellas, pero mi esfuerzo en este libro fue el de explorar si no hay además otras dinámicas activas, dinámicas que cortan transversalmente esas familiares y bien establecidas fronteras conceptuales/históricas.
En cada uno de los capítulos, Sassen se centra en una exclusión particular del sistema:
En el capítulo 1 se centra en los países desarrollados que han suprimido servicios sociales y médicos, han concentrado empresas en manos de unas pocas corporaciones, y que cada vez tienen menos trabajadores y menos consumidores; en el capítulo dos estudia las consecuencias en los países del Cono Sur y las largas cadenas que implican la compra de tierra en un país soberano extranjero; en el tres a los desplazados en el Norte global por la
manipulación financiera de su deuda,; y en el capítulo cuatro se centra en los excluídos por culpa de la destrucción de la Naturaleza y el cambio climático.