viernes, 29 de julio de 2016

¿Hay algo universal en el ser humano?




  En el momento en que por primera vez entendí lo que era la neotenia, me surgió una pregunta: ¿Quiere decir entonces que el hecho de nacer incompleto supone que no hay nada universal en los seres humanos? ¿Si nuestro cerebro está vacío en el momento de nacer, hay algo que compartamos todos por el hecho de ser humano? 

   Es una pregunta difícil. Supongo que sí. En primer lugar, todos, salvo que nazcamos con alguna minusvalía, poseemos ciertas capacidades. Poseemos, por ejemplo, la capacidad del lenguaje. Todos podemos aprender a hablar. Otra cosa muy distinta es el modo en que lo hagamos, la lengua o lenguas que nos toquen en suerte. Si nacemos en Moaña, aprenderemos a hablar castellano, gallego y algo de inglés y francés en el instituto. Si naces en Londres, aprenderás inglés. Si lo haces en Pekín, chino. La lengua es una cuestión cultural porque es aprendida, pero la capacidad para hablar es universal. 


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Lenguas del mundo


  En segundo lugar, hay experiencias que son universales, como la reproducción -tener hijos-, la religión, la enseñanza o el amor. Parece que todos a lo largo de nuestras vidass pasamos o tenemos contacto con experiencias como estas.

    Hay otro universal que fascina a los antropólogos: el tabú del incesto. Casi en la totalidad del Mundo desde que tenemos datos, las relaciones sexuales entre padres e hijos y entre hermanos está prohibida o castigada. Se han dado muchas explicaciones de este tabú. Volveremos sobre él cuando nos centremos en la familia. 


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   Algunos psicólogos hablan de los arquetipos, que son una suerte de imágenes universales que nos llegan a los seres humanos desde el inconsciente. Joseph Campbell, en El héroe de las mil caras (aquí) analiza el mito del viaje iniciático. Las personas, a lo largo de nuestras vidas, cambiamos varias veces de estatus. Pasamos de solteros a casados, de niños a adultos, de vivos a muertos... Según Van Gennep, la vida de los seres humanos transcurre en una continua sucesión de etapas: nacimiento, pubertad, matrimonio, paternidad, progresión de clase, especialización ocupacional, muerte…. Asimismo, los individuos estamos sujetos a ciclos naturales, a ritmos ajenos a nuestro control, pero que afectan a nuestras vidas y a su organización, como los solsticios, las ceremonias de la luna llena… Todos estos cambios deben ser controlados por las diferentes culturas para que la sociedad no experimente ningún perjuicio, de modo que a dichos cambios se les asocian ceremonias que tienen exactamente la misma función: hacer que el individuo pase de una situación determinada a otra. Estas ceremonias son los ritos de paso. Así celebramos bodas, funerales o fiestas de graduación en las que la comunidad y el iniciando reconoce los derechos y las obligaciones de esa persona que se ha convertido en casado, muerto o graduado (1).


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Acto de graduación del instituto el año pasado.
Esta foto apareció en El Faro de Vigo.
Ahí podéis ver a algunos de vuestros antiguos compañeros.

    Estos ritos de paso tienen un correlato simbólico en el arte y la religión, y esto es lo que estudia Campbell en El héroe de las mil caras. Hizo un enorme estudio comparativo en millones de culturas y descubrió que en todas se contaban historias que hablaban de un personaje que cambiaba de estatus y todas tenían la siguiente estructura:

   A) PRIMERA SECUENCIA: LA PARTIDA.

     Primera función: El héroe vive en una pequeña sociedad aislada, al margen del gran mundo.

  Segunda función: Hay una determinada carencia en ese mundo. Esta carencia es simbolizada en algunos cuentos de hadas como la falta de un anillo o algún elemento robado, mientras que, en la visión apocalíptica, la vida física y espiritual de toda la Tierra se representa como la caída o a punto de caer en la ruina. Esta carencia simboliza la inadecuación de la persona al estatus social que está viviendo. El tiempo ha pasado, ha crecido y debe desempeñar un nuevo rol. Ya no puede realizarse plenamente en la vida que llevaba antes. Sin embargo, todavía no ha dado ningún paso para dejar atrás esta vida.

   Tercera función: El héroe es requerido para que lleve a cabo una determinada hazaña. Esto simboliza la necesidad del cambio. Se espera de la persona que viva de acuerdo a lo que la sociedad espera de él. El tiempo pasa, las vidas cambian y las sociedades tienen diferentes roles para los diferentes estadios y situaciones. El individuo no puede vivir al margen de los roles que las sociedades le imponen a lo largo de su vida.

   Cuarta función: El héroe, en primera instancia, se niega a realizar dicha hazaña. El cambio nunca es fácil. Supone dejar atrás lo conocido para adentrarse en un mundo en el que uno no sabe exactamente qué le espera. Los individuos se muestran en primera instancia reticentes al cambio.  

Quinta función: El héroe acepta y abandona la aldea. En última instancia, el individuo se ve obligado a cambiar de rol porque la inadaptación psicológica y cultural llega a ser traumática.


B) SEGUNDA SECUENCIA: LA INICIACIÓN POR MEDIO DE LAS AVENTURAS.

  Sexta función: El héroe recibe una suerte de ayuda sobrenatural, como en los ritos de paso suele haber maestros que transmiten a los iniciandos los conocimientos que les serán necesarios en su nueva vida. 

   Séptima función: El héroe lleva a cabo una serie de aventuras que lo preparan mental y físicamente para la gran prueba final. Se dan pasos físicos y simbólicos que aseguren la superación del estatus anterior.  

  Octava función: El héroe supera una gran prueba final, que simboliza la entrada definitiva en el nuevo estatus. Es el momento de la ceremonia ritual.


C) TERCERA SECUENCIA: EL REGRESO.

  Novena función: El héroe ha sido transformado por las aventuras y las pruebas de modo que la carencia inicial ha sido solventada. 

   Décima función: El héroe regresa a la aldea de la que partió para vivir más plenamente.  


    Pensad en la cantidad de historias que os vienen a la mente con esta estructura. No hace falta darle mucho al cerebro para que os vengan unas cuantas: El señor de los anillos, Jesús de Nazareth, El Quijote, Ulises, la horrorosa novela de Noah Gordon El médico, la nefasta trilogía de Los juegos del hambre, y un etcétera casi infinito. 

   Fascinante, ¿verdad?

   Pues sí y no. Decir que la capacidad del lenguaje, el amor, el tabú del incesto o la religión son universales humanos tampoco explica mucho. Todos podemos llegar a hablar, pero la verdad es que el castellano y el chino se parecen bien poco. Y lo mismo sucede con la religión, por ejemplo. La necesidad de trascendencia y de explicar de alguna manera el sentido de la vida parece universal, pero comparad cómo lo hacen los budistas y cómo lo hacían los vikingos. Los cinco preceptos de la ética budista son no tomar la vida de nadie, no tomar lo que no me pertenece, no tener una conducta sexual dañina, no decir mentiras y no consumir intoxicantes. Por su parte, los vikingos tenían que morir con la espada en la mano, matando gente para poder ir al banquete de Odin. Además, se colocaban bastante para ir al combate y, si no recuerdo mal, algunas de sus ceremonias religiosas incluían tomar setas alucinógenas, lo que con frecuencia derivaba en una pequeña orgía. 



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Escena de la serie Vikings


   Incluso el amor, como hemos visto en artículos anteriores, es un sentimiento que depende de la cultura. Le Breton demostró que hay una base fisiológica para los sentimientos -una serie de reacciones químicas-, pero estas reacciones químicas son tan vagas que apenas si provocan nada en el individuo si no están tamizadas culturalmente (aquí). 

    Lo mismo sucede con el mito del viaje iniciático. La primera vez que leí a Campbell me quedé alucinado y pensé que aquello lo explicaba todo. De repente había encontrado una estructura narrativa que se repetía en los cinco continentes en culturas entre las que no había habido contacto alguno. Era increíble. Empecé a investigar un poco y llegué a Jung y sus arquetipos. Pero me he hecho mayor y me he dado cuenta de que realmente un arquetipo no explica todo. Es cierto que el mito del viaje iniciático se puede encontrar en millones de sitios, desde La Odisea a Star Wars, pasando por La Biblia o el Lazarillo de Tormes. Pero realmente eso dice muy poco, porque el significado de Star Wars y La Biblia son radicalmente distintos. Y hasta me atrevería a decir lo mismo de los ritos de paso. Es cierto que en todas las culturas se cambia de estatus, pero lo importante no es eso, sino qué significa ser adulto, soltero o muerto en ellas. Con esto no quiero decir que Van Gennep o Jung no hayan aportado nada. Todo lo contrario. Han aportado y muchísimo. Lo que quiero decir es que, si quiero contestar a esa pregunta con la que abrí esta sucesión de ensayos -¿quién soy yo?- no puedo quedarme con los universales. Ese es el punto de partida. Luego hay que explicar qué significa ese universal concreto en el contexto cultural en el que estoy y, finalmente, qué significa eso para mí. 

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(1) Si te interesa saber algo más de Van Gennep y los ritos de paso, pincha aquí
   Victor Turner los explica de otra forma aquí.

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